En primavera, las aves quieren ser vistas. Posadas y cantando desde plantas que, en muchos casos, se hacen notar más en esta fecha. El fin del invierno significa que empieza su época de reproducción y, con ello, vemos conductas que no acostumbramos en otros meses, como cantos, cortejos y territorialidad, dependiendo de la especie. Parte de eso se relaciona con la mayor cantidad de horas de luz y el aumento de las temperaturas, lo que permite que florezcan ciertas plantas que, junto a otros alimentos, la hacen la época perfecta para el alimento de las crías.  

“Durante la primavera aumentan las horas de luz y las temperaturas, disminuyen las lluvias, y muchas plantas están en su mejor estado tras las precipitaciones del invierno, lo que genera una mayor disponibilidad de alimento. Todas estas son condiciones ideales para nidificar, por lo que las aves aprovechan y coordinan sus ciclos reproductivos con esta estación”, explica Vicente Pantoja, profesional de la Red de Observadores de Aves (ROC), Ingeniero en Recursos Naturales y coordinador de Birds of the World en Chile. 

En efecto, con la disponibilidad de agua, luz y temperatura, muchas especies de plantas empiezan a florecer. Esta floración, en general, se relaciona con polinizadores, entre estos están los insectos y las aves, que adquieren más actividad con el calor.

“La primavera es el período de floración de muchas plantas, y es una época en que muchas aves -tanto residentes como migratorias-, aprovechan para libar el néctar, comer pétalos o alimentarse de los insectos que visitan flores y plantas”, aclara Pantoja.

En su búsqueda de alimento, además, las aves cumplen distintas funciones ecológicas. Entre ellas son capaces de dispersar semillas. Esto pasa en aquellas aves que, por ejemplo, se alimentan de frutas pequeñas, de las cuales eliminan sus semillas a través de feca. Entonces, la planta le da alimento al plumífero y este le ayuda a dispersarse.

Por otro lado, las aves también son capaces de polinizar. Es decir, las plantas producen el néctar del que el plumífero se alimenta y éste le ayuda a transportar el polen de la planta a las flores de otras plantas de la misma especie. Los picaflores, por ejemplo, son aves que se alimentan de néctar y suelen introducir su cabeza a la flor para ello, lo que genera que roce los estambres y quede con polen en su cabeza, el que luego terminará de la misma forma en otra flor.

Picaflor gigante (Patagona gigas) sobre Puya (Puya chilensis). Créditos Chile Birds.
Picaflor gigante (Patagona gigas) sobre puya (Puya chilensis). Créditos Chile Birds.

“Las aves y plantas en Chile llevan millones de años evolucionando en conjunto, lo que ha generado una interdependencia entre ellas, tal como los picaflores chicos (Sephanoides sephaniodes) llegan a la zona centro a aprovecharse de la floración de los quintrales en otoño e invierno, y vuelven al sur a alimentarse del notro, chilco, entre otras. Hay muchas otras especies mutualistas, un caso famoso es el de la tenca (Mimus thenca) y el fruto del quintral del Quisco; también el choroy (Enicognathus leptorhynchus), que su pico le permite alimentarse de los piñones de las Araucarias, especialmente entre febrero y mayo”, explica Pantoja.

Desde Chile Birds han ido en la búsqueda de estas interacciones primaverales. Dentro de esto, destacan la floración de una clásica bromélida de Chile central y norte: la puya chilena o glaciar (Puya chilensis).

“Numerosas aves e insectos llegan a aprovechar las grandes cantidades de polen que estas plantas producen. Es común observar cómo algunas aves introducen su cabeza en las flores de las puyas, quedando cubiertas de polen mientras se alimentan. En una jornada en la que fuimos a fotografiar la fauna asociada a las puyas del Santuario de la Naturaleza Península de Hualpén (Región del Biobío), pudimos registrar: diucas, chincoles, chercanes, tordos, tencas, cometocinos, picaflor chico”, comentan, destacando por sobre todo la presencia del picaflor gigante.

Cachudito del norte (Anairetes flavirostris). Créditos Chile Birds.
Cachudito del norte (Anairetes flavirostris) posado sobre Balbisia microphylla. Créditos Chile Birds.

En el extremo norte, por otro lado, caminando entre quebradas en Socoroma durante el año pasado, encontraron a un cachudito del norte (Anairetes flavirostris) posado sobre Balbisia microphylla. Ambas especies son características de la Región de Arica y Parinacota, en especial el ave, que se restringe en Chile únicamente para este lugar. «Esta especie habita entre los 2.000 y los 3.500 msnm, cerca de matorrales o lugares con cultivos agrícolas», comentaron en el Instagram de ChileBirds.

En el mismo pueblo se encontró un picaflor azul (Colibri coruscans), una especie nativa de Chile, que en este país habita únicamente en el norte de Chile. Se encontraba libando una flor de Pelargonium inquinans, especie introducida en el país.

Picaflor azul (Colibri coruscans). Créditos Chile Birds
Picaflor azul (Colibri coruscans) en Pelargonium inquinans. Créditos Chile Birds.

Otros fotógrafos también han emprendido esta misión. Uno de ellos, Rodrigo Araya , registró la clásica interacción entre un picaflor chico (Sephanoides sephaniodes) en un chilco (Fuchsia magellanica). El picaflor chico, además de alimentarse de pequeños insectos en vuelo, obtiene principalmente su alimento de flores tubulares con bastante néctar y colores llamativos. Por ello es común verla en chilcos, ciruelillos, (Embothrium coccineum), quintral (Tristerix spp.), coicopihue (Philesia magellanica) o calafates (Berberis microphylla), como este registro de Iván Manosalva.

Picaflor chico (Sephanoides sephaniodes) libando flor del Calafate (Berberis microphylla) Fotografía de @ivanerre
Picaflor chico (Sephanoides sephaniodes) libando flor del Calafate (Berberis microphylla) Fotografía de @ivanerre

Katherine Tali, por su lado, registró en un Tunquén primaveral un cometocino de gay (Phrigilus gayi) sobre flores de orgullo de Madeira (Echium candicans). Esta ave se alimenta principalmente de semillas e invertebrados.

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