Mucho más popular entre extranjeros que chilenos, el cruce andino que une la localidad de Petrohué en el lago Todos Los Santos y Bariloche, tras cruzar el lago Nahuel Huapi, se presenta como una espectacular alternativa para aquellos viajeros que estén en busca que cautivadores paisajes, tranquilidad y la oportunidad de conectarse con la naturaleza.

Queremos invitarlos a conocer los principales atractivos y panoramas que pueden realizar durante esta travesía. El primero de ellos es el tramo que lleva desde Puerto Varas a Peulla.

©German Parra
©German Parra

El viaje comienza bordeando el lago Llanquihue en dirección a los Saltos de Petrohué, a 50 km de Puerto Varas. Una parada obligada es conocer estos saltos de agua de color turquesa formados sobre roca volcánica y rodeados de abundante vegetación. Una verdadera postal que no puedes dejar de conocer. Aquí podrás internarte además por algunos senderos cortos como el de Los Enamorados, que lleva a una pequeña laguna, o bien tomarte tu tiempo para recorrer las pasarelas y apreciar los saltos desde todos los ángulos posibles.

La recomendación es que partas temprano, para tomar el catamarán Lagos Andinos en Petrohué y aprovechar el día. El viaje hasta Peulla tarda alrededor de 1 hora y 30 minutos y no querrás perderte un segundo de sus paisajes cordilleranos: aguas turquesas, bosques tupidos y la constante vigilia de los volcanes Tronador, Puntiagudo y Osorno con sus nieves eternas, te acompañarán en el camino.

©Andrés Aparicio
©Andrés Aparicio

Una vez en Peulla podrás ser testigo del creciente desarrollo turístico que ha tenido este pequeño pueblo en la frontera con Argentina. Con el fin de demostrar que Peulla es mucho más que un lugar de paso al país vecino, los habitantes locales han desarrollado una serie de actividades al aire libre que dejan en evidencia los encantos del lugar. Paseos sobre un 4×4 que llevan al interior de Peulla en busca del río Negro o hasta un mirador en el valle Pedregoso donde además de tener contacto con enormes coigües, ulmos y mañíos, podrás conocer la cascada Las Mellizas; paseos en bote o kayak disfrutando de la compañía de cormoranes, huet huet y otras aves nativas en la laguna El Encanto; un trekking internándose por el bosque valdiviano para descubrir una cascada llamada Velo de la Novia; un canopy de 800 metros de largo y a una altura de 15 metros para añadir un trago de aventura a la visita y cabalgatas pasando entre bosques siempre verde, valles y ríos, dentro del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales son sólo algunas de ellas.

©José e Marina
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Por otro lado, antes de seguir con el cruce hacia Argentina, la naturaleza deslumbra por su belleza. Esta parte del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales es una zona en la que el tiempo no pasa. El territorio no ha tenido intervención humana y todavía tiene rincones escondidos. Unas de estas «joyitas» es el río Blanco. Es también en esa desembocadura donde se puede practicar pesca con mosca, un secreto que pocos conocen. Aquí se  pueden encontrar especies como truchas arcoíris o salmones coho, en especial luego de la lluvia cuando los peces se acercan más a la orilla.

También desde río Blanco hay un punto que conecta on la famosa Ruta de los Jesuitas, un trekking que puede tomar de cinco a siete días, que une Pampa Linda, en Argentina, y Ralún, en Chile. En este trekking, que se puede hacer desde Argentina hacia Chile y viceversa, se pasa por la selva húmeda del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, lugar en el  que el canelo, la patagua, los helechos y el coigüe son una fiel compañía. Pasa por los ríos Quita Calzón y Blanco. Sin duda, es una ruta espectacular para observar al volcán Tronador, el Osorno y Puntiagudo. ¿Lo interesante? Esa es la misma ruta que ocuparon los Jesuitas hace un siglo para evangelizar a los colonos que habitaban en esa zona, además ser el trekking más antiguo de América.

Una experiencia similar puede ser seguir algunas de las rutas de los antiguos gauchos –habitantes de las zonas fronterizas con Argentina– que vivían en la zona, además de los pobladores y colonos que se establecieron ahí. Todas estas rutas fueron trazadas por las huellas de los caballos.

©Fabiolatap
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Otro imperdible es hacer alguno de los trekking que ascienden el volcán Tronador, que también parte desde Río Blanco. Hay que recordar que una vez que se llega al volcán y se quiere ascender, hay que dar aviso a Carabineros. Si por alguna razón no se quiere hacer una de estas rutas, también se puede ingresar desde Peulla y seguir este camino para poder llegar a la cumbre chilena.

Lo cierto es que en este lugar encontrarás todo lo que necesitas para relajarte y disfrutar de unas buenas vacaciones, que seguramente te dejarán con ganas de volver. Si decides quedarte a alojar, asegúrate de elegir un lugar con vista al lago Todos los Santos y disfrutar así de un inolvidable atardecer. Definitivamente, un territorio que está congelado en el tiempo donde la naturaleza ha seguido su curso natural sin ser intervenida por el hombre.

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