Desde Alaska a Tierra del Fuego macroalgas nos conectan bajo el mar: científicos de todo el mundo se unen en Chile por la conservación de los bosques submarinos
En Punta Arenas, Chile, se realizó un encuentro crucial para la protección de los bosques de macroalgas, donde científicos de diferentes lugares del mundo se unieron para abordar los desafíos que enfrenta este ecosistema marino vital. El Primer Taller en Español de Mapeadores de Algas marcó el inicio de un compromiso global por preservar estos tesoros submarinos.
Los bosques de macroalgas son ecosistemas de gran importancia debido a su papel fundamental en la salud y la estabilidad de nuestros océanos. En los últimos años, la abundancia de los bosques de macroalgas ha disminuido en algunas regiones del planeta, producto de diversas perturbaciones de origen natural y antropogénico. Con la misión de unir esfuerzos para conocer más acerca de estos ecosistemas vitales y biodiversos, y desarrollar estrategias latinoamericanas en común para su protección, se desarrolló en Punta Arenas, Chile, el primer encuentro y taller en español de mapeadores de macroalgas.
El Dr. Nur Arafeh-Dalmau, investigador de Stanford (Hopkins Marine Station) y co-fundador de MasKelp, una organización dedicada a la conservación de los bosques de macroalgas, consideró que este encuentro fue “revelador”. “Me he dado cuenta de que desde Alaska hasta Tierra del Fuego estamos conectados por los bosques de macroalgas”, señaló.
El taller contó con la participación de treinta personas asistentes de forma presencial de diversos países como Chile, México, Argentina, Perú, Estados Unidos, Australia, España y más de sesenta participantes de forma online. Esta conexión transcontinental resaltó la importancia de unir esfuerzos para proteger estos increíbles ecosistemas altamente productivos.
En este sentido, durante este evento, se redactó una carta que será presentada ante diversas autoridades gubernamentales. En ella, los participantes expresaron su compromiso e instaron a los distintos gobiernos para que prioricen la conservación de los bosques de macroalgas. “Tenemos la energía y los recursos humanos para lograrlo, pero necesitamos el apoyo de las autoridades para crear el marco legal y logístico necesario para garantizar la conservación de los bosques de macroalgas de Latinoamérica e inspirar al mundo”, explicó Arafeh-Dalmau.
En el encuentro se hizo hincapié en la necesidad de entender la distribución de estos bosques a nivel global para así evaluar su estado de preservación y dirigir los esfuerzos de conservación de manera informada. «Antes de tomar una decisión, debemos saber dónde están estos bosques. Si sabemos dónde están, podemos evaluar qué tan bien los estamos protegiendo, cuáles son sus amenazas, y dónde debemos dirigir nuestros esfuerzos», destacó el Dr. Arafeh-Dalmau.
La geógrafa marina chilena Alejandra Mora Soto, organizadora del encuentro, explicó su motivación: “Leí que en el viaje del Beagle, Charles Darwin se había sorprendido ante la presencia de estos bosques y su importancia para la biodiversidad”. Al reconocer que los bosques de algas son muy notorios alrededor del estrecho de Magallanes y de Tierra del Fuego, Mora Soto se sintió motivada para generar el primer mapa de bosques de macroalgas “y una serendipia de la vida, dado que el sistema de replicación del código de Google Earth Engine que estamos usando es fácil de aplicar y fácil de reproducir, lo reprodujimos para todos los lugares donde conocíamos que había Macrocystis. Esto ha favorecido el conocimiento de la distribución de la especie”.
Durante este primer encuentro con colegas de todo el mundo, Mora-Soto remarca con grata sorpresa que “tenemos colegas que están viendo la espacialidad del bosque de algas desde distintas perspectivas; desde la extensión, la variabilidad geográfica y biodiversidad, se están comenzando a estudiar con muestreos por arriba y por abajo del bosque”, explica, remarcando lo importante que es ahora conocer y enriquecer conocimientos en el intercambio con los pares “y sacar una ciencia desde el sur que puede revolucionar todo lo que se sabe desde ecología de bosques de algas en el mundo, así que el potencial es enorme”.
El director científico de la Fundación “Por el Mar”, el biólogo marino Cristian Lagger, explicó que este tipo de talleres son muy motivadores, porque “nuestro trabajo se fortalece cuando trabajamos coordinadamente con científicos de otros países para establecer metodologías de trabajos en común”. Se trata de “estandarizar protocolos de muestreo, para poder así replicarlos en cualquier lugar y hacer comparaciones de nuestros resultados. Es ahí cuando este tipo de talleres son fundamentales para ponernos de acuerdo, coordinar y potenciar nuestros trabajos en pos de obtener las mejores estrategias para proteger ecosistemas claves como los bosques submarinos”.
El Dr. Arafeh-Dalmau, motivado desde su infancia por el mar Mediterráneo y la creación de la Reserva Marina de las Islas Medes, desarrolló la convicción de que «el mar puede recuperarse». Su experiencia en México, donde presenció la devastación de los bosques submarinos debido a olas de calor, lo impulsó a luchar por su protección. “Desde entonces lucho para encontrar soluciones para proteger los bosques de macroalgas del mundo y adaptarnos a los cambios climáticos”.
En cuanto a la importancia ambiental y socioeconómica de los bosques de kelp, el Dr. Arafeh-Dalmau destacó su papel como generadores de riqueza para las comunidades costeras, su contribución a la seguridad alimentaria y su función crucial como pulmones del planeta: «Los bosques de kelp ocupan el 30% de las costas del mundo, mucho más que los arrecifes de coral, y son uno de los ecosistemas más productivos del planeta, comparables a los bosques terrestres tropicales».
De hecho, el llamado a la acción formulado en este encuentro, no solo busca proteger los bosques de macroalgas sumergidos en sí, sino también salvaguardar el futuro de las comunidades costeras y la biodiversidad marina. Investigaciones realizadas durante más de cuatro décadas en todo el mundo han demostrado que las Áreas Marinas Protegidas (AMPs) mejoran significativamente el estado y la resiliencia de los ecosistemas marinos. Estas áreas protegidas tienen la capacidad de recuperar especies sobrepescadas que desempeñan un papel crucial en la salud del ecosistema, como los depredadores de herbívoros. Sin embargo, la efectividad de las AMPs se ve comprometida cuando las AMPs no tienen niveles altos de protección (se permiten actividades nocivas para la biodiversidad), cuando no están bien manejadas y/o no tienen buenos sistemas de financiamiento.
Otro punto importante que puede aportar a la remediación, según señala Arafeh-Dalmau, es la de generar figuras legales de protección de las especies formadoras de bosques de kelp, a nivel nacional y estatal. Esto evitaría que se pueda extraer y desbastar los bosques.
Además, existen las acciones de restauración, “ya sea por remoción y control de poblaciones de herbívoros que de lo contrario pueden devorar el bosque, o acciones que ayuden a su reforestación a través de técnicas de replantación y siembra de esporas. Existe toda una ciencia sobre la restauración de los bosques de macroalgas”.
El encuentro, realizado en el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), contó con el patrocinio del grupo de la IUCN Seaweed Specialist Group, la Seremi de Ciencias Macrozona Austral, la Seremi de Medio Ambiente de Magallanes, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, la Fundación MasKelp, la Fundación Patagonia Azul, el Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas de la Universidad Austral de Chile (UACh), la Fundación Por El Mar (PEM) , y la Universidad de Stanford.