*Actualización: En el acceso a la laguna Pirquinco, ubicada en un fundo privado, hoy se cobra una entrada. Más detalles, aquí. 

Chile está repleto de lugares y rincones por descubrir, en especial si nos adentramos en ese territorio portentoso conformado por la cordillera de los Andes. En la Región del Biobío, por ejemplo, encontramos la desconocida porción andina llamada cordillera de Tricauco, cordón de escarpadas montañas de granito salpicado de bosques y lagunas escondidas, en el corazón de Alto Biobío.

A unos 1.300 metros de altura, la laguna Pirquinco destaca por su extraordinaria belleza (especialmente en otoño) y relativamente fácil vía de acceso. Por un sendero de dificultad media, de aproximadamente 9 km de extensión, con algunas pendientes moderadas pero que en general se encuentra bien marcado y libre de zonas expuestas, se llega a este tesoro natural que poco o nada tiene que envidiar a los paisajes montañosos de la Patagonia chilena. Se trata de una ruta que no presenta mayores dificultades para personas con experiencia en trekking, pero que debe hacerse con guías en caso contrario (la empresa Cuatro Vientos Ecoturismo de Concepción organiza subidas periódicamente).

El sendero

Partiendo a la altura del km 39,5 de la ruta Q-61 que une Santa Bárbara con Ralco, hay que adentrarse hacia el este por un camino ancho para vehículos, perteneciente a un fundo privado (se debe pedir permiso a la entrada). Después de unos 3 km de caminata, en donde llama la atención el contraste entre el bosque nativo y las plantaciones forestales del fundo, el camino, devenido ya en sendero intransitable para vehículos, se interna de lleno en el bosque, conformado por especies nativas tales como coigües, robles, lengas y ñirres, entre otros.

Bosques nativos. ©Santiago Soto Aguilar
Bosques nativos. ©Santiago Soto Aguilar

Al cabo de unas 4 a 5 horas de caminata dura, casi siempre ascendiendo, se llega al destino final: la laguna Pirquinco, que se abre ante nuestros ojos rodeada de escarpados murallones de roca y bosques de lengas y coigües. Si el tiempo acompaña, lo recomendable es ponerse el traje de baño y refrescarse con un merecido baño en las tranquilas aguas de la laguna. Si no, el paisaje teñido de naranjo, rojo y amarillo en otoño, o de blanco en invierno, será recompensa más que suficiente. En cualquier caso, aislados y sin señal, la desconexión de nuestras actividades y preocupaciones cotidianas será total, por lo que lo mejor será guardar el celular en el fondo de la mochila, olvidarse de las selfies y concentrarse en disfrutar del contacto directo con la naturaleza.

©Santiago Soto Aguilar
©Santiago Soto Aguilar
©Santiago Soto Aguilar
©Santiago Soto Aguilar

Lo ideal es acampar al menos una noche a orillas de la laguna y programarse para partir al día siguiente bien temprano a la laguna Los Patos, en la cima de los cerros, al este de Pirquinco. Aunque los patos mismos brillan por su ausencia, al menos la posibilidad de ver cóndores sobrevolando la laguna es bastante alta. Además, si se va en otoño, los arbustos que rodean la laguna estarán completamente teñidos de rojo, lo que le da un aspecto bastante surreal al paisaje

©Santiago Soto Aguilar
©Santiago Soto Aguilar

Por otra parte, desde aquí se obtienen vistas impresionantes de la laguna Pirquinco y de los valles cordilleranos cubiertos de bosques por donde se llega el día anterior

©Santiago Soto Aguilar
©Santiago Soto Aguilar

©Santiago Soto Aguilar

Si se rodea la laguna y se sube la colina del frente, se llegará a un mirador natural desde el cual se puede admirar el volcán Callaqui, distante a unos 20 km en dirección sureste.

©Santiago Soto Aguilar
©Santiago Soto Aguilar

Debe tenerse en cuenta que no existe ningún tipo de servicio, en ninguna parte del trayecto, por lo que debe llevarse todo lo necesario para acampar y alimentarse; cuidando a la vez de no contaminar y de traer de vuelta basuras y desechos (¡así no me arrepiento de haber divulgado el secreto!).

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