A principios de este 2018, la noticia de la muerte del último rinoceronte blanco del norte macho dio la vuelta al mundo. La caza furtiva hizo que en poco más de tres décadas la especie pasara de 2.000 a sólo 2 ejemplares en la actualidad. Lamentablemente,  ésta se está convirtiendo en una realidad cada vez más común, donde el caso de las jirafas destaca especialmente, sobre todo porque pocos lo esperaban. La actualización anual de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) trajo una noticia impactante: la especie pasó de tener 157.000 ejemplares en 1985 a 97.500 en 2015, una baja de 40% en tres décadas.

Una de las amenazas para este animal nativo de África, es la caza furtiva o poaching. En países como el Congo, una subespecie llamada jirafa kordofán ya está casi extinta, porque su piel se usa como símbolo de estatus o como ofrenda para pedir la mano de una novia. Además, en Tanzania existe una creencia tradicional de que la médula de la jirafa sirve para curar el SIDA, a pesar de no existir evidencia científica que lo corrobore.

©Chris Makarsky
©Chris Makarsky

Según estadísticas de la UICN, Estados Unidos es el mayor importador de trofeos de caza de la especie. Durante la última década entraron al país norteamericano 21.402 huesos tallados, 3.008 trozos de piel y 3.744 piezas misceláneas de jirafas. Para eso, se estima que al menos 3.700 animales tuvieron que morir. En algunos países, como Namibia y Sudáfrica, la caza de estos animales es legal. Curiosamente, es en esos países donde la población de jirafas se mantiene estable o incluso en aumento.

Sus hábitats también han sufrido importantes cambios. La deforestación, la sequía, la agricultura y los conflictos armados en países como Sudán, han hecho que las jirafas vayan disminuyendo en número.

Pero existe un caso exitoso: Nigeria. En 1996, sólo quedaban 50 jirafas vivas en ese país. El gobierno creó leyes estrictas contra la caza furtiva. Al mismo tiempo, grupos conservacionistas educaron a la población acerca de la importancia de las jirafas y así, trece años más tarde, el país había aumentado el número de la especie en 400% para 2009.

Jirafas en Nigeria ©Matthew Paulson
Jirafas en Nigeria ©Matthew Paulson

En abril de 2017 y gracias a las estadísticas que entregó la UICN, cinco agrupaciones americanas de conservación se unieron para pedirle al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos que clasifique a la jirafa como una especie amenazada. “Actualmente, ninguna ley estadounidense o internacional protege a las jirafas de la sobreexplotación. Es tiempo de cambiar esto. Somos el mayor importador de trofeos de caza y debemos hacer nuestra parte”, explicó Masha Kalinina, especialista en tráfico internacional.

El proceso está aún en trámite pese a que en un principio se dio un plazo de 90 días para decidir si se aceptaba o no la petición. Si la solicitud tiene éxito, se impondrán restricciones a los estadounidenses que vayan a cazar a África, quienes tendrán que buscar la manera de defender cómo su caza ayudó a preservar la especie.

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