Este lunes 19 de marzo de 2018, el mundo despidió al último macho de la subespecie de rinoceronte blanco del norte. Ahora, sólo quedan en el mundo dos ejemplares de la especie: su hija Najin y su nieta, Fatu. Dos hembras en las que recae la gran responsabilidad de ser la última esperanza para la subsistencia de los rinocerontes blancos del norte, considerados extintos en la vida silvestre desde 2008.

Gracias al esperma almacenado de otros rinocerontes machos fallecidos en los últimos años y óvulos extraídos de ambas hembras vivas, los esfuerzos por salvar a la especie aún no se dan por perdidos. Tras años de fracasados intentos de cruzar naturalmente a los últimos machos y hembras sobrevivientes, el equipo de investigadores recurrió a estudiar y perfeccionar las técnicas de fertilización in vitro, recurso en el que hoy ponen su foco de atención y que podría ser la última oportunidad para estos rinocerontes.

Sudán en sus últimas horas de vida ©Ami Vitale/National Geographic
Sudán en sus últimas horas de vida ©Ami Vitale/National Geographic

Ahora Sudán se suma a la larga lista de fallecidos, luego que este lunes sus veterinarios decidieran sacrificarlo tras el empeoramiento de su estado de salud. Sudán, que ya tenía 45 años –un equivalente a 90 años en vida humana–, sufría de malestares producto de su avanzada edad y una serie de infecciones que empeoraron la situación. En sus últimos momentos de vida, «ya no era capaz de levantarse y evidentemente sufría bastante«, explicaron en un comunicado oficial desde Ol Pejeta, el santuario en el que vivía desde 2009.

El último macho

©Make it Kenya Photo/ Stuart Price
©Make it Kenya Photo/ Stuart Price

Desde 2014 Sudán ostentó el título del último macho de la subespecie, luego que ese año fallecieran Suni y Angalifu, de 34 y 44 años de edad, por causas naturales. Desde entonces, fue la cara visible de ésta y muchas otras especies que se enfrentan a la extinción como resultado de una actividad humana insostenible, como lo es la caza furtiva.

Hoy es difícil imaginar que casi un millón de años atrás los rinocerontes blancos del norte vagaban libremente alrededor de la República de Chad, Uganda, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Y que hasta 1960 aún existían 2.000 ejemplares. Un número que sólo en 3 décadas fue reducido por cazadores furtivos hasta llegar a 15 ejemplares en los años 80.

Lo más lamentable, es que ésta ya se ha transformado en una historia repetida. Cada cierto tiempo la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) suma a sus categorías en Peligro de Extinción, Peligro Crítico o Extinta a una nueva especie y pareciera ser que esta tendencia va al alza.

De hecho, diversos científicos ya sostienen que estaríamos ad portas de una sexta extinción masiva de especies, similar a las ocurridas hace 66 millones de años cuando la lluvia de meteoritos eliminó a los dinosaurios y una proporción de tres de cada cuatro especies; o aquella de hace 252 millones de años cuando desapareció el 90% de las especies existentes. Algo que no sorprende del todo una vez que se conoce que actualmente una de cada 5 especies se enfrenta a la extinción y que para el final de este siglo, se ha estimado que esa tasa aumentará a un 50% a menos que se tomen acciones urgentes al respecto.

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