Cuando en 1520, Hernando de Magallanes la bautizó por primera vez como Tierra de los Fuegos o de los Humos, por las fumarolas que destacaban en sus riveras y que eran encendidas por los selknam (onas), no sé si imaginó que este nombre también se le podría atribuir a los colores naranjos y rojos que toman sus laderas. Porque si visitamos esta isla los primeros días de abril, las lengas y los ñirres (Nothofagus) botan sus hojas para prepararse y soportar el peso de la nieve. En este proceso toman tonalidades que van desde el amarillo al naranjo y al rojo intenso. Es un verdadero espectáculo. En la foto, lago Fagnano al amanecer.

 

 

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