Acercándose a La Junta. ©Rafael Salinger
Acercándose a La Junta. ©Rafael Salinger

El “Yosemite Chileno”, como es conocido este paraíso de la escalada por su similitud con el parque estadounidense, hace tiempo que ya no es un secreto. Incluso en Ladera Sur, ya se han escrito varios post sobre este destino. Y es que la belleza de sus imponentes paredes de granito, ameritan una visita.

Debido a su creciente popularidad y fácil acceso, es que en los últimos años la cantidad de visitantes que recibe Cochamó ha crecido de forma considerable. Solamente entre la temporada 2015 y 2016, la cifra de inscritos en el registro que se exige en el ingreso al sector, aumentó de 7.000 a 12.000, lo que ha generado una sobrecarga de las capacidades tanto de los senderos como de los campings disponibles. (Actualización: Mira aquí los nuevos requisitos para visitar el Valle de Cochamó, donde ahora se exige reservar antes de visitar)

Toboganes naturales en el sector de La Junta, en el valle de Cochamó. ©Rafael Salinger
Toboganes naturales en el sector de La Junta, en el valle de Cochamó. ©Rafael Salinger

Por mi parte, hace 5 años estuve en el valle de Cochamó sólo por una noche como parte de un viaje a la Carretera Austral con amigos. En ese momento no sabíamos de qué se trataba, más allá de comentarios de algún conocido, que decía que habían unos “toboganes naturales”. En esa oportunidad quedé impresionado con el paisaje pero con gusto a poco y en alguna parte leí o escuché, que el sendero que llevaba al sector de La Junta, seguía más allá. Para cualquier fanático del senderismo, eso es un llamado que despierta la curiosidad. Desde entonces estaba esperando la oportunidad de volver.

Al momento de buscar información sobre qué alternativas de senderos hay en la zona, no es mucho lo que se encuentra. La mayoría de los recorridos que se pueden encontrar son paseos por el día en el sector de La Junta. Sin embargo, encontré algo de información sobre un sendero que seguía más allá y que llegaba finalmente hasta el paso fronterizo El León, a través del cual se puede llegar a El Bolsón, en Argentina.

Inicio del sendero. ©Rafael Salinger
Inicio del sendero. ©Rafael Salinger

Ese mismo sendero tiene una alternativa que sigue el río Manso, casi hasta la confluencia con el río Puelo, poco antes de la desembocadura en el lago Tagua Tagua, en un recorrido con forma de “U”.

En la poca información que encontré sobre este camino, casi todos quienes lo habían recorrido, lo habían hecho en el sentido norte a sur, partiendo en Cochamó y terminando en el río Manso. Sin embargo, y aunque los primeros días se hacen más pesados en el sentido contrario, decidí hacerlo de esa forma para dejar lo que consideraba lo mejor para el final: el valle de Cochamó. La ruta entonces sería desde el río Manso, en el valle de Puelo, hasta el valle de Cochamó, un recorrido de más de 90 kilómetros a través de un sendero usado principalmente por arrieros y colonos.

Es en esta zona donde existe un proyecto de construcción de una central hidroeléctrica de paso, que desviaría parte de las aguas del río Manso durante 5,5 kilómetros y que implicaría la construcción de una línea de transmisión de 63 kilómetros, desde la cuenca del río Manso hasta la costa oeste del Estuario del Reloncaví, pasando por el río Puelo y el lago Tagua Tagua.

Sendero a través del bosque. ©Rafael Salinger
Sendero a través del bosque. ©Rafael Salinger

Día uno:

Para llegar al inicio del sendero es necesario partir temprano y tomar el bus desde Puerto Montt al lago Tagua Tagua, luego hacer el cruce en barcaza por el mismo y después tomar otro bus que te lleva hasta el puente sobre el río Manso.

El sendero comienza por praderas a la orilla del río Manso para ir poco a poco internándose en el bosque y subiendo por las laderas de los cerros. Al no ser este un sendero diseñado para personas, si no que más bien es fruto del tránsito de animales durante muchos años, es común encontrar partes del sendero con mucha piedra y barro, el que dependiendo de las lluvias, puede dificultar bastante la marcha. Así mismo, las pendientes pueden ser bastante inclinadas y exigentes. Pero todo es parte del atractivo de este recorrido.

Playa a orillas del río Torrentoso. ©Rafael Salinger
Playa a orillas del río Torrentoso. ©Rafael Salinger

En términos de alojamiento es muy poca la infraestructura que se puede encontrar. Durante todo el recorrido, y a excepción del sector de La Junta en Cochamó, prácticamente no hay campings establecidos sino que terrenos habilitados por colonos, quienes permiten acampar cerca de sus casas cobrando una tarifa muy baja y que varían en la infraestructura disponible. En el caso de la primera noche, se pasa en el sector de río Steffen, en unas praderas de pastoreo. En nuestro caso, después de un exigente día, decidimos acampar en el primer lugar donde encontráramos espacio en el bosque.

Casas de colonos en sector de Steffens. ©Rafael Salinger
Casas de colonos en sector de Steffens. ©Rafael Salinger

El camino sigue por la ladera de los cerros de la cuenca del río Manso, bastante más alto que éste, mayoritariamente entre bosques y ocasionalmente alguna pradera. Es posible ver en los cerros del otro lado del río, las obras del camino que llevaría a la central hidroeléctrica. Camino cuya construcción fue detenida gracias a la acción de la comunidad del río Puelo, que luego de presentar numerosos recursos, lograron que la Superintendencia del Medio Ambiente decretara como ilegal la construcción del camino y paralizara sus obras al menos hasta mayo de 2017.

Extremo sur del lago Vidal Gormaz. ©Rafael Salinger
Extremo sur del lago Vidal Gormaz. ©Rafael Salinger

Día dos:

El segundo día se llega al sector del río Torrentoso donde la señora Leticia, dado el aumento de flujo de turistas ha establecido un sector cerca de su casa especialmente habilitado para acampar, con un refugio para cocinar, un fogón y letrinas. Todo esto junto a una pequeña playa de piedras a orillas del río, ideal para refrescarse y descansar después de un largo día de caminata. Es justamente en este punto donde se proyecta construir la bocatoma del proyecto de la central hidroeléctrica.

Desde este punto es posible seguir por el valle del río Manso hasta el paso El León, punto a través del cual se abastecen los pobladores de esta zona, o seguir por Chile hacia el lago Vidal Gormaz. El sendero continúa por la orilla del río Torrentoso para luego subir por una empinada cuesta de profundos surcos, tras la que se sale del bosque y se llega al punto más alto en una verde pradera la que entrega una hermosa vista del lago Vidal Gormaz. En la orilla del lago, está la casa de Máximo Soto, quien tiene una lancha con la que es posible atravesar el lago, de otra forma se debe seguir caminando por la ribera oeste del lago por un sendero que va todo el tiempo cercano a la orilla.

Luego de más de 3 horas de caminata junto al lago, se llega a la punta norte, donde se encuentra la casa de Manuel y Sonia. Una pareja que vive hace 30 años en el sector. Ellos también tienen habilitado un terreno a orillas del lago para acampar pero sin infraestructura. En nuestro caso, llegamos a este punto con un clima algo inestable por lo que terminamos alojando por dos noches en una pequeña casita que habilitaron como refugio. Esta casita cuenta con una cocina a leña que permite calentarse, secar ropa y cocinar. Además la señora Sonia ofrece sopaipillas, pan e incluso ensaladas de su propio huerto.

Dejando el lago Vidal Gormaz. ©Rafael Salinger
Dejando el lago Vidal Gormaz. ©Rafael Salinger

Días tres y cuatro:

Tuvimos la oportunidad de compartir con ellos durante casi dos días, donde fue posible observar su forma de vida, la que gira en torno al cuidado de sus animales, de los cuales depende su sustento. Obviamente sin electricidad, más allá del uso ocasional de un generador, se encuentran desconectados del resto del mundo, enterándose de lo que ocurre escuchando con una radio a pila con las estaciones de la zona y de Argentina.

Laguna Grande. ©Rafael Salinger
Laguna Grande. ©Rafael Salinger

Día cinco:

Desde este punto el sendero comienza a perfilarse hacia el oeste. Luego de subir una pronunciada cuesta inmersa en un bosque, la última de todo el recorrido, se llega a la laguna Sin Nombre o laguna Grande, donde existe una pequeña playa en la orilla, lugar ideal para un descanso y si el clima acompaña, un chapuzón junto a un paisaje increíble.

Luego de esta laguna se alcanza el punto más alto de todo el recorrido, desde donde se desciende hasta El Arco, lugar que obtiene su nombre de una formación rocosa con forma de arco frente a una cascada. En este lugar no hay habitantes, pero hay un claro en el cual se puede acampar y también un refugio con un fogón. Desde este lugar ya se empiezan a apreciar los impresionantes paisajes característicos de Cochamó, como el cerro Elefante o el cerro Trinidad.

El Arco. ©Rafael Salinger
El Arco. ©Rafael Salinger

La meta:

El trayecto hasta el sector de La Junta empieza a develar poco a poco el sorprendente paisaje del sector. Sin darse cuenta uno se ve rodeado de enormes e imponentes paredes de granito, el ambiente empieza a sentirse más húmedo, dando paso a vegetación de verde intenso.

Al llegar a La Junta se abandona la soledad de los días anteriores para encontrarse con muchas más personas de lo que habíamos visto hasta entonces. De todas formas, cabe decir que durante el trayecto nos encontramos con más gente de lo que pensábamos inicialmente, unas 15 personas en total.

En este sector existen varias opciones de alojamiento, desde camping básico hasta un lodge, los que se han ido desarrollando debido al aumento del flujo de visitantes.

Ya bastante se ha dicho sobre este lugar en especial, pero la verdad es que el paisaje en La Junta es sin duda sobrecogedor y lo ideal es quedarse unos días para explorarlo al máximo. Fue en este punto donde terminamos nuestro recorrido, con la guinda de la torta.

©Rafael Salinger
©Rafael Salinger

Un consejo:

Se debe reconocer que sin duda los paisajes más impresionantes de todo el recorrido se encuentran en el valle de Cochamó. Sin embargo, vale la pena dar la vuelta larga, de otra forma sería como ir al parque Torres del Paine y solo visitar las torres. La vuelta larga permite adentrarse en sectores menos explorados de esta zona, alejarse de las multitudes, transitar un camino usado por los pobladores para transportar sus animales, caminar a través de bosques de alerces milenarios, conocer lagos que no saben de turismo, cruzar ríos de aguas cristalinas, disfrutar de la soledad y conocer, aunque sea un poco, a la gente que vive en estos hermosos lugares.

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