El lienzo más difícil es la piel; un soporte que es naturaleza, en el que la ilustración cobra vida. En pocas palabras, eso es lo que resume la tatuadora Rosario Mena (30) sobre las ilustraciones que marca con tinta en la piel de sus clientes. Es que para ella, el ser humano envejece, se mueve y habita. No se separa de lo natural.

Rosario-Mena
©Rosario Mena

Pueden ser marcas que reflejen momentos especiales, encuentros, impulsos, protecciones, terapias, expresiones o pertenencias, entre muchas razones personales. Marcas que se han considerado incluso como síntesis visuales de los sujetos, que hablan de alguna forma de quien lo posee. Marcas que, además, muchos deciden dedicarle a la naturaleza: tatuajes de flora, fauna y funga, en algunos casos nativa.

©Florencia Vicuña
©Florencia Vicuña

Y también, formas de arte corporal que llevan a cabo diferentes profesionales que se especializan en diferentes técnicas y estilos, que han recibido influencias a lo largo de la historia del tatuaje. Para entrar en los tatuajes de naturaleza, hablamos con tres tatuadores que se han especializado en lo natural, para saber sobre su arte y el significado que la dan a tatuar la naturaleza: sobre cómo transmitir una relación intrínseca en la piel.

Narraciones a través de la piel durante la historia

Jonathan Barraza (32) empezó a tatuar hace 4 años. Estudió historia, pero en la suya el tatuaje siempre estuvo presente. Su primo tenía una máquina antigua y artesanal en su casa: con máquina de coser y motor de auto. Tatuaba lo que estaba en las revistas americanas, esos tatuajes que se influenciaban en los antiguos marineros, que marcaban sus logros en la piel.

De esta forma, se introdujo a lo que él llama la “cultura del tatuaje”. Primero con sus ilustraciones y luego, llevándolas a la piel. Hoy, dice, prefiere utilizar un trazo fino realista, el cual se inspira en parte de la historia del tatuaje y su ámbito carcelario: “Ahora, paradójicamente, el tatuaje se empezó a masificar y se hace un estilo muy elegante y refinado”.

©Jonathan Barra
©Jonathan Barra

Es que, tal como menciona Jonathan, la historia del tatuaje se remonta a miles de años atrás, bajo concepciones de distintas culturas de oriente y occidente durante cientos de años. De acuerdo a un estudio sobre artrópodos en el tatuaje, quizás una primera huella es el cadáver humano con piel más antiguo que se ha encontrado -de alrededor de 5.200 años de antigüedad-, al que se le llamó Ötzi, que tenía 57 tatuajes entre la espalda y las rodillas.

Y así, más adelante, se utilizó en el Antiguo Egipto, Grecia, Roma, la Polinesia, el Tíbet, China, Japón, Nueva Zelanda, y también en América a través de diferentes formas de pintura corporal y técnicas de tatuaje, entre muchos lugares. En Japón, por ejemplo, en algún momento se usó para marcar criminales, se llegó a prohibir en 1867, y también se desarrolló un propio estilo que hasta hoy es influencia para tatuadores. En occidente, un clásico estilo es el tatuaje americano partió con los marineros: iniciales, temas náuticos, lugares y sus logros. Y así, distintos lugares del mundo han marcado la historia del tatuaje.

©Jonathan Barra
©Jonathan Barraza

También, a lo largo de esta historia, la naturaleza ha estado presente de alguna forma. Por ejemplo, la golondrina en el tatuaje americano o los peces Koi en el chino, por mencionar algunos pertenecientes a diferentes épocas. Influencias o huellas que vienen de un entorno natural, de una vinculación del cuerpo con el entorno que, según Jonathan, actualmente es la inspiración para muchos, por diferentes razones.

La naturaleza en un lienzo de piel

El desafío era tatuar un concón. Un ave rapaz que un fotógrafo buscó y logró capturar con su lente y que quiso inmortalizar en su piel. Un tatuaje que estuvo en manos de Rosario Mena, quien estudió y habló con el cliente para poder lograr lo que él buscaba en su tatuaje.

Para ella, no existe un perfil exacto de quien se tatúa naturaleza. A sus manos han llegado pieles que registrarán cosas que le llamaron la atención, o también experiencias personales que marcaron distintos momentos de la vida. Y dentro de este grupo, están aquellos que se tatúan especies nativas.

©Rosario Mena
©Rosario Mena

Florencia Vicuña (29), tatuadora, cree que tampoco existe una línea de quien se tatúa especies nativas: “Se han ido desvaneciendo los límites de ese perfil, probablemente las personas más entendidas se tatuaban más especies nativas, pero yo siento que ahora las se enamoran de una especie que vieron caminando en un lugar con sintonía distinta, y se terminan tatuando especies. Pero generalmente se trata de personas que tienen una situación más cercana con la naturaleza”.

En este sentido, los tres tatuadores valoran los aprendizajes que significa tatuar especies nativas. “Es significativo porque por lo general tenemos mucho desconocimiento de lo que es nuestra flora y fauna. De hecho, antes de tatuar yo conocía ciertas especies, pero no a todas. Yo soy obsesivo, entonces busco las características, por ejemplo, del animal: su entorno, el contexto de la composición”, dice Jonathan.

©Florencia Vicuña
©Florencia Vicuña

“En el tatuaje tienes todo tipo de clientes y uno es una herramienta, entonces es ideal que lleguen con este tipo de proyectos. Cuando aparecen, les saco el mayor provecho posible. Aprendo, estudio, e intento plasmarlo lo mejor que pueda. En el futuro me gustaría tener una línea que diga que soy tatuadora de naturaleza y me especializo en especies nativas”, concluye Mena.

Diferentes estilos, un tatuaje

“Yo siento que un tatuaje es algo en conjunto, en el que no solo yo -como tatuadora- quiero transmitir algo, sino que me importa que el tatuado también lo haga”, comenta Vicuña, quien empezó hace cinco años en el arte del tatuaje, pasando del óleo a la piel. Conocida por su trabajo en flora, últimamente busca transmitir, a través de sus diseños, cómo la naturaleza es parte de lo más hondo de las personas y los animales: “esa simbiosis entre las plantas y humanos, me gusta en especial relacionarlo con mujeres”.

©Florencia Vicuña
©Florencia Vicuña

Y así, su estilo se centra y busca inspirarse en la ilustración botánica, incluso para tatuar animales, tomando a la naturaleza como fuente de inspiración y contextualizándola en un ambiente mágico, a través de su trazo.

Rosario, en cambio, mantiene su técnica de carboncillo y acuarela, pero ahora, en un lienzo orgánico: un estilo de puntillismo, que respeta luces, sombras y contrastes. Una manera diferente de influenciarse en ilustraciones científicas. “Mi mayor desafío es lograr que mis ilustraciones estuvieran en pieles, pero que no se nota el cambio de trazo”, comenta. Así, se ha especializado sobre todo en fauna, en especial especies marinas.

©Rosario Mena
©Rosario Mena

Así, el tatuaje de naturaleza ha sido parte de la historia y ha reflejado un vínculo intrínseco a lo largo de los años. La piel es un lienzo orgánico, un reflejo de que somos naturaleza, y el tatuaje una forma de arte corporal que en algunos casos marca a especies nativas como protagonistas.

©Jonathan Barra
©Jonathan Barraza
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