Cuando Peter Kennedy nació, el 28 de marzo de 1939 en Inglaterra, la Segunda Guerra Mundial daba sus primeros pasos en el continente europeo. Su padre Davis, quien ya había sobrevivido el primer conflicto bélico de este calibre, era oficial de reserva y patrullaba en Londres, ante una eventual visita de parapentes alemanes en 1942. Al mismo tiempo, Peter gozaba de sus primeros años de juventud en la casa en la que vivía, llena de pequeñas lagunas y naturaleza en el Hampstead Garden Suburb en Londres.

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Peter Kennedy ©Cortesía Fundación Kennedy 

Mientras el padre de Peter traía restos de bombas, él conocía los patos y los ecosistemas que veía día a día con sus inocentes ojos de niño. Un niño que, en ese temprano entonces, no sabía que la lucha que él iba a librar en un futuro, a diferencia de su padre, era por la protección del medio ambiente, a través de la conservación de los humedales en un país lejano al que lo vio nacer: Chile.

Un inquieto que llegó a Chile

Corría el año 1962 y un Peter Kennedy recién egresado de la Universidad de Cambridge sentía que le seguían dos años de libertad. No tenía, a diferencia de sus dos hermanos mayores, que rendir el servicio militar obligatorio. Entonces, hizo sus maletas, las subió a un barco y emprendió rumbo a Latinoamérica. El británico llegó a Cartagena, en Colombia. En el trayecto desde Liverpool a esta paradisiaca ciudad, conoció a un chileno. El único con el que tuvo contacto y que fue capaz de dejarle la inquietud de ir a conocer Chile en su cabeza.

Nueve meses después, viajó a Valparaíso. Vio a su amigo nuevamente, conoció a su futura esposa -Julia Verdugo, con quien no se vio hasta cuatro años más tarde-, pero decidió seguir con su travesía. Pasó por Colombia, Tahití, Nueva Zelanda e India por barco, hasta volver a Londres, donde las coincidencias de la vida lo juntaron con Julia, y emprendió rumbo a Chile con ella y su hijo recién nacido, Denis, en 1966.

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Peter Kennedy ©Cortesía Fundación Kennedy 

De ahí no se movió más. Según explica, trabajó en una empresa de parqué, luego en ventas de betuneras y luego, con esfuerzo y poco dinero, creó el Laboratorio Internacional de Cosméticos (Intercos S.A).  No fue hasta 2004 que dejó su trabajo y se dedicó a algo que, para él, tuviera sentido y fuese útil.

– Ahí sufriste un accidente deportivo que causó su retiro de las empresas de las que formabas parte. 

– Sí, estaba jugando tenis, con mi amigo Gastón Arval y se sentía algo raro. Tenía un problema de la circulación de la sangre y sufrí un desprendimiento de carótida, pero gané el partido y después fui al hospital y me dejaron como estoy: como nuevo.

– ¿Por qué eso marcó un cambio, en el sentido de retirarse de las empresas y crear la Fundación Kennedy, enfocada en la conservación de humedales?

– Mi hijo había trabajado conmigo durante 20 años y hacía las cosas muy bien. Cuando tuve el accidente, él vino a verme al hospital y era mi primera visita. Me dijo: “Papá, tú haces lo que quieres: puedes trabajar como tú quieras”. Yo le dije, simbólicamente: “Denis, aquí están las llaves de la empresa, es tuya”.  Y lo ha hecho muy bien, mejor que yo. Ahí yo supe que iba a ocupar el tiempo en algo que yo encontrara que fuera útil y pensé en glaciares, bosques, pero ¡los humedales! Son ecosistemas de gran importancia y vi en qué estado se encontraban hace 17 años. Estaban en una situación difícil, y siguen estándolo, pero estamos trabajando en que los humedales se cuiden porque son de todos los chilenos.

Empezar a trabajar por los humedales

Peter dice ser más de campo que de playa. Su suegro trabajaba en Algarrobo y él viajaba seguido. Se compró un terreno y visitó la zona constantemente. En ese tiempo, veía a los humedales del camino: El Membrillo y San Gerónimo. Le preocupaba que estuvieran en una zona urbana y, hace 35 años, instaló la primera cerca para proteger el humedal San Gerónimo de la carretera. Fue un primer paso para conservar un lugar altamente amenazado, que ahora está dentro de los proyectos de la Fundación Kennedy.

– ¿Cuáles son las amenazas de los humedales que más le preocupan?

En humedales las amenazas son prácticamente todas causadas por nosotros los hombres. Hay que aprender a vivir con la naturaleza, respetarla y quererla. Y tenemos que no depositar basura, o tener conciencia, por ejemplo, de los pesticidas que se ocupan en la agricultura, que pueden llegar a las corrientes de agua. Otra amenaza son las empresas constructoras que quieren construir edificios en playas y éstas a veces están adyacentes a humedales.

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Peter Kennedy ©Cortesía Fundación Kennedy 

– ¿Cuáles han sido los principales desafíos de enfocarse en la protección de humedales? 

– Obviamente hacer cosas en este mundo cuesta dinero y nosotros no lo tenemos, salvo el que nos llega de fondos públicos. Dependemos de algunas personas muy generosas que entienden la importancia de lo que estamos haciendo, que lo hacemos no para Peter Kennedy ni su fundación, sino para todos los chilenos, para proteger los humedales.

Algunas de las luchas por proteger humedales

Para Peter la caridad empieza por casa y, para él es la conexión familiar que tiene con Algarrobo lo que lo ha avocado por la lucha por proteger el humedal El Membrillo. Se trata de un humedal con una barra dunaria adyacente, en el que se han registrado 72 especies, según la Fundación Kennedy. El pilpilén común o el chorlito nevado, por ejemplo, son algunas de ellas y, de hecho, nidifican en la zona.

“Este es el último espacio sin edificios dentro del sector urbano de Algarrobo. Uno puede llegar a la playa y ahí está este humedal. Es una maravilla, y llevamos años enfocándonos en su protección. Ahora parece que estamos llegando a buen puerto. Por un lado, es terreno público -municipal-, y por el otro es privado y tiene dueño, quien lo compró por beneficio económico. Pero nosotros decidimos que se conserve y pensamos que vamos a llegar a un buen acuerdo para lograrlo”, explica Peter.

Humedal El Mebrillo Fundación Kennedy
Humedal El Mebrillo Fundación Kennedy

Junto a esto, también hay lugares emblemáticos dentro de sus preocupaciones, como el Humedal de Tunquén, que incluye el Santuario de la Naturaleza, su playa y campo dunar, donde han trabajado con la Fundación Tunquén Sustentable. Si bien existe un actual Santuario de Naturaleza que protege el humedal desde 2014, se busca la incorporación de todo el ecosistema antes mencionado para su protección. Pero ha sido un proceso que no se ha podido materializar por diferentes razones.

-A grandes rasgos, ¿qué es lo que más te preocupa de ese conflicto?

-El hecho de que las autoridades, en este caso el Ministerio del Medio Ambiente, no está haciendo lo que los ciudadanos, la comunidad y los chilenos están declarando, porque hay propietarios que no quieren que se conserve y quieren hacer sus casas. Esto se repite esto en muchos lugares. Hay una especie de pugna, por decirlo así, entre la propiedad privada y el bien público. Eso es muy difícil de resolver, hay que ver cómo lo hacen otros países, pero lo más simple, conceptualmente, es que el Estado compre esa propiedad a sus propietarios. Obviamente eso cuesta bastante dinero y hay muchas prioridades por la pandemia. De buena manera hay que llegar a un acuerdo con los dueños.

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Tunquén ©Fundación Kennedy

– En Chile hay humedales considerados Sitios Ramsar, en 2018 se creó el Plan Nacional de Protección de Humedales y también está la Ley de Humedales Urbanos y su reglamento. ¿Crees que estos fueron grandes avances en la protección de humedales en Chile? ¿Le faltarían todavía más medidas para su conservación? 

– Nosotros en 2010, hace 11 años, trabajando con la familia Kenrick, en el Parque Andino Juncal, logramos crear el primer sitio Ramsar en manos privados en Latinoamérica. Los sititos Ramsar claro que son una buena medida de protección, todas las medidas de protección ayudan. Pero depende de lo que pasa en terreno. O sea, tú puedes tener una ley que protege tu humedal, pero si, a pesar de que existe ley la gente entra, lo echa a perder y lo contamina, no sirve.  La dificultad en Chile es la implementación de las leyes y vamos a ver qué éxito tiene la ley que tu acabas de mencionar, la Ley de Humedales Urbanos. Tenemos muchas esperanzas de que sea efectiva. Los senadores y diputados que trabajaron en la elaboración de esa ley nos consultaron a nosotros y estuvimos colaborando con eso. Todo queremos que se corrijan las cosas, pero si no hay recursos económicos vamos a recibir la respuesta que he recibido durante años de diferentes alcaldes: “Peter, es responsabilidad nuestra como administración municipal proteger nuestros humedales, pero no tenemos los recursos”. Así que eso es el problema.

– Pese a esto, ¿crees que ahora hay mayor conciencia en general sobre la importancia de los humedales?

– Sí, por suerte ha aumentado. Tal vez, nuestra fundación ha aportado un grano de arena, pero es una situación mundial si estamos enfrentando el cambio climático (…). En Chile hay mucho más interés en los humedales, los glaciares, los bosques, las cosas nativas, en la pesca, en si están destrozando o cuidando. Es un tema muy importante.

Las satisfacciones personales

Luego de 17 años de trabajo de la Fundación Kennedy, a Peter lo que más le da satisfacción, según sus palabras, es “ver la calidad y el entusiasmo de la gente que nos apoya”. Es que, dice, cada vez son más quienes se quieren sumar al proyecto, incluyendo nuevos voluntarios.

Peter Kennedy ©Cortesía Fundación Kennedy (1)
Peter Kennedy ©Cortesía Fundación Kennedy

Así, las misiones a futuro son las mismas que los mantienen de pie actualmente: proteger más humedales. “En Chile, el Ministerio del Medio Ambiente reconoce cerca de 40 mil humedales. Nosotros estamos tratando de proteger treinta y tantos. Pero hay mucho trabajo por hacer, queremos que aumente el número de municipalidades y comunidades que trabajen con nosotros. Si tienen algo de financiamiento, podemos trabajar con ellos, proteger el humedal. Nuestro programa no dura más de 5 años y queda en mano de ellos”, dice Peter.

De esta forma, dice que se mantiene trabajando y que valora las huellas que dejan en quienes pasan por la fundación, todos con la misión de proteger el planeta. Pero cuando termina su jornada laboral, a veces simplemente disfruta de las sinfonías de la música junto a su teclado y sus amigos, unos músicos profesionales, con quienes entra en su segunda pasión: la música, de la mano de las melodías del jazz.

1 Comentario

1 Comentario

  1. Alan W S (Bill) Bain

    Disculpen la molestia, pero quisiera yo contactar por e-mail al caballero Peter Kennedy, con quien compartí un apartamento en Londres 1962-4. Les agradezco a ustedes de antemano su ayuda.

    Bill B.

    Tel: 1-705-745-2656
    341 Daniel Street
    Peterborough, Ontario K9K1C6
    Canada
    E-mail: bainrandw@sympatico.ca

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