La historia de los cánidos que podría explicar su actual amenaza para guanacos y ciervos
¿Qué hace que camélidos como los guanacos y ciervos como los pudúes sean tan susceptibles al ataque de perros abandonados o sin supervisión en Chile? Un equipo de investigadores buscó la respuesta a esta pregunta en las distintas estrategias de caza de estos depredadores, y su ocurrencia a lo largo de su historia evolutiva. De esa manera, barajan ciertas hipótesis que podrían explicar la ausencia de tácticas de defensa en los animales nativos contemporáneos ante el ataque de manadas caninas, con el fin de comprender y avanzar en soluciones para este grave problema.
En el último tiempo, han sido frecuentes los reportes de ataques de perros abandonados a camélidos (guanacos y vicuñas) y ciervos (pudúes y huemules) tanto en Chile como en Sudamérica. En muchos de estos casos, la estrategia de depredación de estos canes ha sido la caza en manada (a diferencia de otras técnicas, como la emboscada), y el resultado de esos ataques ha sido, generalmente, exitoso.
La particular eficacia de este modo de caza o, dicho de otro modo, la susceptibilidad de los artiodáctilos sudamericanos al ataque de estos perros, fue lo que motivó a los investigadores Meredith Root-Bernstein, del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES) y Benjamín Silva, de la Universidad Católica de Chile, a encontrar una explicación científica a este fenómeno reciente, buscando para ello en la ecología, distribución y comportamiento de los cánidos chilenos y sudamericanos.
“Nos interesó el tema de los antiguos depredadores de Chile porque una cosa que se escucha recurrentemente, en el contexto de la reintroducción o conservación de los guanacos en el país, es que éstos son muy susceptibles a la depredación por manadas de perros vagos” explica Root-Bernstein.
Una hipótesis preliminar, relata la investigadora, “era que los guanacos simplemente no tuvieran experiencia con este tipo de depredación”, volviéndonos particularmente indefensos a dichos ataques, por una parte, “pero abriendo la posibilidad de que pudieran ser entrenados para defenderse mejor de ellos antes de ser liberados” nos cuenta. “Pero dado que los guanacos y los perros vagos deben haber coexistidos durante cientos de años a lo menos, si los primeros son susceptibles a los segundos, esto también puede deberse a una falta de adaptación genética de parte de éstos últimos, lo que para un programa de conservación es más difícil afrontar”.
Fue así como, ante esta disyuntiva, y mediante una exhaustiva revisión bibliográfica, los investigadores se abocaron a determinar con qué frecuencia los antiguos depredadores del cono sur pudieron haber usado la caza en manada en contra de camélidos y ungulados, de modo de comprender de mejor forma el grado de adaptación actual que estas especies tienen ante estos ataques. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista Ecology and Evolution.
¿Una estrategia reciente?
Son muchas las estrategias de depredación presentes en la naturaleza. Una especie dada, en un período dado, puede cazar en grupo o en solitario; puede correr, acechar o saltar sobre su presa; puede matar con una técnica especializada o improvisar de acuerdo a las circunstancias. Y para cada una de estas estrategias de depredación, los animales depredados desarrollan estrategias de defensa adaptadas a ellas.
En el caso de los camélidos, ciervos y sus cazadores, los autores observaron que, tanto en el Pleistoceno como en el temprano Holoceno, los depredadores de estos animales fueron más que nada solitarios, o muy pequeños, como los perros venaderos (Speothos venaticus) en Brasil
De hecho, no se encontró evidencia clara de especies que cazaran en grupo o fueran los suficientemente grandes para perseguir y derribar presas de este tamaño (con la sola excepción del pudú, mucho más pequeño) al oeste de los Andes. Tampoco existen certezas de que las poblaciones de guanaco que pudieron haber estado expuestas a este tipo de estrategias al otro lado de la cordillera desarrollan estrategias de defensa contra ellas.
“Probablemente no hubo nunca depredadores grandes que cazaban en manada en el cono sur” señala Meredith Root-Bernstein, “pero es difícil saber definitivamente si los guanacos habrían sido expuestos a ese tipo de presión de depredación en los tiempos prehistóricos, ni en qué momento exactamente habría empezado la presión de parte de los perros”.
Posibles hipótesis
Ante este escenario, los investigadores proponen en su trabajo tres posibles escenarios que podrían explicar la ausencia de tácticas de defensa en guanacos contemporáneos ante el ataque de manadas: el primero, supone que si hubo linajes de guanacos al este de los Andes que lograron desarrollar estrategias de defensa, pero que eventualmente se extinguieron o se aislaron de sus pares chilenos; otra posibilidad, señala que todos los guanacos alguna vez tuvieron adaptaciones a estos ataques, pero que las perdieron tras extinción de la mega fauna sudamericana al final de Pleistoceno, y por último, cabe pensar que estas adaptaciones siguen latentes en el abanico de respuestas defensivas del guanaco, mas por alguna razón desconocida, éstas no han podido ser expresadas adecuadamente en las poblaciones locales sometidas al ataque de perros.
Por ahora, sin saber las respuestas a estas hipótesis, que, advierten los autores, deben ser apropiadamente testeadas, para Root-Bernstein sigue siendo interesante explorar diversas aproximaciones a este fenómeno que permitan proteger a las poblaciones de guanacos reintroducidas de estas amenazas, especialmente la de los animales de protección. “Esta es una técnica que parece funcionar bien contra depredadores solitarios y en grupo, en otros contextos. Los animales de protección pueden ser perros entrenados, o bien llamas o burros que viven con los ciervos o camélidos. Y obviamente hay que pensar en desarrollar modos de control de perros vagos, promoviendo una tenencia responsable, por un lado, y mediante regulaciones que permiten su control letal, por otro” concluye la investigadora.