Conocí a Alex Muñoz durante una expedición científica en Península Antártica en enero pasado, mientras él y un grupo de científicos y documentalistas de National Geographic buceaban los fondos marinos de Antártica para producir un informe y un documental que será el punto de partida para la creación de una nueva área marina protegida en esa zona del continente blanco.

La protección de la Península Antártica es uno de los muchos proyectos de conservación que Alex Muñoz ha impulsado en Latinoamérica. A lo largo de su contundente trayectoria como abogado y conservacionista, ha logrado que gobiernos y comunidades locales conversen con el objetivo de proteger, hasta ahora, siete parques marinos.

©Enric Sala | National Geographic
©Enric Sala | National Geographic

Sobre estos proyectos y los desafíos que están por venir, presentó una charla en el «Nat Geo Explorers Festival», evento que se llevó a cabo a mediados de junio en Washington D.C y que reunió a figuras emblemáticas del mundo de la ciencia, la conservación y la exploración que están comprometidos por perpetuar la vida en nuestro planeta.

 Uno de los temas que más se destacaron durante este simposio fue el objetivo de proteger el 30% de los ecosistemas más representativos del planeta para el año 2030.

¿Puedes contarme cuál es el rol de Pristine Seas en este importante proyecto?

Estamos en un planeta en grave peligro. Naciones Unidas señaló que hay al menos un millón de especies en peligro de extinción, que el cambio climático está fuera de control y que también está en riesgo el alimento para la humanidad. Es sobre esa base científica que National Geographic adoptó el propósito de ayudar a proteger el 30% del planeta de aquí al año 2030. Pristine Seas es el programa insigne de National Geographic para proteger los océanos del mundo, que ahora será parte de un programa mayor llamado «Last Wild Places», con el objetivo de proteger el 30% del mar y el 30% de la tierra en el mundo de aquí al año 2030. Nosotros tenemos un equipo muy completo de científicos, documentalistas y comunicadores, y mi rol es lograr que estos lugares se protejan, y para eso trabajo con gobiernos, comunidades locales, ONGs y científicos de distintos países para diseñar una estrategia para convertirlas en áreas marinas protegidas.

Cuéntanos de los proyectos específicos que tiene Pristine Seas con Chile.

Chile ha sido el país donde Pristine Seas ha volcado mayor trabajo. Hemos hecho cuatro expediciones que han resultado en los parques marinos más grandes del país y de Latinoamérica, también hemos generado enormes estudios científicos que han ayudado a conocer ecosistemas que estaban inexplorados, y documentales que se han visto en todo el planeta mostrando las maravillas naturales de Chile. Sin embargo, no queremos que nuestro trabajo termine acá. Creemos que debemos trabajar en hábitats críticos como la Patagonia, que está seriamente amenazada por la salmonicultura, y hacer una reivindicación de los pueblos originarios que están de hace mucho antes que llegaran los europeos a estas tierras.

©Manu San Félix | National Geographic
©Manu San Félix | National Geographic

Siempre has enfatizado en la importancia de trabajar en dos frentes simultáneos, a nivel político y junto a las comunidades locales. ¿Cómo enfrentas ese trabajo?

A veces se presenta el falso dilema de tener que escoger una aproximación desde los gobiernos hacia abajo o desde las comunidades hacia arriba. Yo siempre he señalado que debemos hacer las dos cosas al mismo tiempo para que ambos se encuentren en el centro. Esto implica que la idea de valorar un lugar y luego tratar de protegerlo, tiene que construirse en conjunto de tal manera que ninguno sienta que se le impone una solución. Es importante que todos los actores se apropien de este proyecto y no sea National Geographic el que dice lo que hay que hacer.

Es por eso que mi rol ha sido presentar toda la evidencia científica y luego tener las conversaciones necesarias con los actores, saber qué quieren resaltar, qué les molesta o qué les importa más, para así juntos empezar a definir los límites de los parques marinos y también ver cómo se van a implementar estos parques hacia el futuro.  Mi rol es catalizar el cambio que se construye con los distintos actores, que de otra forma difícilmente se sentarían en la misma mesa.

¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando con comunidades locales en Chile?

Mi experiencia más importante ha sido con la comunidad de Juan Fernández, donde trabajé más de diez años con ellos, yendo más de 50 veces, donde también sumamos un proyecto en las islas Desventuradas porque están en el territorio de influencia de Juan Fernández.

Lo que rescato de mi relación con Juan Fernández es que estuvimos en las buenas y en las malas, avanzamos en muchos proyectos pero también hay que tener en cuenta que es una isla que ha estado golpeada por una serie de eventos trágicos como un tsunami, la caída de un avión, y siempre nos mantuvimos unidos sin importar si los proyectos demoraban más o menos tiempo. Fue tremendamente importante tener una continuidad y una sensación de desinterés en nuestra relación de tal manera que supieran que yo no me iba a ir si las cosas no resultaban como queríamos.

©Cristian Donoso Christie
©Cristian Donoso Christie

¿Qué define a los exploradores de National Geographic y quiénes te marcaron en este festival?

El festival de Exploradores de National Geographic es una sobredosis de estímulos intelectuales y emocionales que te transforma, uno ve a mucha gente que es brillante y que además tiene un compromiso tremendo con su causa. Vimos por ejemplo una líder en Mozambique que trabaja en el empoderamiento de mujeres, a tres astronautas que nos contaron cómo se sentían viendo la Tierra desde el espacio y que nos hicieron ver que debemos salvar la Tierra de la misma forma en que ellos hacen la mantención a su nave, porque es nuestro sistema, nuestro único soporte de vida. Vimos a los exploradores del delta de Okavango, que están tratando de crear el área protegida más grande del mundo, con muchas dificultades; vimos proyectos sobre cómo colocar especies en el mapa como a través de una reproducción 3D de un rinoceronte de Sumatra que está en peligro de extinción… Lo que resalto es la determinación y dedicación que tienen estas personas para no abandonar sus objetivos a pesar de todos los obstáculos. Creo que eso es lo que define a los exploradores de National Geographic.

Este festival que pone de relieve el tema de la exploración. ¿Cuál es la importancia de que existan exploradores activos realizando expediciones en Chile?

Los exploradores nos ayudan a correr la frontera de lo conocido y a solucionar dilemas que son muy urgentes y apremiantes en el mundo. En general, Latinoamérica está subrepresentada en exploradores de National Geographic y de otras instituciones, casi todo el dinero se va a Estados Unidos y a Europa a pesar de que los trabajos se hacen en Latinoamérica. Tenemos que revertir esa tendencia para que los latinos sean los que recibamos el apoyo para realizar nuestro trabajo en nuestros países.

©Enric Sala | National Geographic
©Enric Sala | National Geographic

Estos días fuimos testigo de cómo la vanguardia tecnológica se ha puesto al servicio de la conservación. ¿Cuales crees que son las formas para trabajar la conexión con la vanguardia desde Chile?

Pienso que Chile tiene que conservar su identidad y también reconocer las identidades locales, no debe olvidarse que somos un país único en donde coexisten identidades diversas y se debe profundizar en la búsqueda de esa identidad. Pero al mismo tiempo, es bueno tener este tipo de conexiones internacionales donde se apoya a los investigadores y a los exploradores para que desarrollen un mejor trabajo. En Chile hay excelentes universidades pero ninguna de ellas está utilizando intensivamente las herramientas que hemos visto en el Festival de Exploradores de este año. Sería genial conectar a ambos y desarrollar trabajos tan avanzados en un territorio como Chile, justamente para conocernos mejor.

Este año Chile será la sede de la cumbre de Medio Ambiente y cambio climático más relevante a nivel mundial, la COP25. ¿Cuál es tu mirada sobre este evento?

Mi impresión es que el tema de la COP25 se ha tomado con cierta superficialidad. Pienso que hay más interés en «marketear» una imagen exitosa de Chile que de hacer una contribución profunda y real a la solución del problema. Debemos revisar cuál ha sido nuestra contribución para predicar con el ejemplo, reduciendo significativamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, cerrando las termoeléctricas a carbón de aquí al año 2030, ampliar nuestras áreas protegidas en tierra y mar en las zonas más frágiles y críticas, especialmente en las zonas costeras, en los bosques y en todos los lugares salvajes que nos van quedando. Hoy la protección oceánica –que ha sido muy importante– está más bien localizada en un ámbito oceánico, pero debemos proteger también la costa, los fiordos, los bosques de alga gigante, la zona del archipiélago de Humboldt y tantos otros hábitats críticos que siguen complemente desprotegidos.

¿Piensas en la naturaleza como un derecho humano?

Es un concepto que todavía estoy desarrollando. Creo que hay una interdependencia total entre los seres humanos y la naturaleza, y que cuando le hacemos daño al ecosistema nos estamos cortando un brazo o una pierna. Por lo tanto, el balance que uno debe tener en la vida personal es el mismo que uno debe buscar en un planeta. No todo puede estar dedicado a la producción, así como no toda la vida puede estar dedicada al trabajo, tenemos que asegurarnos de tener un balance entre las cosas que te hacen bien y las que requieren un gasto de energía. De otro modo, ya sea en lo personal o lo colectivo vamos a sufrir las consecuencias. El planeta requiere de un equilibrio entre sus actividades productivas y la regeneración de sus recursos para poder continuar dando soporte a la vida.

Con todos los obstáculos y desfinanciamiento de hacer conservación en Chile, ¿qué es lo que te inspira a seguir?

Yo soy abogado y partí mi carrera dedicado a temas sociales. Por eso me inspira terminar con las injusticias que derivan de los problemas ambientales. Siempre me afectó mucho ver a comunidades más pobres llevándose todos los costos ambientales de las industrias mientras que los grupos más ricos se llevaban los beneficios; esa injusticia debe ser combatida y estoy dedicado, entre otras cosas, a ayudar a que esa brecha se acorte.

En segundo lugar, sabemos que la humanidad se está jugando la vida en las decisiones que tome los próximos años. Si no tenemos soluciones profundas y drásticas a problemas como la emergencia climática, a la generación de alimentos, al cuidado de la tierra y evitar la sobrepesca, creo que la humanidad llegará a término en un momento más cercano de lo que nos imaginamos.

Por último, me motiva mucho el contacto humano. Más que una meta, la conservación es para mí un camino que se recorre con muchas personas y comunidades donde forjamos amistades y compañerismo. Eso es lo que me hace levantarme en la mañana. Las metas pasan, podemos celebrarlas un día pero luego hay que empezar otro camino, seguir, hasta que ya no estemos.

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