La nueva travesía de Cristián Donoso: en busca de la HMS Wager, una fragata hundida en el Golfo de Penas
En 1741 ocurrió uno de los naufragios más recordados de la historia, en especial por la historia de supervivencia que vino después, la que quedó plasmada en relatos de los náufragos que sobrevivieron: el de la fragata Wager. El hecho también significó el origen de importantes registros etnográficos, marcados por el encuentro de culturas diferentes y lejanas. Sin embargo, a más de 200 años y distintas expediciones para encontrarlo, dónde está el barco sigue siendo un misterio. Cautivado por la historia y convencido de que va a encontrar la fragata perdida, el explorador y colaborador de Ladera Sur, Cristián Donoso, está planificando su séptima expedición para su búsqueda. Esto, a más de 15 años de la primera vez que se embarcó para lograr este objetivo, acumulando experiencias extremas, marcadas por desafiantes condiciones climáticas y una que significó su propio naufragio. En esta entrevista, entrega los detalles de esta historia, que él mismo ha considerado su propia “obsesión”, además de algunas anécdotas que, más profundizadas y con todos sus detalles, podrían formar su propia novela.
Fue en invierno de 1741. Entre los vientos y las turbulentas aguas del Golfo de Penas, el HMS Wager, un buque de guerra británico, no logró superar las dificultades climáticas. El barco naufragó. Unos 130 tripulantes, de los 170 que navegaban, quedaron con vida. Ellos serían los protagonistas de lo que se trasformaría en una de las historias de supervivencia más recordadas del siglo S. XVIII. Pocos de ellos superaron las inclemencias de la situación. Esos, más tarde, compartirían sus memorias, que guardaron tensos momentos de disputas internas, luchas de supervivencia y encuentros entre dos mundos que eran totalmente ajenos. De eso hay registros. Lo que no se sabe, a más de 200 años, es dónde está la fragata hundida.
Encontrarla es la obsesión del explorador chileno Cristián Donoso hace 16 años. La primera vez que lo intentó fue en 2005. Siguió dos veces en 2006 y una en 2007. Luego de no tener resultados y dar pon concluida su búsqueda, volvió tras 9 años, y de nuevo en 2019. Ahora está organizando una séptima visita, a un lugar en el que no había buscado antes.
Si de algo está convencido, es que esta vez lo va a lograr.
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En este pedazo de la historia, el nombre de John Byron es infaltable. No porque sea abuelo del célebre poeta Lord Byron. Tampoco porque en 1764 formó parte del primer viaje científico de circunvalación al mundo. Aquí la historia nos recuerda que él fue uno de los pocos sobrevivientes de la tragedia de la Wager quien, además, escribió más de 25 años más tarde un libro relatando su experiencia. Fue esta obra la que llegaría a las manos de Cristián Donoso y lo introduciría a los primeros fragmentos de la historia del naufragio de la fragata Wager.
¿Cómo llegó a ella? En 2002, Cristián hizo su primera travesía larga de kayak en solitario, entre Puerto Gana, Puyuhuapi y la laguna San Rafael, sumando más de 500 kilómetros. Quedó con la inquietud de seguir por la Patagonia occidental, hacia la zona del Golfo de Penas. Para eso, tenía que investigar sobre la zona. Partió, como ya era costumbre en un año donde googlear algo no existía, a la biblioteca nacional a buscar archivos y libros. Ahí se topó con el relato de Byron y más tarde, leería otros cuatro relatos de sobrevivientes -como Alexander Campbell, John Bulkeley, John Cummins, John Young e Isaac Morris- que logró conseguir entre Chile y el extranjero.
“Encontré fascinante la historia, además de que ya había estado en estos canales, había tenido experiencia de lo que significaba estar ahí y, por lo tanto, también pude entender muy bien los sufrimientos y todas las situaciones que se daban en ese tiempo. También me llamó mucho la atención todo lo que relatan de los canoeros, de hecho, el relato de Byron es una de las principales fuentes etnográficas que existen sobre los antiguos habitantes de los archipiélagos de Patagonia occidental. Con toda la información reunida, se me ocurrió la idea de buscar el barco”, dice Cristián.
Hoy recuerda esos inicios con algo de gracia. “Las motivaciones no soy muy fáciles de explicar racionalmente”, dice. Ni en ese entonces, ni ahora.
“Todo el mundo piensa que hay oro. Que quiero encontrar un tesoro, como ese imaginario colectivo del cofre con monedas de oro -ríe- pero no. Es algo más simple, yo quería saber dónde había pasado toda esta historia”, aclara.
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Quizás es necesario saber un poco de historia; entender, en primer lugar, por qué la fragata Wager estaba en el Golfo de Penas. Este barco era parte de una escuadra de seis buques y dos naves de abastecimiento que se encontraban a cargo de Lord George Anson. Tenían la misión de asediar a las embarcaciones españolas en medio de la Guerra del Asiento (1739-1748), que tuvo origen en las disputas territoriales y represiones del contrabando inglés en América, como lo explica el documento “Naufragio del H.M.S Wager en la Patagonia”.
La Wager era una fragata liviana, amplia, diseñada para transportar mercaderías, cargamentos comerciales y tripulantes. Cuando se vio superada por las condiciones climáticas, naufragó en la madrugada del 14 de mayo de 1741 en la zona septentrional del archipiélago de Guayaneco, en lo que se conoce como la Patagonia Occidental. Lo que vino después fue la supervivencia de la tripulación que terminó con vida, en medio de este inhóspito paisaje.
-Cuando te encontraste con la historia de la Wager investigaste sobre las historias de los supervivientes…
-Sí.
– ¿Te inspiraron en algo estas historias?
-Hay varias cosas. En general, uno siempre tiende a ver a los ingleses, sobre todo de esa época, llenos de formas: del cómo se tienen que hacer las cosas. Lo primero que me llama la atención del naufragio es que, cuando sucede, se quiebra toda la conexión del grupo humano con esta cultura y pasa a un estado de barbarie total. Hay canibalismo, crímenes, los suboficiales se ponen la ropa de los oficiales, cosa que no se puede hacer (…). Aparecen los liderazgos espontáneos. Se amotina todo un grupo de tripulantes, muy pocos quedan fieles al capitán. Los que se amotinan organizan un viaje que es muy difícil entender cómo pudieron lograr. Salieron en unos pequeños botes de remo. O sea, el carpintero del barco los acondicionó como veleros y fueron hasta Brasil. Pero no había cartografía y tenían que entrar al estrecho de Magallanes (lo que demoró cerca de ocho meses). Entre medio hubo un momento donde esos botes iban por la costa de la Patagonia, bajan a buscar agua y abandonan un grupo porque necesitaban más espacio. De ellos murieron todos menos uno, que logró llegar de una manera increíble a Buenos Aires andando por la Patagonia, por la pampa, el desierto, teniendo contacto con los Tehuelches. Después los que quedaron en Chile se mantienen fieles al capitán David Cheap e hicieron muchos intentos por llegar a Chiloé y no pueden. Finalmente se quedan ahí en la isla Wager entregados a su destino, pero son rescatados por los Chonos, quienes los llevan a Chiloé. En este grupo sobreviven solo tres, entre esos estaba Byron.
-¿Cuántos eran y en qué condiciones estaban?
-Me parece que eran 17 los que parten y 3 quedan vivos. Estaban en condiciones tremendas de sobrevivencia. Remando se morían por su nivel de agotamiento. En general a mí también me ha interesado mucho la relación del humano con la naturaleza, en muchos contextos. Sin ser muy consciente alrededor del tiempo, me he dado cuenta de que la mayoría de mis trabajos han estado vinculado a eso, es como un foco de interés. También tengo un tema muy fuerte con la Patagonia, me encanta, estoy enamorado de ese territorio y, por lo tanto, también siempre me ha interesado mucho la relación de los humanos con ese territorio, y de los canoeros con los actuales habitantes. En este caso puntual, está este grupo de ingleses que salen de Inglaterra y de repente son arrojados por el destino a esta isla solitaria en este laberinto chileno.
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Lo primero que expresa Cristián cuando se le pide recordar la historia de su primera travesía, es anteceder que todas sus anécdotas buscando a la Wager dan para escribir una novela. En ellas ha vivido las situaciones que más lo han puesto en riesgo a lo largo de su carrera, incluso llegando a protagonizar su propio naufragio. Pero siempre hay un punto de inicio. En este caso, fue en 2005.
“Esa vez fui en lancha desde Tortel. Pero se quedó en pana. Entonces, seguí en un bote zodiac y en él llegué a la isla Wager, pero era poco lo que podíamos hacer porque las condiciones del tiempo estaban demasiado malas. Acampamos ahí y entró un temporal. En verdad esperamos la primera oportunidad para salir. La segunda vez que fui, en 2006, lo hice en lancha, establecimos campamento base e hicimos búsqueda con zodiac y buceo, pero no encontramos nada. Después, en adelante, todas las otras expediciones fueron en kayak”, recuerda Cristián.
– ¿Por qué te cambiaste al kayak?
-Buena pregunta, no sabría responder. Lo encuentro más entretenido en kayak.
Fue esa primera vez en kayak y tercer de intento por encontrar la fragata Wager, la expedición que guardaría en su recuerdo como la vez en que más estuvo en riesgo. Una historia que nunca publicó, según recuerda. Era 2006, en pleno invierno. En medio del frío mes de agosto, Cristián emprendió rumbo en su kayak, donde llevaba comida y botellas de buceo. Cargaba, como remolque, otro kayak con ropa de abrigo, su carpa, saco de dormir, una cámara de fotos y un detector de metales sumergible. Su idea era estar, por lo menos, un mes en la isla Wager. En ese tiempo todavía no existía Meteo (herramienta para chequear el clima), comunicaciones, ni tenía un teléfono satelital o algún elemento para antecederse a lo que sucedería.
Los canales por los que iba a cruzar estaban congelados, por lo que tuvo que buscar otra ruta. Así, llegó al canal suroeste, que era el último que lo separaba de la isla, la que veía ante sus ojos. Mientras tanto, el cielo se oscurecía temprano, como un día invernal de la Patagonia. Había un poco de viento, pero no advertía que era mejor no cruzar. De a poco fue aumentando, venía del noroeste y se sumó a la lluvia. Ahí empezó la lucha.
“El kayak de remolque me empujaba la proa, la ola le pegaba al kayak, entonces me costaba mantenerlo en rumbo. Yo estaba apuntando al canal en vez de la isla. Estuve mucho rato ahí. Entré porque iba a oscurecer, tenía que cruzar rápido y esto me pilló en la mitad. Se hacía de noche y el viento corría cada vez más fuerte. La ola era vertical y había mucha lluvia. De pronto, sentí algo raro. La punta no se me iba. Remé ‘fácil’ 20 o 30 segundos. Miré para atrás y el kayak de remolque no estaba”, recuerda Cristián.
Lo buscó, pero tuvo que desistir por las condiciones climáticas. “Seguí remando y llegué a la isla Wager, tal como los náufragos (de 1741), pero empecé a vivir mi propio naufragio”, dice. No tenía carpa, ni un traje seco. Tenía puesto un traje de neopreno delgado. Pensó en ir al faro San Pedro, donde había un puesto de la Armada y lo podía ayudar. Así, se subió de nuevo al kayak y empezó a remar. Pensaba que remando iba a entrar en calor: “Llegué al cabo y muchas veces en esos puntos el viento se acelera porque se enfrenta a una roca. Trataba de pasar y no podía. Remaba con todas mis fuerzas y el viento me tiraba para atrás. Así que decidí desembarcar”.
Una vez en la playa, quiso pasar toda la noche en movimiento. Pero las bajas temperaturas eran más fuertes, siempre en compañía del viento. Tomó las bolsas de basura donde guardaba la comida, se envolvió en ellas y se metió en un hoyo que estaba en el bosque. Guardaba su nariz en la bolsa para calentarse con el aire de sus pulmones. “Esa es la única vez en la vida que he creído que me iba a morir”, dice.
Cuando el viento bajó, volvió a su kayak, temblando. Como pudo, remó. Amaneció y llegó al faro San Pedro. Se las ingenió para poder subir al muelle en medio del temporal. Lo logró. Caminó cientos de metros de una pasarela y llegó donde los marinos. Ellos pensaron que era un fantasma. Pero después de varios días de recuperarse, pudo volver a Tortel.
Luego, volvió en 2007 con una larga expedición de dos mil kilómetros en kayak. Pero sin encontrar nada, ya pensando que no tenía donde buscar, dio por terminada su exploración de encontrar a la Wager.
O, al menos, así lo creía.
– Volviste a ir en 2016, fueron casi nueve años desde última expedición de 2007. ¿Por qué hiciste una pausa tan larga después de 3 años seguidos de intentarlo?
-En un momento puse fin a la búsqueda. Busqué en todos los lugares donde creí que podía estar y se dio esta larga pausa que paró porque surgieron nuevos antecedentes en el camino. En la historia hubo un grupo amotinado de náufragos y tuve acceso a los documentos del juicio de cuando llegaron a Inglaterra. Ahí había más antecedentes, entonces empecé a generar una nueva conjetura de dónde podría estar el naufragio, de acuerdo con ciertas declaraciones de ellos en este juicio. Además, revisé viejas entrevistas que hice yo y otras personas de Puerto Edén, a los viejos de Puerto Edén que hablaban de que habían encontrado algunas cosas o que habían escuchado otras de sus padres. Eso daban ciertas pistas del lugar de dónde podría estar.
– ¿Entonces ahí fuiste a estos lugares?
-Claro, ahí fui, pero moví mi búsqueda un poquito más al sur hacia la isla Campana e hice una travesía bastante larga en kayak de 300 km con un español, con quien he hecho varias expediciones en Antártica y Patagonia. No nos fue bien, no encontramos nada.
Nada de la fragata, pero sí de otro naufragio: el del velero Hugo Boss, que naufragó en 2006 en Sudáfrica, cuyo descubrimiento quedó plasmado en el documental Costa Perdida. “Fue una noticia mundial -recuerda Cristián- encontré el barco a 20 mil km del lugar donde naufragó. Las corrientes marinas lo hicieron cruzar todo el océano Índico y el Pacífico y terminó en una isla de las costas de la Patagonia”.
– ¿Y qué significó para ti encontrar eso? Igual es inesperado…
-Súper loco. Fuimos a sacarle fotos a unos pingüinos y nos encontramos con un barco. Era en la costa, pero como a 300 metros del mar. Iba con un amigo y él no quería ir a mirar porque pensaba que iban a haber cadáveres. Fuimos y no había nada en el barco. No le di mucha importancia, pero tenía el nombre Hugo Boss y el de la regata que estaba corriendo. Después en Tortel llegamos, lo googleamos y nos dimos cuenta de que era este barco famoso, de hecho, había una película del naufragio del barco. Estaba participando en una regata y su capitán era Alex Thompson, quien es como el velerista más famoso del mundo. Cuando iba en el sur de Sudáfrica se le rompió la quilla pivotante del velero y él iba en segundo lugar. El que iba en primer lugar se devolvió a rescatarlo (…)
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Pese al inesperado encuentro, las esperanzas de encontrar lo que los trajo ahí cada vez se desvanecían más. Eso hasta 2019, cuando lo contactó Juan Manuel Ávila, el hijo de un pescador de Puerto Edén que le dio alojamiento en 2006, previo a la expedición donde perdió su kayak de remolque.
Ambos estaban en Santiago y Cristián lo invitó a su casa. “De pronto salió el tema de este barco y me dijo: ‘ese barco lo encontraron’. Yo le dije que no había sido encontrado. Me responde: ‘pero ¿cómo? Yo pensé que lo habían encontrado, fui en 2014 a pescar con un amigo, a sacar erizos, y en un punto mi amigo se sumergió y me dice ‘oye, acá hay un barco antiguo’. Él pensó que era la Wager y no le dio ninguna importancia’. Entonces abrimos un mapa en el living de mi casa y le dije que me mostrara dónde habían encontrado el barco antiguo. Me mostró el lugar y era el área donde yo busco el barco. Coincidía. Después de que él me conoció le llamó la atención el tema del kayak y empezó a practicarlo, ha ganado hartas carreras. Era bacán ir con él, además de que es de Puerto Edén. La idea de poder encontrar el barco con él era súper alucinante”.
Partieron en julio, nuevamente en invierno. “Él me decía que íbamos a llegar, que yo me iba a tirar al agua con el equipo de buceo y ahí iba a estar el barco”, dice riendo Cristián. Así, con un sentimiento de “ahora es cuando” y una seguridad de que este iba a ser el encuentro con la Wager, se empezó a preparar un plan de difusión mundial del hallazgo. Pero no todo fue como pensaron. “Fuimos, el tiempo nos tocó pésimo (…) Vimos una chance de buscarlo en una mañana relativamente buena, pero Juan no se acordó del lugar donde lo había visto porque era un enjambre de rocas e islotes, todo muy parecido. Hicimos un recorrido con cámaras subacuáticas, recorrimos el sector que pensaba que era, y nada. Íbamos a volver el año siguiente, pero llegó la pandemia”, dice Cristián.
– ¿Te encontraste alguna vez con algún pedazo de la fragata?
-Sí, he encontrado partes de la fragata en tierra, encontré unas cuadernas en un río. Hubo otra expedición en noviembre de 2006. Ahí, unos ingleses encontraron unos fragmentos en un lugar donde yo pasé antes, casi que los pisé, no los ví. Ellos hicieron una expedición grande organizada por un famoso explorador inglés. Encontraron un pedazo de casco con cuadernas. Es un pedazo que tiene 3 metros de un casco, de un barco de madera. En ese mismo lugar encontraron municiones de mosquete, que son como unas bolas. Ellos publicaron un libro sobre la Wager con una teoría super loca. Creen que el barco naufragó en ese lugar, y que este es un punto de contacto entre 3 placas tectónicas (…). La teoría de estos investigadores ingleses es que toda la isla se levantó como 7 metros, entonces el lugar donde ocurrió el naufragio es un lugar que está en tierra adentro.
-O sea, no en el mar.
-No en el mar y podría estar 300 metros tierra adentro. En una zona que estaba antes sumergida y ahora está fuera del agua. Ellos construyen toda una teoría en un libro de que el naufragio estaría dentro de la selva, en una isla y por eso que estos pedazos están en este lugar. O sea, los están cerca de la costa, pero el resto, la parte importante del naufragio estaría 100 de metros tierra adentro porque todo el territorio se habría levantado (…) Pero yo no creo en esa teoría.
– ¿Y por qué no?
-Porque no me tinca no más, yo creo que está en el mar. En verdad voy a hacer una expedición y estoy súper convencido de que la voy a encontrar ahora, pero por una razón muy loca. Ya no iba a volver a la isla Wager y un día me puse a mirar un mapa de la zona y como que dije, bueno, ya, qué estoy haciendo, estoy perdiendo el tiempo, si esta cuestión no es… Empecé a mirar y de repente algo surgió en mi cabeza y empecé a unir ciertos cabos sueltos de muchos antecedentes. De pronto como que se me ocurrió la idea dónde puede estar y es…
Cristián ríe y hace una pausa. “Parezco loco las cosas que hago”, bromea. Deja el suspenso en el aire y aclara que todavía no puede contar nada. Pero si algo deja claro, es que dónde piensa que está, es un lugar que le hace demasiado sentido.
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Cristián no es el primero en plantearse encontrar la fragata Wager. Él no lo logró en sus seis exploraciones. Tampoco lo hizo el HMS Beagle hace más de 100 años, ni el HMS Adventure por esa época. Más adelante, otras expediciones lo intentarían, sin más éxitos que algunos fragmentos. La verdad es que ha sido -y se ha mantenido- como un misterio.
“Después del naufragio vinieron algunas expediciones. De ahí, de pronto, como que se pierde la memoria. Es un misterio muy grande para mí el cómo, 20 años después del naufragio, después de que vaya un jesuita en 1766, como que no se sabe bien dónde está el barco y de ahí se pierde todo. Los relatos de las personas que fueron a buscar el barco lo identifican en un lugar equivocado de donde ocurrió el naufragio. Son descripciones muy distintas a los náufragos y como que persiste hasta el día de hoy (…). Parece que hubiera habido un pacto de silencio, como que se dieron pistas falsas para que nadie supiera dónde está el barco. Y claro, después, el primer registro que tenemos formal de la búsqueda del naufragio después del S.VIII es la expedición del Beagle y de Adventure”.
Con esto, y su idea de dónde puede estar en su cabeza, Cristián está en su proceso de logística. Lo más seguro es que vaya en kayak con un amigo, pero sigue planificándolo.
– ¿En qué crees que se diferencia esta expedición a otras de tus exploraciones? ¿Qué significa para ti ¿Por qué te llama tanto encontrar esta fragata en particular?
-Yo creo que ya he hecho tantas expediciones en esta zona durante tantos años, no solo por la fragata, que conozco muy bien el territorio. También mis habilidades como kayakista y como explorador han ido creciendo. En ningún caso volvería a pasar, creo, una situación como la de 2006 con el equipamiento que tengo ahora. Yo creo que ahí hay una diferencia, en cuanto a que creo que ahora es mucho más profesional. Igual en aquella época el kayakismo estaba muy poco desarrollado, era una actividad muy rara, ahora es mucho más común. Imagínate, ahora tengo traje seco, por ejemplo, tengo teléfono satelital, tengo Inreach, una serie de recursos que antes no existían. Y mi conexión con este tema es una pasión y una cosa muy obsesiva, pero me cuesta darte una respuesta de por qué es tan importante para mí, no sabría decirte… es una cosa que ES nomás, es algo importante. Creo que también encontrar el barco significaría cerrar un ciclo porque buena parte mis expediciones en esa zona comenzaron con esta historia del barco. También han pasado muchas cosas en mi vida, no solo en términos de expediciones, sino que en mi vida más personal. Si lo encuentro sería súper emocionante, una experiencia que me haría muy feliz y también voy detrás de eso, de sentir la emoción de lograr ese objetivo.
*Este es un proyecto apoyado por Buceando Chile y la carrera de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo de la Universidad San Sebastián.