En medio de la provincia de Corrientes, al nordeste de Argentina, se encuentra el segundo humedal más grande de América: los Esteros del Iberá. Su nombre viene del guaraní Yvera, y significa “aguas brillantes”, dado por la forma en que la luna se refleja en las lagunas y esteros de esa zona. Se trata de un extenso humedal que abarca más de 12 mil km2, el cual solo es superado por el Pantanal. Allí, en medio de sus aguas y flora viva, alguna vez fueron cientos los yaguaretés, los osos hormigueros gigantes y muchas otras especies las que disfrutaron de días tranquilos y abundante comida. Ese pasado ya no existe, pero se está recuperando, sobre todo en los centros de la Fundación Rewilding Argentina, creada por un grupo de conservacionistas argentinos y luego liderada por por Doug y Kris Tompkins (hermana de Rewilding Chile, aunque son independientes), donde la fauna no solo da señales de vida, si no que está lista para ir repoblando lo que antes fue su hábitat. Ladera Sur viajó a conocer de primera fuente el trabajo que se viene realizando hace años, y que ha dado qué hablar en el lugar, casa del majestuoso y legendario aguará guazú.

Nutria y su cría.
Nutria y su cría. Foto: Bárbara Tupper.

El concepto de “rewilding” fue acuñado a principios de los noventa por el conservacionista estadounidense Dave Foreman, y se refiere a la “resilvestración” o recuperación de la vida salvaje a través de recobrar sus poblaciones, y las características propias de los ecosistemas mediante el manejo de sus ambientes y especies nativas. La Fundación de Douglas Tompkins comenzó a trabajar el tema luego de comprar tierras para conservación en Argentina y en Chile, donde cada organización trabaja de forma independiente.

En Argentina, tienen desarrollo de proyectos en Chaco, Corrientes y Patagonia, además de  proyectos marinos. De las 1.300 hectáreas que componen la cuenca y Reserva Natural Iberá, casi 600 mil constituyen el Parque Provincial Iberá, delimitado por decreto en 2009 y ampliado luego en 2016 y 2021. De esas hectáreas, 158 mil corresponden al parque sobre tierras donadas por Tompkins Conservation y Rewilding Argentina, tras un proceso de compra de antiguas estancias ganaderas. Los Esteros cuentan con nueve portales de acceso, siendo el más turístico el Portal Laguna Iberá, ubicado en la Colonia Carlos Pellegrini.

Paisaje y ciervo del pantano.
Paisaje y ciervo del pantano. Foto: Santiago Figueroa.

Isla de San Alonso y los comienzos con el yaguareté

El yaguareté -jaguar en español- es el mayor felino de América. En Argentina, está categorizado como “Especie en Peligro”, y sus poblaciones alcanzan entre un 15 y un 20% de su rango original en el país. Autóctono del continente americano, se lo encuentra desde México hasta el norte de Argentina, habiendo incluso existido en Chile. Se trata de una “especie paraguas”, lo que quiere decir que requiere extensas áreas para mantener poblaciones viables y al conservarlo se conservan a su vez numerosas especies que habitan en su mismo ambiente.

Jaguar, la "especie en peligro" en Argentina.
Jaguar, la «especie en peligro» en Argentina. Foto: Bárbara Tupper.

Mirarlo a los ojos es todo un viaje. Su pelaje, su contextura, sus movimientos…nada te deja indiferente, y poder observarlo en vivo es realmente un lujo como pocos. Tiene una impronta tan espectacular, que impacta y conmueve al mismo tiempo. Este fue nuestro primer encuentro con Rewilding Argentina.

Jaguar en Portal San Nicolás.
Jaguar en Portal San Nicolás. Foto: Bárbara Tupper.

En la Isla de San Alonso, ubicada en la zona del Portal San Nicolás, en Iberá, existe uno de los proyectos más ambiciosos de la fundación. Justamente, es allí donde se concentra el plan de reintroducción del yaguareté; además de la nutria gigante, el miembro más grande de la familia de los mustélidos.  Ahí, bajo una infraestructura de lujo, un grupo de jóvenes profesionales se encarga de dar vida a uno de los sueños de Doug y Kris Tompkins.

Empezaron con la primera reintroducción en mayo de 2021, liderada por la científica Magalí Longo, coordinadora del proyecto desde 2018. Actualmente, se estima que hay una población de 23 ejemplares en libertad, entre los cuales se cuentan, además de los liberados, yaguaretés nacidos en hábitat. Hoy son cuatro los jaguares reproductores que viven en San Alonso.

Entrenamiento Jaguar. Foto: Santiago Figueroa
Entrenamiento Jaguar. Foto: Santiago Figueroa.

La tarea ha sido ardua. Hay que mantenerlos sanos, entrenarlos, motivarlos a cazar solos en su hábitat, chequearlos con veterinarios, hacer seguimiento de cada caso, capturarlos y ponerles los collares rastreadores, estudiar su comportamiento. Eso, antes de liberarlos. Después viene el trabajo más difícil: que esas poblaciones se mantengan y se reproduzcan. La cantidad de detalles es inimaginable, un trabajo de 24 horas donde en cualquier momento se requiere la presencia de los expertos.

Los felinos ya deambulan en los esteros con éxito, y hace un par de meses se vio a un yaguareté nadando en plena laguna, para sorpresa y alegría de los guardaparques que lo avistaron, y la emoción de los integrantes de proyecto del matrimonio Tompkins.

Para Magalí, “lo desafiante de trabajar con jaguares es que estás trabajando con una especie que está en peligro crítico de desaparecer en Argentina, con poblaciones muy reducidas, y lo que conlleva todo eso. Es lindo poder aportar algo a esas poblaciones, y devolverle a Corrientes un elemento tan importante de su fauna. Para mí, de todas formas, lo más importante de toda esta experiencia es generar herramientas de manejo que sirvan no solo para Corrientes, si no para las poblaciones de otros lugares”.

Pecarí de collar durmiendo.

Rodeando las casas de trabajo de la organización en San Alonso, instaladas en la bellísima isla a la cual se accede solo en bote, también conviven en libertad especies como el pecarí de collar y el venado de las pampas, además de una serie de aves como caranchos y benteveos, entre muchos otros, o mamíferos como el carpincho.

Nutria gigante y sus crías.
Nutria gigante y sus crías. Foto: Bárbara Tupper.

La nutria gigante fue registrada en libertad por última vez en 1986 para Argentina. Su diezmada población se fue transformando en uno de los símbolos de la extinción en los parajes que forman los Esteros del Iberá. Se trata de animales curiosos, sociables, gritones y gregarios. Aniquilada extensivamente por el valor de su piel, estos cazadores por excelencia pueden llegar a medir casi dos metros de longitud.

Es otro de los emblemas del proyecto de Rewilding Argentina, liderado por el veterinario Matías Greco. Aunque aún no existen ejemplares libres por la complejidad de su reproducción y porque deben ser reintroducidos en clanes, hace ya tres meses nacieron cuatro nutrias gigantes en San Alonso. Todo un éxito que ha dado la vuelta al mundo. En un par de semanas, además, se integrará al grupo Rosario, una ejemplar que viene directamente desde un zoológico de Estados Unidos, y que de momento está pasando su cuarentena en otro lugar de Corrientes, en la Estación Biológica del mismo nombre, ubicada dentro de San Cayetano.

Entrenamiento nutrias. Foto: Santiago Figueroa.
Entrenamiento de nutrias. Foto: Santiago Figueroa.

En 2018 se comenzaron a dar los primeros intentos para la reintroducción de la nutria gigante en el Iberá. Hubo casos de reproducción fallidos, pues los cachorros morían. Esta vez, parece ser distinto: los cuatro cachorros están sanos y los padres (que llegaron desde Hungría y Dinamarca) han resultado excelentes cuidadores.

Nutria gigante nadando.
Nutrias gigantes nadando. Foto: Bárbara Tupper.

Entrenando al guacamayo rojo

Paso de la Patria es un hermoso poblado que da al río Paraná -el segundo más grande de Sudamérica tras el Amazonas-. En ese lugar se respira paz. Los tucanes tocos o grandes deambulan plácidos instalándose en palmeras que dan directamente a sus calles de tierra. Ubicado a 40 kilómetros de la capital provincial de Corrientes, en el departamento de San Cosme, es uno de los pueblos de veraneo más apetecidos de la zona.

Escondido en medio de ese paraíso, se encuentra otro lugar mágico: el centro de reintroducción del guacamayo rojo, otro de los proyectos de la fundación, instalado en pleno Centro de Conservación Aguará.

El biólogo Daniel Roldán llegó desde España para liderar el plan de reintroducción del guacamayo rojo en Iberá y, aunque en ese centro han realizado exitosamente un proyecto de rewilding con el pecarí de collar, y en la actualidad están empezando con ejemplares de pava del norte o muitú, lo cierto es que los loros son cosa aparte.

Guacas. Foto: Santiago Figueroa
Guacamayos rojos. Foto: Santiago Figueroa.

Hablamos de una especie de ave muy sensible y poco instintiva: hay que enseñarles todo. A la más mínima incomodidad o desconocimiento del entorno, se frustran y es imposible avanzar en la lección. Por todo aquello, la dificultad de entrenarlos para vivir en libertad.

Guacamayos en entrenamiento. Fotos: Santiago Figueroa.
Guacamayos en entrenamiento con Daniel. Foto: Santiago Figueroa.

Este especial guacamayo habitaba los hábitats selváticos del norte argentino hace 150 años. De ahí en más, nunca se le volvió a ver hasta los trabajos de rewilding. Su captura por tráfico ilegal, la pérdida de bosques por tala (hoy en los alrededores de los esteros se concentra una incontable cantidad de plantaciones de pino) y el avance de la industria agrícola los borraron del mapa.

La cantidad de detalles, tiempo y repetición que requiere el ave para un crecimiento y entrenamiento exitosos es abrumadora. Todos los días, al alba, tiene que estar bien dispuesto el espacio. Cada dos días hay que pesarlos, ya que cualquier enfermedad se puede notar rápidamente a través de la baja en el peso. Son propensos a enfermedades. Si se estresan, por ejemplo, sus defensas se van inmediatamente al suelo y el “guaca” -como le llaman sus cuidadores- puede contraer un virus. Es complejo, pero se han sorteado barreras.

Actualmente, son cinco los ejemplares de guacamayo rojo los que están siendo entrenados para tener una vida libre en Iberá. La primera liberación fue en 2015 y hoy ya son 16 los ejemplares reintroducidos y 24 los que circulan y están siendo monitoreados.

Guacamayos en Iberá.
Guacamayos en Iberá. Foto: Bárbara Tupper.

Tras los pasos del oso hormiguero gigante en San Cayetano

Un espectáculo que va más allá de nuestra capacidad de comprensión. El oso hormiguero gigante es un animal rarísimo, elegante, juguetón, peligroso. Su degradé de grises, marrón, negros y blancos, su pelaje duro y largo, su tamaño y sus más de 40 kilos de peso parecieran no condecirse con alguien que come hormigas.

Oso hormiguero.
Oso hormiguero. Foto: Bárbara Tupper.

Tiene una trompita extensa. No posee dientes. A través del agujero que hay en su hocico largo y tubular, sale una lengua negra en forma de bombilla por la cual bebe y come. Una rareza para nuestro ojos poco acostumbrados a tamaña criatura. De los dos ejemplares que hay en el centro de Rewilding Argentina en San Cayetano, uno es juvenil y espera a ser liberado dentro de un año más. No está acostumbrado a las visitas, salvo a las de sus cuidadoras, Giselda Fernández y Alicia Delgado, responsable del centro y de este proyecto. Nuestra presencia significa juego para él, al parecer. Nos deslumbra. Da saltos y corre de un lugar a otro como niño de jardín de infantes. Toma ramas con sus garras -de 10 centímetros de largo y que pueden abrir de cuajo a un puma o un jaguar- y las lanza por el aire. Se acerca a las rejas y nos huele profundamente e intenta lamer nuestras manos.

Antes de encontrarnos con los osos, conocemos a Rosario, la nutria gigante que viene llegando de Estados Unidos. También nos encontramos con dos ejemplares de ocelote que han sido rescatadas y miran con indiferencia desde el otro lado de sus recintos. Además, hay tortugas yabotí que disfrutan del calor inesperado del “verano de San Juan”.

Ocelote.
Ocelote. Foto: Bárbara Tupper.

El oso hormiguero gigante, cuya población cayó en desgracia por la pérdida de bosque y por la caza, es el más grande de los osos hormigueros y generalmente vive en solitario. Puede llegar a mover su lengua unas 150 veces por minuto para comer. Nunca destruye los nidos de las hormigas, y en general encuentran su alimento a través del olfato.

Oso hormiguero en busca de alimento.
Oso hormiguero en busca de alimento. Foto: Bárbara Tupper.

Esta fue la primera especie reintroducida por Rewilding Argentina en Iberá, en 2007. Desde entonces, la fundación ha rescatado más de 120 ejemplares, de los cuales se estima que ya son 200 los que circulan en Iberá. Alicia y Giselda se sonríen cada vez que hablan de ellos. Y cómo no, si hace casi veinte años que los cuidan.

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