La erupción del cordón Caulle, en junio de 2011, dejó una superficie de 500 km2 cubiertos de piedra pómez fragmentada y otros despojos volcánicos. Tras ella, murieron árboles y el escenario se tornó gris. Sin embargo, a pesar del daño perpetuado a los bosques y de lo dramático que las personas lo podamos encontrar, las erupciones son parte de los ciclos naturales y, en general, tienen un lado beneficioso ya que aportan material volcánico al suelo, dejándolo mucho más fértil en el largo plazo.

Datos de disparo:

Cámara: Nikon D3X

Lente: 24.0-70.0 mm f/2.8

Diafragma: f 8.0

Velocidad: 1/250 seg

ISO 800

 

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