Este martes 5 de junio el Presidente Sebastián Piñera dio a conocer el Plan de Descarbonización de la Matriz Energética (Energía Zero Carbón),  que pretende terminar con las centrales a carbón en el país, que hoy corresponden al 40% de la generación eléctrica de Chile.

Durante la ceremonia, en la que lo acompañaron las ministras de Energía y Medio Ambiente, Susana Jiménez y Carolina Schmidt, el mandatario confirmó que el plan se desarrollaría en dos etapas: la primera contempla el cierre de 8 centrales –principalmente las más antiguas–, mientras que el año 2040 se ha fijado como fecha tope para el cierre definitivo de todas las centrales a carbón convirtiendo a Chile en un país carbono neutral para 2050.

“La primera etapa tiene como objetivo cerrar ocho centrales termoeléctricas de aquí a cinco años. En Iquique, una. En Tocopilla, cuatro. En Puchuncaví, dos, y en Coronel, una”, sostuvo el Presidente Piñera quien aseguró que este cronograma pretende “evitar que aumente el precio de la energía. Cada cinco años iremos revisando cómo continuar con este plan”. La propuesta presentada surge como resultado de la Mesa de Descarbonización desarrollada desde el 2018 entre el Ministerio de Energía y las empresas eléctricas Colbún, AES Gener, Engie y Enel  que operan estas unidades en el país.

Entre los primeros en aplaudir la iniciativa se encontró la Asociación Chilena de Energías Renovables (ACERA) cuyo director Ejecutivo, Carlos Finat, afirmó: “El anuncio del Presidente de la República es muy importante y creemos que es muy positivo, ya que asegura el retiro de 1.000 MW de las centrales más antiguas, y por lo tanto, las más contaminantes y de mayores emisiones de CO2, además de establecer dos metas de largo plazo, que sonel retiro total del carbón al año 2040 y que Chile alcance un estado neutro en emisiones de CO2 como país al año 2050. Esto nos pone a la cabeza de los países en Sudamérica y a nivel mundial”.

Sin embargo el panorama fue distinto para las organizaciones ambientales, quienes cuestionaron la falta de ambición del plan presentado por el Gobierno.

Llama la atención la falta de ambición y urgencia por parte del presidente a la hora de presentar esta hoja de ruta en el plan de descarbonización del país. Se ha desperdiciado una oportunidad histórica para haber avanzado en el pronto cierre de las zonas de sacrificio. La verdad es que es perfectamente posible un plan que considere tener cerradas todas las plantas el año 2030 y el cierre inmediato de las ocho plantas que el presidente anunció que serán cerradas al 2025”, dijo al respecto Matías Asun, director nacional de Greenpeace en Chile quien además lamentó que no se diera prioridad a las zonas de sacrificio que, en la práctica, no verán ningún cambio para cuando comience la Cumbre del Clima y a quienes, por el contrario, se ha entregado “la condena oficializada del carbón para las zonas de sacrificio por otros 20 años”, agregó Asún.

Puchuncaví ©Alejandro Olivares
Puchuncaví ©Alejandro Olivares

 “La letra chica del anuncio, sin embargo, es que estaremos retirando las centrales cuando hayan cumplido literalmente el doble de su vida útil”, sentenció el representante de Greenpeace.

Algo similar opina Ricardo Bosshard, director de WWF Chile: “Hoy parte un camino concreto y con plazos definidos para empezar a descarbonizar Chile, lo que valoramos, pero los esfuerzos aún no son suficientes y el desafío del cambio climático nos exige mayor urgencia y ambición”. Bosshard, además, recalcó que este es el momento de demostrar más audacia climática y de empujar los límites dentro de lo posible. “Chile, como anfitrión de la COP25, tiene la oportunidad, pero también el deber de empujar al resto de los países a metas y plazos más ambiciosos, por lo tanto es clave que este Plan de Descarbonización pueda ir revisándose y ajustando sus fechas, como lo indicó el Presidente. Debemos tener una matriz energética con 100% renovables al 2030”, precisó Bosshard.

Aún más críticos fueron en Fundación Terram, quienes destacaron las ambigüedades del plan presentado por el presidente. “La matemática es simple: el gobierno de Sebastián Piñera anunció el cierre de dos centrales termoeléctricas en 2019, con lo que se restarán 170 MW de la matriz energética nacional, sin embargo, solo hace unos días entró en operaciones una nueva unidad en Mejillones con una capacidad de 375 MW. En conclusión, el plan de descarbonización parte con más carbón durante 2019”, destacaron en un comunicado.

Dentro de las deficiencias que describen en la organización, se encuentra que en 2021 ninguna central será cerrada y el plan posterga hasta 2022 y 2024 el cierre de termoeléctricas en Quintero y Puchuncaví, “incumpliendo los compromisos asumidos con aquellas comunas y sentenciándolas a mantener su calidad de Zonas de Sacrificio, manteniendo la afectación de la calidad de vida de sus habitantes, quienes han sido expuestos a reiterados episodios de intoxicación masiva durante el año pasado”.

©Cortesía Fundación Terram
©Cortesía Fundación Terram

Ante este escenario Hernán Ramírez, investigador asociado de Fundación Terram,  calificó la propuesta de descarbonización como “una vergüenza, en especial si consideramos el cierre de dos termoeléctricas de AES Gener recién en 2022 y 2024 en el Parque Industrial Ventanas, conociendo su responsabilidad en la condición de deterioro ambiental que sufren los habitantes Quintero y Puchuncaví. Lo mismo sucede en Huasco, Tocopilla y Mejillones, comunas donde la empresa también está presente y no se considera el retiro de alguna de sus 17 unidades que operan en Chile”.

Junto con ello, destacan el caso de Tocopilla en donde el año pasado la empresa francesa Engie ya se había comprometido a cerrar dos de sus termoeléctricas para abril de este 2019 –algo que todavía no ha sido concretado– y que, por lo tanto, no representa ninguna novedad en el anuncio del presidente, y por el contrario, “continúa siendo una deuda”. “Es impresentable que las centrales de Engie, que en un principio se intentaron vender sin resultado, hoy se muestren como un gran compromiso de cierre. Ahora, la misma empresa acaba de inaugurar otro proyecto en Mejillones con muchos más MW de potencia instalada, siendo inaceptable la actitud del gobierno de permitir que en un año donde se anuncia el cronograma de descarbonización y además seremos sede de la COP, tengamos una matriz eléctrica más carbonizada”, enfatizó Gary Gonzalez, economista de Fundación Terram.

Finalmente desde la fundación destacan que el mandatario usó el término “estado de reserva estratégica”, asegurando que algunas de las centrales que dejen de funcionar se mantendrán con posibilidad de reanudar sus actividades en caso de que el país necesite generar una mayor cantidad de electricidad. “Esta condición, no implica un cierre definitivo, sino que, por el contrario, otorga a los compromisos de descarbonización una cuota de incertidumbre importante, pudiendo revertir los cierres de las centrales y con ello retroceder en el proceso de limpieza de la matriz energética”, explican antes de tildar la propuesta de “ser un acto propagandístico más que una voluntad real de avanzar en la descarbonización”.

“Incumple los plazos asumidos en compromisos internacionales, profundiza y mantiene el estado de las Zonas de Sacrificio, permite la iniciación de actividades de una nueva termoeléctrica y no entrega certeza sobre las posibilidades de alcanzar la condición de país carbono neutral, sobre todo considerando que el plan es voluntario para las empresas”, sentencian.

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