A fines del mes de septiembre tuve la oportunidad de conocer el Parque Nacional de Serengueti en Tanzania, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1981 y donde sus más de 14.000 km2 de naturaleza virgen protegida lo convierten en uno de los mayores refugios de la vida salvaje en el mundo.

Su nombre en lengua masai significa «La Llanura Infinita». Su inmensidad en 180º, impresiona con las típicas acacias y pequeños lomajes que reciben a los lejos el clásico atardecer bajo el cálido sol de África.

©María Teresa Zegers
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El parque también es famoso por las migraciones anuales que no tienen principio ni fin, ya que siguiendo las lluvias, miles de animales principalmente ñus, cebras y gacelas Thomson se desplazan constantemente.

Los ñus son una raza muy especial y me parecen como una especie de simbiosis entre varios animales: antílopes, vacas, búfalos u otros.  Son nómades y es impresionante saber que aproximadamente 1 millón de ellos, deambulan incesantemente largas distancias en búsqueda de tierras fértiles.

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La gran migración

Hasta el mes de agosto las grandes manadas de ñus se encuentran en la región noreste del parque, el Masai Mara en Kenia, desde ahí cuando la estación se torna seca por la falta de lluvias, comienzan a migrar hacia el sur en busca de pastos frescos. Durante este trayecto, deben superar su mayor prueba del viaje, cruzar el río Mara, que nace en Kenia y desemboca en el lago Victoria en Tanzania.

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Es por esto que nuestra idea, dado que también veníamos viajando desde Reserva Masai Mara, era llegar justamente a fines del mes de septiembre a “La llanura Infinita” para poder ser testigos, de la gran migración de África y que finalmente sería una de las visiones mas impactantes que me tocaría presenciar en toda esta aventura.

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Desde el primer día que llegamos al Serengueti nos llamó profundamente la atención la gran cantidad de ñus que se encontraban pastando todos juntos, entre medio de grandes animales, en las cercanías del río como esperando que ocurriera un algo.

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Por instrucciones del guía, esperamos dentro del jeep escondidos tras unos árboles para que no fuera evidente nuestra presencia. Era increíble divisar como llegaban y llegaban más ñus a este encuentro que sería tan importante.

Torpes y nerviosos rumiaban todos los ñus aglutinados, y parecían una masa de hormigas donde su indecisión los podría hacer pasar horas de espera.  Cambiaban a ratos de rumbo y retrocedían, lo que por algunos momentos, nos hacía perder las esperanzas de visualizar su cruce.

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Al lado opuesto de la ribera veíamos también a muchos buitres y cocodrilos poco visibles, que calmadamente y al ritmo de la naturaleza esperaban su banquete anual.

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En un instante, nuestro guía se puso alerta y aceleró a fondo a buscar posición para lograr una mejor visualización de lo que iba a ocurrir. Había notado que un valiente ñu se lanzaba al río con gran decisión. Es ahí cuando la manada unida se decide a cruzar.

©María Teresa Zegers
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Fue realmente impactante y a la vez tremendo ver toda esta cantidad de animales cruzando el río desesperados y nerviosos, mientras otros que venían corriendo de la parte mas alta produciendo un inmenso tierral, saltaban desde las laderas.

Este gran espectáculo de la naturaleza, duró alrededor de 20 minutos y realmente era dramático. Algunos quedaban en el camino seguramente heridos, y da mucha pena pensar que si hubiesen pasado por alguna costa cercana más angosta quizás lo hubieran logrado, ya que el caudal del río no es alto en esta época del año. Además que ya habían recorrido muchos kilómetros librándose de otros grandes depredadores.

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Nos sorprendió ver como algunos pocos que ya habían cruzado, volvían al río en en sentido contrario quizás en busca de algún «familiar»,  pero pronto tendrían que unirse solitarios a la manada.

Nosotros que nos encontrábamos al frente presenciando el dramático cruce, de pronto en menos de una hora, estábamos rodeados de miles de ñus, que felizmente habían logrado la hazaña y estaban ahora tranquilamente pastando de nuestro lado.

Ciclo de la vida

Se calcula que 6.000 ñus mueren cada año en esta travesía, pero todo no es en vano, ya que esto sirve de sustento para el resto de las especies que habitan en la cuenca del río, proporcionando también nitrógeno terrestre, fósforo y carbón a la cadena alimenticia del río, que también constituye parte fundamental de los nutrientes de peces y otros pequeños animales de la región.

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Así es la cadena del ciclo de la vida, sin duda una vida salvaje de supervivencia sorprendente que impacta hasta lo mas profundo y que seguramente en la próxima estación serán otros los valientes que queden en el camino.

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