Atrás quedaron los populares balnearios que cada verano se llenan de gente convirtiendo la búsqueda de un metro cuadrado de arena en toda una hazaña. Hoy pareciera haber una tendencia diferente, que antepone el descanso y la conexión con la naturaleza, a la popularidad del destino.

Así son cada vez más las parejas jóvenes y matrimonios de jubilados, los que van en busca de aquellos lugares más desconocidos,  y en algunos casos incluso al borde del secretismo, para invertir e instalar su casa de veraneo lejos de la ciudad.

©Cecilia Fernández
©Cecilia Fernández

Uno de esos destinos que de a poco ha atraído a un mayor número de personas, es el sector de Huentelauquén. Para muchos, el nombre resuena por las famosas empanadas de queso de la Hacienda Huentelauquén, una parada obligada para quienes se dirigen desde la capital hacia el norte a ciudades como Ovalle o La Serena y viceversa. Pero otros, han encontrado en su costa ese anhelado rincón en el que disfrutar de la brisa marina, practicar deportes o compartir en familia, lejos del ajetreo citadino y el bullicio constante del balneario de moda.

©Cecilia Fernández
©Cecilia Fernández

Tal es el caso de Cecilia Fernández (61), quien hace diez años conoce el sector de Huentelauquén y hace sólo dos decidió invertir en un terreno en Aguadulce. “Lo que más me gusta de este sector, es la paz y soledad, y que la distancia a Santiago te permite ir los fines de semana. Me decidí a comprar un sitio, porque la posibilidad de tener una casa encima de la playa, me fascina”, cuenta Fernández quien pasó gran parte del verano en su casa junto a su familia.

Aquí, cuenta, ha encontrado un entorno agradable y relajado en el que ha conocido a otras familias y hecho nuevos amigos. “Estamos juntos en la playa y nos juntamos en las casas. Es muy divertido, porque somos tan pocos que es como los veraneos antiguos, lo pasamos increíble con los vecinos”, asegura y acto seguido, dice que ni siquiera ha tenido tiempo de recorrer los alrededores excepto por la visita que hizo a la ciudad de Ovalle.

Mirador al final de las pasarelas de madera diseñadas por el paisajista Juan Grimm ©Juan Grimm
Mirador al final de las pasarelas de madera diseñadas por el paisajista Juan Grimm ©Juan Grimm

Para Gabriela Carrasco, fue amor a primera vista. Hace un año y medio, mientras vacacionaba en Ensenada, decidieron salir a recorrer la costa junto a la familia y llegaron hasta la playa de Aguadulce. Ese primer encuentro fue suficiente para decidirse a instalar aquí la casa en la playa que anhelaba. “La playa es maravillosa, es un lugar precioso, con un ambiente tranquilo y familiar. Mi cuñada también compró así que vamos a ser vecinas”, comenta.

Si bien su casa aún está en etapa de construcción la familia no ha perdido la oportunidad de ir al menos por el día. “Lo que más disfrutan los niños es el mar. Hacen body y el agua tiene la temperatura justa, no es helada como en la V  Región y  las olas son espectaculares sin que sea peligroso”, asegura.

©Aguadulce
©Aguadulce

Al interior del loteo de más de 260 hectáreas de Aguadulce, se encuentran espacios como el Parque Lineal y la pasarela de madera que lleva hasta un pequeño anfiteatro frente al mar. Sobre ellos, Gabriela Carrasco comenta: “Los senderos y los parques son realmente lindos, bien cuidados y son muy agradables de recorrer para toda edad, hemos idos con los niños y nuestros papás y todos han disfrutado. El paisajismo y la calidad de la urbanización es uno de los factores que consideramos para tomar la decisión de compra”.

Cecilia Fernández, por su parte, está completamente encantada con la caleta de pescadores artesanales de Puerto Manso, a un costado de la urbanización, donde se puede encontrar una gran variedad de pescados y mariscos frescos. “En verdad es un privilegio increíble, comimos pescado cada vez que los pescadores salían a pescar”, dice entusiasmada.

Caleta de pescadores ©Aguadulce
Caleta de pescadores ©Aguadulce

Pero más allá de su tranquilidad y privilegiadas playas, Huentelauquén cuenta con otro gran atractivo: su ubicación geográfica. Está lo suficientemente aislado para asegurar un momento de relajo y lo suficientemente cerca de otras localidades y atractivos para realizar paseos por el día. Entre ellos, se cuentan la visita al Humedal de Huentelauquén, al valle de Illapel (a 90 km de Huentelauquén) o a la Reserva Nacional Las Chinchillas ( a 88 km), donde se pueden realizar diversas actividades como trekking; además de conocer el embalse Cogotí, cerca de la localidad de Combaralá (a 97 km), entre otros.

©Romina Bevilacqua
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