El sueño de unir Alaska y Tierra del Fuego a través de senderos: el proyecto de la Red Panamericana de Senderos
La Red Panamericana de Senderos es un proyecto que busca unir Alaska y Tierra del Fuego a través de un entramado de senderos por todo el continente americano, que puedan ser recorridos en forma no motorizada. Si bien hay países que han avanzado en esta materia, como Estados Unidos, Canadá y Brasil, en Latinoamérica por lo general todavía hay mucho que hacer. Sebastián Infante, director ejecutivo de la Fundación Sendero de Chile, nos comparte esta columna de opinión en la que explica esta iniciativa, abarcando sus avances, retrocesos y pendientes.
Unir Alaska y Tierra del Fuego a través de un gran tejido de senderos que se despliegue sobre los países americanos del Norte, Centro y Sur, para ser recorridos a pie, en bicicleta o a caballo, en forma no motorizada.
Este es el sueño de crear una Red Panamericana de Senderos, que nació dos años atrás, cuando la World Trail Network para las Américas convocó a un conjunto de representantes de senderos de países latinoamericanos a reunirnos en torno a este proyecto de escala continental.
Fui invitado como director de la Fundación Sendero de Chile, heredera del antiguo proyecto que entre los años 2000 y 2011 se implementara en Chile como parte de una política pública de protección del patrimonio, educación ambiental y ecoturismo de gran despliegue a lo largo de las regiones del país, que, a pesar de haber dejado de recibir un apoyo estatal directo, ha logrado continuar desarrollando programas de senderismo, formación de anfitriones, interpretación ambiental y planificación de senderos.
Volviendo al proyecto, si miramos hacia el norte, las redes nacionales de senderos que tienen en Canadá y los Estados Unidos tienen un gran desarrollo. El Transcanadian trail tiene más de 30 mil km de largo, uniendo las costas del Atlántico, Pacifico y Ártico. Appalachian Trail y West Coast Trail recorren las cadenas montañosas que corren paralelas a las dos costas estadounidenses, sumando miles de kilómetros en cada caso.
Otro país que muestra un gran desarrollo en la materia es Brasil. A partir de la exitosa experiencia del sendero Transcarioca, el modelo de desarrollo de senderos de gran recorrido y conectividad está experimentando un explosivo crecimiento, como resultado del trabajo de cerca de 20 mil voluntarios a lo largo del país, que trabajan en más de 10 mil kilómetros de senderos.
Como resultado de esta experiencia, es que la política pública apoya estas iniciativas a partir del año 2016, en el marco de sus agendas de medio ambiente, deporte y turismo.
El sendero Transcarioca tiene cerca de 170 km de extensión, tras más de 20 años de historia. Transcurre a lo largo de una cadena montañosa inserta en la ciudad de Río de Janeiro, donde destacan los conocidos morros del Pan de Azúcar y el Corcovado. El cordón montañoso corresponde a un mosaico de áreas protegidas de diferente administración (parque nacional, parque estadual y otras formas). El sendero está dividido en más de treinta tramos, cada uno de los cuales ha sido adoptado por una organización de base que se encarga del cuidado y mantención de la senda y la señalización. Se trata de voluntarios que colaboran con los administradores de las áreas protegidas, que se coordinan entre sí en materias legales, de comunicación y promoción, de señalética y cartografía, de restauración ecológica, etc.
En materia de redes nacionales de senderos, el resto de Latinoamérica no muestra el avance que se observa en otras latitudes. No existen procedimientos de homologación de senderos ni un sistema unificado de señalización, aparte de no existir una formación técnica en senderos en los territorios.
Como referencia, los países europeos también tienen redes nacionales de senderos de gran recorrido, cada cual con su organismo articulador (en su mayoría de la sociedad civil y algunas como agencias públicas) y un sistema unificado de homologación y señalización de senderos. Estos organismos nacionales están asociados en la European Ramblers Association, a través de la cual se han habilitado 12 grandes recorridos internacionales europeos que cruzan el continente desde sus distintas aristas conformando una red de gran alcance.
El gran recorrido E1 comienza en el extremo norte europeo en Noruega en Cabo Norte, Cruza por transbordador entre Suecia y Dinamarca y continúa por Alemania, Suiza e Italia, terminando en la isla de Sicilia y totalizando 7.980 km.
El gran recorrido E3 con una longitud total de 6.950 km atraviesa por España, Francia, Luxemburgo, Bélgica, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania y Bulgaria.
Un país como Suiza, con un territorio apenas equivalente a la Región de Coquimbo, tiene 68 mil km de senderos bien mantenidos y señalizados. Un 55% por ciento de la población adulta practica el senderismo al menos una vez al mes, siendo la actividad deportiva más practicada por los suizos.
Pero, ¿cómo vamos por casa? El proyecto del Sendero de Chile había logrado al año 2010 habilitar más de 35 tramos a lo largo del país, sumando más de 1.200 km de longitud, de un total de 8.500 proyectados. En ellos se desarrollaron cientos de experiencias de salidas de educación ambiental al aire libre, programas de apoyo a comunidades aledañas al sendero, cuerpos de voluntarios y salidas de ecoturismo.
Decisiones políticas de autoridades pasadas del Ministerio del Medio Ambiente pusieron término a este sueño que vuelve a dar señales de vida cuando nos llaman desde fuera los senderistas de América. Si queremos proteger nuestra biodiversidad, promover el desarrollo rural en base al ecoturismo y la educación ambiental, facilitando el acceso a las áreas naturales por parte de la población, Chile deberá sacudirse de la modorra de no contar con una política pública de senderos, tomando en cuenta la vasta experiencia internacional y las necesidades de contacto responsable con la naturaleza de las personas.