El nacimiento de una leyenda: Mocha, la puma sin cola de la Patagonia
Nuestro colaborador invitado del mes es Christian Muñoz-Donoso, quien en este artículo nos cuenta cómo hace unos años vivió una experiencia única al encontrarse frente a una madre puma y sus cachorras, una de ellas sin cola. Esta es la historia de una singular puma nacida en Torres del Paine a la que muchos conocen como Mocha. ¿Cómo fue ese primer encuentro? y ¿Qué es de Mocha hoy? Encuéntralo aquí en exclusiva para Ladera Sur.
Texto y fotografías: Christian Muñoz-Donoso. Fotografías de apoyo: Rodrigo Moraga.
A fines del año 2012 me ofrecieron la posibilidad de volver a trabajar en Chile. 12 años habían pasado desde la última vez que estuve en mi país. Para mí ésta era la oportunidad de volver y saldar una deuda personal que había llevado conmigo por muchos años: realizar un documental de mi país al nivel de las más grandes producciones internacionales.
Varias fueron las locaciones de filmación, pero la que más me marcó fue Torres del Paine.
Fue el 2 de abril del 2013 cuando llegamos a Torres del Paine, con René Araneda y Wayne Te Brake, ambos guías de Safari certificados, y mi hijo Christiaan, cineasta como yo. En el equipo contratado para el apoyo en terreno estaba Rodrigo Moraga y Cristina Harboe y como apoyo adicional se nos unió Diego Araya, un guía de foto-safaris con más de 10 años de experiencia en Torres del Paine. Nuestro objetivo: Filmar pumas en su ambiente natural. Aunque aún no lo sabíamos, ese sería el nacimiento de nuestro documental Wild Expectations exhibido por Discovery Channel y Animal Planet y que más tarde derivaría a lo que ahora es nuestra serie Wild Chile.
En nuestro primer día, mientras Rodrigo y Cristina ya habían dejado el hotel en busca de pumas, el resto del grupo preparábamos cámaras, micrófonos y todo el equipo necesario para filmar y fotografiar a los pumas en estado silvestre. Aún no amanecía cuando tuvimos el primer llamado por radio: Un puma alimentándose de un chulengo al lado del camino. No llegamos a tiempo para filmarlo, pero ese fue un buen indicio de cómo sería el día.
Alrededor de las 10 de la mañana nos encontramos con Diego quien propuso visitar unos conglomerados usados frecuentemente por los pumas para descansar. Ahí encontramos dos pumas. Uno de ellos había tratado de cazar unos guanacos que se alimentaban en una vega cercana y después del fallido ataque, se habría escondido en un bosquete de ñirre. El otro continuaba en los conglomerados.
Luego de una rápida planificación decidimos separarnos. Mientras el grupo esperaba en el punto de observación, Rodrigo y yo nos acercamos a la base del conglomerado para tratar de lograr alguna imagen del puma. Estábamos a 100 metros y lo único que se veía era parte de la cabeza, así que decidimos esperar. No pasó mucho tiempo y el puma se movió sigilosamente entre las grandes rocas. Nosotros nos movimos en forma paralela, pero no veíamos al puma en ningún lugar hasta que Cristina, que miraba con binoculares, nos avisó por radio que el puma estaba no muy lejos de nosotros. ¡Efectivamente el puma se encontraba agachado a no más de 10 metros de nosotros! Pero algo que me incomodó ocurría con este puma, sus orejas estaban bajas y su cabeza y cuerpo temblaba. Estaba completamente asustado. Era la primera vez que veía un puma en estas condiciones, muy diferente de aquellos con los que trabajé en los 90’. ¿Quizás la persecución por los estancieros y sus perros los han hecho llegar a este nivel de temor al ser humano? Quién sabe… Lo que sí era seguro es que tenía que retroceder para darle espacio y la oportunidad de volver a la tranquilidad a la que están acostumbrados.
Después de 15 minutos volvió a su comportamiento normal, salió de su escondite entre las rocas y mostró la majestuosidad de los grandes felinos. Esta experiencia me dejó muy claro lo que NO debemos hacer para tratar de filmar o fotografiar los pumas de Torres del Paine. Muchas veces y en forma lamentable he sido testigo de cómo, por lograr una buena fotografía o filmación, se pierde el respeto a los animales que nos entregan estos momentos íntimos, produciéndoles estrés innecesario y poniendo en riesgo la integridad de los animales y la de los propios fotógrafos.
Al final de la jornada la cuenta fue de cinco diferentes pumas y buenas imágenes de uno de ellos.
Un encuentro inesperado
Para el 10 de abril habíamos visto y filmado varios pumas cada día y esta mañana no sería diferente. Unos días antes en una conversación con José “Wayaja” Vargas, uno de los guardaparques de Conaf, me había mencionado que uno de sus colegas habría visto una hembra de puma con dos cachorros y uno de ellos no tendría cola. Pregunté si habían registros fotográficos o video, pero me indicó que no había nada y que no los habían vuelto a ver. En ese momento no sabía que pronto sería yo el que tendría la oportunidad de filmar y fotografiar una íntima e inédita escena entre esta madre y sus cachorros.
Ese día nos separamos como cada día y yo junto a Mauricio Moris Sánchez, el barman del Hotel donde nos hospedamos y al que invitamos ya que trabajando en medio del parque nunca había visto un puma silvestre, nos dirigimos al sector del Lago Sarmiento. Después de un encuentro cercano con un puma juvenil, de no más de 2 años, que se acercó desde una distancia de 500 metros hasta llegar a 5 metros de nosotros y al que tuve que ahuyentar aplicando las normas de seguridad en estos casos – fue una experiencia que Mauricio nunca olvidaría– nos devolvimos a la van. Habíamos recibido un llamado indicando que Diego había encontrado un puma escondido en unos matorrales no muy lejos del camino con un carneo, por lo que nos dirigimos a ese lugar.
Hoy, la nueva regulación de CONAF no permite acercarse a los pumas a menos de 100 metros, «pero eso claramente los pumas no lo saben», dice Christian.
Eran alrededor de las 10 de la mañana cuando llegué a la loma donde se encontraba Diego y dos de sus clientes observando el puma entre unos matorrales. Había pasado menos de un minuto desde mi llegada cuando aparecieron unas orejas y ojos entre el arbusto al que Diego estaba indicando. Un guanaco que había cazado esa madrugada estaba no muy lejos cubierto con ramas. Claramente la espera para que este puma saliera de su escondite sería larga.
Aunque era un día soleado corría un viento persistente y muy frío. Por lo que inmediatamente después de instalar mi cámara me escondí detrás de unas matas de calafate a esperar junto a Diego y sus clientes. Pasaron las horas, el viento era más rudo y el frío se sentía a través de mi traje térmico. El frío o la paciencia fueron más fuertes para Diego y sus turistas, quienes decidieron ir en busca de René, Wayne y mi hijo ya que ellos habían estado con el puma del lago todo el día.
Ya pasaban de las 5 de la tarde y el puma no hacía nada más que mostrar su cabeza de vez en cuando. Hasta que sin preámbulo se movió, se sentó con medio cuerpo saliendo de entre los arbustos y para mi sorpresa emitió el sonido típico de una hembra llamando a cachorros, pero después de varios minutos no se vio nada.
Mientras filmaba cada movimiento del puma algo llamó mi atención en la ladera que se encontraba frente a mí. Era algo pequeño que corría en dirección al puma ¡era el cachorro sin cola que mencionó el guardaparques! Luego apareció un segundo. Ambos corrieron rápidamente en dirección al adulto y saltaron sobre ella… era su madre que los recibió con mucha ternura. Con mi cámara filmando en todo momento seguí cada movimiento de los cachorros y su madre, sabiendo que en cualquier minuto ella se los llevaría para mantenerlos seguros, lejos de mi presencia y perdería la oportunidad de captar momentos íntimos en la vida de un puma que muy pocos han tenido la oportunidad de observar en estado silvestre.
Mientras los filmaba nacía la curiosidad en mí por saber cómo ese cachorro habría perdido su cola. ¿Nació así o la habría perdido posteriormente? Eso es algo que jamás se sabrá.
Por ahora lo único que sabía era que los dos cachorros eran aparentemente hembras de más de 4 meses de edad, ya que sus manchas oscuras no están muy presentes a esa edad. Podrían haber nacido en diciembre de 2012.
Durante casi media hora los cachorros y su madre jugaron frente a mí como si yo no existiera y luego, tan repentinamente como llegaron, se fueron. Esa fue la media hora más increíble que había pasado hasta entonces con algún animal en Chile. Además estaba registrando en cine digital y fotografía las primeras imágenes de los pumas que luego se transformarían en una leyenda. ¿Qué más podía pedir?
Inmediatamente cuando llegó la van con mis compañeros, decidimos dejar a Rodrigo y Cristina en el escondite y nosotros volveríamos al amanecer ya descansados para seguir filmando durante el día. Al día siguiente, aún no salía el sol y ya estábamos de regreso en el lugar. Rodrigo y Cristina no estaban en el escondite, iban tras la madre y los cachorros en dirección al lago Sarmiento. ¡Efectivamente la familia de pumas había regresado esa noche!
Por prudencia y para evitar estrés innecesario en los animales, decidimos no unirnos a Rodrigo, Cristina y Diego, ya que sería demasiada presión para la madre y sus cachorros. Además sabíamos que existía una gran probabilidad de que la madre los volviera a traer al carneo al final del día, si ya lo habían hecho anteriormente.
Volvimos un par de horas antes del atardecer. René y Wayne esperarían conmigo en el escondite y mi hijo esperaría en una ladera un poco más alejada para filmar imágenes desde otro ángulo.
Pasaron las horas y nada, solo quedaban 45 minutos para que perdiéramos la luz que necesitábamos para poder filmar. Ya habíamos perdido la esperanza cuando apareció la puma caminando hacia nosotros con sus cachorros. Caminó hasta unos 50 metros de nosotros, pero esta vez se mostraba más nerviosa que la tarde anterior. Su mirada estaba concentrada en nuestro escondite. Claramente sabía que había algo más en esa estructura desconocida para ella.
René y Wayne estaban tan fascinados como yo lo estaba el día anterior. René, como es usual, no tardó en darles un apodo a las hermanas, The Sister y Tailless, La Hermana y Sin-Cola (coloquialmente Mocha) Tailless parecía más despreocupada y juguetona que la hermana, ella era más cautelosa y siempre miraba a su alrededor. Pero dentro de la fascinación de estar compartiendo los momentos más íntimos en la vida de una familia de pumas, la pregunta surgió inmediatamente entre todos. ¿Será capaz de sobrevivir esta pumita sin su cola? Eso no lo sabíamos en ese momento, pero nos retiramos con el objetivo de volver y dar respuesta a esa incógnita.
Años más tarde…
Ya de regreso en mi casa en Estados Unidos, varios meses después, los guardaparques de Torres y fotógrafos me dijeron que Tailless y La Hermana aún sobrevivían y se mantenían en la misma zona. Casi un año después de encontrar a las hermanas, mi hijo y yo fuimos contratados por la BBC Natural History Unit para filmar los pumas en Torres del Paine para la serie “Patagonia: Earth’s Secret Paradise” (aka Wild Patagonia), estábamos felices de poder tener la posibilidad de ver a las hermanas y con suerte firmarlas nuevamente ya sin la custodia de su madre.
Pensé que podría tomar más tiempo encontrarlas, pero el primer día de filmación ahí estaban ellas, 20 veces más grandes de lo que las había visto el otoño pasado. Fue un mes intenso donde la historia principal del primer capítulo de la serie de BBC terminó siendo parte de la vida de las hermanas.
En agosto de 2014 todo el equipo de Wild Expectations estábamos una vez más de regreso en Torres, esta vez para lo que nos habíamos propuesto la primera vez que filmamos a las hermanas: Volver cuando ellas ya fueran independientes una de la otra y así completar nuestro documental sobre estos pumas tan especiales y que más tarde sería exhibido en Discovery Channel y Animal Planet. Fue una expedición única e intensa, pero nos llevaríamos una gran sorpresa, completamente inesperada, con las hermanas y que cambiaría lo que hasta ahora se pensaba de los solitarios y elusivos pumas.
Durante casi un año las hermanas, aunque separadas, se mantuvieron en su territorio, hasta que Tailless desapareció en el 2015. Un seguidor de Wild Expectations, Itamar Chávez, nos habría enviado una foto de ella que tomó al otro lado del parque. “Fue en el camping Los Perros, a fines de noviembre (2015). Estábamos tranquilamente conversando y de repente aparece entre el bosque, pasa cerca de las carpas y luego se va entre el bosque. La seguimos un rato con un amigo y luego desapareció”, nos escribió Itamar. Esa fue la última vez que se la vio a ciencia cierta en el Parque Nacional Torres del Paine.
Luego de la desaparición de Tailless o La Mocha como la conocen algunos, comenzaron a nacer leyendas e historias muy variadas alrededor de ella y las razones de su desaparición. La historia más común era que la CONAF y el SAG la habrían capturado y liberado en un lugar secreto para evitar la llegada de más foto-safaris y disminuir el riesgo a los animales y a los propios fotógrafos. Otra historia era que los Kusanovic la habrían matado y así muchas más versiones sin pruebas que las respaldaran. Hasta que 14 meses después de su desaparición comenzó a rondar una historia que parecía más creíble. La habrían visto en Argentina a 200 kilómetros de Torres del Paine y además con un cachorro juvenil de varios meses de edad. Esta vez sí habían fotografías.
El 21 de febrero de 2017 apareció en las redes sociales una fotografía de Tailless que aparentemente fue tomada en el sector de Cerro Frías entre Perito Moreno y El Calafate, se dice que andaba con un cachorro juvenil. Diego tuvo acceso a un número importante de fotografías que no han sido publicadas y me comentó que efectivamente se trataría de nuestra amiga. Estaría con una herida en una de sus patas, pero no hay ninguna fotografía con el cachorro y por el comportamiento descrito, queda la interrogante si efectivamente era o no su cachorro. Un video tomado el 7 de marzo del 2016 y que la muestra cruzando el camino en la misma zona, confirma que en ese lugar ya tiene establecido su nuevo territorio.
La Hermana aún merodea y caza en las lomas y conglomerados de Torres del Paine. Recientemente mi hijo Christiaan tuvo la suerte de filmar por primera vez en forma profesional una cacería de guanaco y ese fue un regalo que le entregó La Hermana. Pero Tailless decidió emprender este largo viaje desde la seguridad del Parque Nacional a un área que está rodeada de estancieros conocidos por cazar pumas y además completamente desprotegida, ya que en Argentina no existe una ley eficiente que proteja a estos majestuosos animales de la cacería indiscriminada.
Para los pumas en general su futuro es incierto y más incierto aún es el futuro de un puma improntado como ella, que ve al ser humano como un elemento más del paisaje, pero haremos lo posible por evitar su muerte y así devolverle una mano a nuestra amiga que tanta satisfacción nos ha entregado. Creo que esta historia aún no termina y estas hermanas tienen mucho más por entregarnos.