Los océanos juegan un rol vital en la regulación de la atmósfera, la temperatura y la existencia de vida en nuestro planeta. No es casualidad, ya que cubren el 70% de la superficie terrestre. Para nosotros los humanos, la inmensidad del universo marino ha sido durante milenios fuente de inspiración, teorías y, por sobre todo, alimento. Sin embargo, estamos en deuda con nuestro hogar acuático. De acuerdo a cifras entregadas por la ONU, cerca de 8 millones de toneladas de plástico al año acaban en los océanos, causando estragos en la vida silvestre, la pesca y el turismo.

La contaminación por plástico le está costando a los océanos la vida de un millón de aves marinas y de 100.000 mamíferos marinos al año. El plástico genera gastos por 8.000 millones de dólares en daños al ecosistema marino, cada año. Más del 70% de la vida en la tierra se encuentra en las aguas marinas, pero solo el 2% de la superficie oceánica está protegida.  Para el año 2025 habrá un estimado de 1 kilo de plástico por cada 3 kilos de peces en el océano. 

©José Gerstle
©José Gerstle

La realidad de nuestro país, además refleja el impacto de la sobreexplotación de especies marinas. Chile está dentro de los diez países pesqueros más importantes del mundo. Con sus 4 mil kilómetros de costa, es el décimo con mayor zona económica exclusiva. Solamente el 30% de nuestro territorio es continental, mientras que el resto es mar (¡Si! 70% de nuestra soberanía). La mayoría de los desembarques pesqueros se exportan o convierten en derivados del pescado, como harina o aceite que alimentan a otros peces de la industria, ocupando nuestro país el 6to lugar a nivel mundial en exportaciones de pescado y productos pesqueros.

Por otra parte, de acuerdo a cifras de la Subpesca al año 2017, el 62% de las pesquerías en Chile se encuentran sobreexplotadas o agotadas. Sin embargo, estas cifras no consideran la pesca ilegal, que se traduce en la explotación de más de 320.000 toneladas anuales, actividad que genera más de 300 millones de dólares/año. El panorama no es prometedor cuando reconocemos los impactos que genera la industria minera, portuaria, energética, acuícola y forestal, en la biodiversidad marina. Nuestro desarrollo económico y cultural, tiene profunda relación con nuestros océanos, por ende, nuestro bienestar está ligado al suyo. Para ello, es de suma importancia poner en primer plano la interrelación río-océanos y la necesidad de la vida costera de disponer cuencas saludables, o sea ríos libres de contaminación e intervención antrópica.  

Un juego para aprender

©Camila Calderón-Quirgas
©Camila Calderón-Quirgas

En este escenario, conocer para proteger es más que una frase cliché. En la mayor parte de las prácticas negativas que ocurren en los océanos, se desconocen sus impactos. Los peces que comúnmente conocemos son aquellos destinados a consumo humano y esta idea de que las especies marinas son inagotables, genera en la población una falta de interés por saber y educar, ya que éstos son entendidos como un recurso y se desconoce la importancia que tienen para el ecosistema. Si una especie sustenta parte importante de nuestro alimento y además es fuente de ingresos del país, con mayor razón las instituciones y población deben conocer sobre su estado, condiciones y rol en el ecosistema, para poder hacer un uso razonable, responsable, y sustentable.

Diversos programas de investigación y educación son dirigidos actualmente por instituciones, ONG’s y grupos de personas particulares, interesadas en poner en valor el patrimonio oceánico de nuestro país. Una de estas iniciativas es el juego “Memorice Peces de Chile”, que busca concientizar sobre la diversidad de peces nativos que habitan en nuestras costas, a través de simpáticas caricaturas. Estas caricaturas de peces chilenos, fueron realizadas por el artista chorero Alberto de Fobos, en el Museo Marino de Talcahuano, hace aproximadamente 40 años, para un un libro para niños de educación, divulgación y valorización.

El museo cerró a fines de los años 80, pero gracias al aporte de una ex oficina de SERNAPESCA como espacio, volvió a abrir el año 2007. Sin embargo, el año 2010 llegó el tsunami que arrasó con todo este nuevo proyecto. Entre los recuerdos, escombros y barro, la familia recuperó una carpeta con algunas de las caricaturas, las que atesoraron. Este año, gracias a la colaboración de diseñadores y científicos, lograron convertir las caricaturas en el juego “Memorice Peces de Chile 1‘’,  de 46 piezas con 23 especies: pejerrey, aguja de mar, castañeta, corvina, anguila, pampanito, congrio colorado, lenguado, cachudito, lisa, bilagay, sardina española, pejegallo, pejerata, torito, pejesapo, merluza de cola, pez luna, chanchito, doncella verde, jerguilla, róbalo y anchoveta. Debido al éxito pronto lanzarán “Memorice Peces de Chile 2”, de 32 piezas y 16 especies: tiburón sardinero, tiburón azul, tiburón canasta, angelote, torpedo, raya guitarra, agujilla, dorado de alta mar, hacha, jurel, merluza española, morena, pejebagre, mariposa, pintarroja y tollo.

©Camila Calderón-Quirgas
©Camila Calderón-Quirgas

Los juegos de mesa en general han tenido un auge importante en este último tiempo. Y es que se han presentado como una forma lúdica de aprender y generar distintos tipos de habilidades blandas, además de convertirse en un espacio de comunión entre grupos de amigos, familiares o incluso desconocidos. Un juego como el memorice permite que los participantes aumenten memoria visual en el corto plazo, mejoren la concentración, desarrollo del lenguaje y habilidades cognitivas. Además, si jugamos a contra reloj, nos acostumbramos a pensar y tomar decisiones rápidamente.

El memorice peces de Chile será indudablemente una de las mejores opciones, no solo para entretener a cada uno de los participantes, sino que además para educar sobre la rica biodiversidad que albergan nuestras costas. Encuéntralo en Taller Siete Colores en Santiago o en Ermitanocl en redes sociales.

«El juego, por inocente que sea, pone al descubierto igualdades y afinidades, porque cuando jugamos con alguien no existen las fronteras, ni las jerarquías, ni las biografías; el juego es un espacio de todos y para todos»

–Albert Sánchez Piñol.

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