COP26, ¿éxito o fracaso?: expertos evalúan alcances de la conferencia
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada este año en Glasgow llegó a su fin este sábado. Aunque algunos celebran los avances, otros consideran que urge ser más ambiciosos si se quieren lograr las metas que recomienda la ciencia. Por primera vez en un pacto de este tipo, se menciona la reducción del uso y explotación del carbón. Además vuelve sobre la mesa una ambición del Pacto de París, que se había difuminado en otras citas, el no superar los 1,5°C de calentamiento terrestre. Conversamos con expertos y líderes de ONG´s chilenas que asistieron este año a la COP26, para saber sus impresiones y principales conclusiones tanto en términos globales como la participación de Chile este año.
El pasado sábado finalizó la versión número 26 de la conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático, con un acuerdo de 200 países que pactaron acciones en el ámbito medioambiental y climático. Los principales compromisos del Pacto de Glasgow -creado a partir de este COP- fueron los siguientes: En primer lugar, se le insta (en lugar de comprometer) a los países desarrollados a duplicar los fondos para los países en desarrollo para ayudarles a adaptarse al cambio climático. También se le solicita a los países a actualizar a más tardar el año entrante sus metas de reducción de carbono para 2030, acelerando su ambición climática, y se hace un llamado para reducir (en vez de eliminar) gradualmente «el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes».
Uno de los temas más relevantes, es sobre la necesidad de «aumentar significativamente el apoyo» a los países en desarrollo más allá de los US$100.000 millones al año, donde se acordó establecer un diálogo entre países para examinar el tema de dinero a cambio del daño que el cambio climático ya ha causado. Bajo el concepto de «pérdidas y daños», se busca que los países desarrollados financien a los países en vías de desarrollo, los cuales son los más afectados por el cambio climático y los que menos emiten.
Por otra parte, en relación al controvertido artículo 6 (pendiente desde el Acuerdo de París) , relativo al comercio internacional de los denominados «créditos de carbono», se logró cerrar el Libro de Reglas, pero dejando aún dudas en relación al control real que se ejercerá sobre este mercado.
Aunque dentro de otros acuerdos este año se destacó la reducción de uno de los combustibles fósiles que más aportan gases de efecto invernadero: el carbón, la mayoría concuerda con que es un avance, pero al mismo tiempo una decepción, porque esperaban medidas más radicales.
Estefanía González, coordinadora de las campañas de Greenpeace en Chile y de Océanos de Greenpeace Andino (Argentina, Chile y Colombia), comenta que este acuerdo “partió con un texto donde se señalaba que se iban a eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y también el carbón y, a medida que pasaron los días se fue diluyendo y en el último minuto de negociación se termina bloqueando y cambiando el concepto de eliminación del carbón a disminuir el carbón. […] Lo que fue súper decepcionante. Sin embargo, es la primera vez que se menciona el tema de los combustibles fósiles y la señal que se le dio al mundo fue bastante clara y la era del carbón se está terminando.”
Por otro lado, Alex Godoy, director del Centro de Investigación en Sustentabilidad (CISGER) de la Universidad Del Desarrollo, y revisor experto de la COP, considera positiva la mención al carbón en esta edición, aunque comparte el sentimiento de decepción comentando “Se ha avanzado, hay que ver si Egipto permite cerrar algo, pero estamos tarde. Porque esa firma era la que se requería para avanzar y curvar las emisiones de cara, ya no hacia el 2050, sino para 2030. Ambiciones máximas, espacios quedan para firmar y terminar, lo que ya sea la implementación y que sea en Egipto o Emiratos Árabes el lugar donde nos podamos responder eso. Una COP frustrante por los acuerdos, esperanzadora por el nivel de avance que tenemos.”
El combustible fósil corresponde al 40% de emisiones de CO2, anuales. Y para no superar los 1.5°C, la temperatura máxima expuesta en el Tratado de París, es necesario reducir la emisión de este gas en un 45%. Godoy comenta que «una COP con avances pero con sabor a frustración. Se esperaba avanzar en la implementación del Tratado de París, y eso era esencial, parte de eso el artículo 6, a pesar de que ahora tenemos la forma de como hacerlo, aun faltan las herramientas para poder avanzar en implementación. Avanzamos en cómo transar, en cómo contabilizar, en temas de transparencia, en algunos casos. Pero aún falta para alcanzar ese acuerdo. Entonces es de dulce, porque hemos avanzado en términos de ambiciones, hoy día las Contribuciones Nacionales (NDC) se acercan a lo del acuerdo de París. En COP21, no era así, las NDC no alcanzaban a bajar de los 2°C. Hoy estamos mucho más cerca de esos 2°C, y por debajo, con vistas a los 1.5°C”.
Otros temas que destacaron en esta negociación de más de 20.000 diplomáticos fue el financiamiento y los acuerdos de pérdidas y daños del cambio climático, aunque no pareciera ser lo suficiente por lo que comenta Ezio Costa, Director Ejecutivo de FIMA: “Siguen dejándose de lado temas que son totalmente necesarios para los países en vías de desarrollo como el financiamiento de la adaptación y que las soluciones a la crisis respeten los derechos humanos. Hay un riesgo grande de que las formas de solución miren solamente a los gases de efecto invernadero y no a los daños ambientales en general.”
Otro punto que recalcaron los expertos fue el acuerdo mundial para escuchar a la ciencia, cerrando espacios al negacionismo, como explica Álex: “Nadie puede decir que el cambio climático no es real. [..] Las próximas COP son en Egipto y Emiratos Árabes, países petroleros”. A este respecto, Ezio Costa también concuerda y asegura “creo que hay un mayor nivel de consenso en torno a la urgencia de las acciones y también un mayor nivel de claridad respecto a algunas acciones que seguramente serán dominantes en los próximos años, como la electromovilidad y el Hidrógeno verde.”
Por otro lado, Estefanía González, opina que “es importante recordar cuál es el contexto en el que estamos, que es una crisis climática y ecológica profunda donde el último informe del IPCC. Se nos dijo que si bien, era técnicamente posible cumplir con la meta de mantener el aumento de temperatura por debajo de los 1,5°C, hacia cada vez más difícil precisamente por los compromisos políticos y hasta que llegamos con compromisos de países que nos llevan a un aumento de temperatura, mucho más de dos grados lo que es un escenario verdaderamente catastrófico.”
¿Cuál fue la participación de Chile?
El país venía de ser anfitrión de las COP25 celebrada en Madrid en 2019. Entregó la presidencia al Reino Unido, al principio de la cita, y también tuvo más presencia en las negociaciones, siendo el océano uno de los puntos fuertes encabezado por Chile. Ademas, fue el primer país en Sudamérica en entregar las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC, según sus siglas en inglés) y Estrategia Climática de Largo Plazo , que consta de 407 metas concretas para reducir las emisiones en todos los aspectos de la sociedad.
El director de Fima comenta la posición de Chile con escepticismo, afirmando “es relativamente positiva, pero cómo sabemos, hacia lo interno no es lo mismo pues se mantienen varias cosas urgentes sin solución, notablemente las zonas de sacrificio y la adaptación en temas de agua, que deberían ser las urgencias.”
Por su parte Waldermar Coutts, director de Medio Ambiente y Asuntos Marítimos de Cancillería, y parte de la delegación chilena de la COP26, analiza el rol protagonista de Chile en la necesidad de conservación de los océanos: «el ambiente para acoger una propuesta oceánica ha sido muy, muy positiva, porque, el secretario Kerry, enviado especial de Biden, siempre ha estado asociado a resaltar el papel de los ecosistemas marinos como sumideros de CO2 y regulador climático. También el ministro Lord Goldsmith también ha planteado lo importante que es el océano a través del impulso de la protección de un 30% del océano global al 2030. Esto nos pone bastante satisfechos. Porque creemos que los ecosistemas marinos se tienen que complementar con lo que ya está escrito en el Acuerdo de París sobre sus pares terrestres, para así llegar al objetivo de los 1,5°C, ya que logran capturar hasta un 10 veces más CO2 que un bosque”.
También destaca el financiamiento como algo primordial para avanzar en la restauración climática, “Un dólar invertido en la acción climática de carácter oceánico tiene retornos de cinco en los próximos 30 años. Entonces, no es solamente por una perspectiva ecológica conveniente incorporar al océano en el corazón de la convención, sino que también desde el punto de vista financiero», apunta Coutts.
Por su parte, Alex Godoy, concuerda en cómo se ve Chile desde el plano internacional, pero también hace una crítica a cómo se traduce nacionalmente. “Chile en un plano internacional, obviamente es uno de los más avanzados. El problema es que eso no se condice con ciertas cosas que hemos hecho internamente, por ejemplo, el proyecto Dominga. Entonces lo global no se condice con lo particular. También cómo vamos a hacer la descarbonización, si ya no tenemos fuentes de energías renovables, porque no tenemos sistemas de potencia. La sequía ya está afectando a las plantas de represas. Vamos a tener desafíos que tendremos que ver en el camino.”
Marcelo Mena, exministro de Medio Ambiente y actual miembro del directorio de Fundación Chile 21, agrega que «la estrategia de mitigación es muy avanzada en comparación con otros países, muy completa y muy comprensiva, sin embargo no se condice con los presupuestos del próximo año lo cual nos hace entrever que esas medidas no se van a aplicar”.