Científicos realizan experimentos cruciales para el avance de la energía marina en Chile
Científicos del Centro de Investigación e Innovación en Energía Marina (MERIC) están analizando el daño provocado por organismos que se adhieren a estructuras sumergidas en el mar y los riesgos que esto podría representar para la viabilidad de proyectos de extracción de energía marina. ¡Más detalles aquí!
En un laboratorio natural anclado en las profundidades de la bahía de Cartagena, Región de Valparaíso, un grupo de científicos del Centro de Investigación e Innovación en Energía Marina (MERIC) lleva a cabo diversos experimentos para encontrar soluciones no contaminantes a un fenómeno común, pero cuyo nombre es muy poco conocido. Se trata del biofouling o incrustación de organismos invasores como bacterias, moluscos, algas y otros, en estructuras sumergidas en el mar. Desarrollar soluciones no contaminantes al biofouling es un paso crucial para el desarrollo de la energía marina en Chile, y por lo tanto, para convertir al país en uno de los principales contribuyentes al desarrollo de las energías limpias a nivel mundial.
El banco de pruebas donde se llevan a cabo los experimentos está ubicado en la Estación Costera de Investigaciones Marinas de Las Cruces (ECIM – UC) y forma parte del primer laboratorio en Chile para el estudio inter-disciplinario del biofouling y la biocorrosión, creado por MERIC, el Centro de Investigación y Desarrollo en Energías Marinas cofundado por el Grupo Naval Energies y Enel Green Power Chile, con el apoyo de CORFO y el Ministerio de Energía.
Allí, los investigadores realizan pruebas para el estudio, por ejemplo, de una especie chilena de hidrozoo que podría ser útil para impedir la instalación de otros organismos más dañinos. Este animal marino con la apariencia de un alga, mide pocos centímetros, es flexible y capaz de cubrir enteramente superficies duras. Para determinadas aplicaciones, por ejemplo aquellas relacionadas a la generación de energías marinas, este pequeño animal podría prevenir la instalación de especies más pesadas o más rígidas que impedirían el funcionamiento de equipos y partes móviles.
Asimismo, los científicos están poniendo a prueba pinturas usadas comúnmente para combatir el biofouling que, por lo general, representan riesgos para el ambiente, por la alta toxicidad de sus compuestos activos, así como distintos materiales con el propósito de determinar los riesgos a los que están expuestos en zonas de alto oleaje y hacer recomendaciones para disminuir las incrustaciones de organismos biológicos para diversas aplicaciones y a diferentes profundidades.
“Estamos probando a distintas profundidades en el mar materiales que se usan generalmente para fabricar embarcaciones y varios de los componentes de las estructuras para generar energía, como el acero, aluminio y HDPE (un tipo de polietileno de alta densidad), para comprobar su resistencia al biofouling, monitoreando mensualmente los experimentos, obteniendo datos de cobertura, peso, fotografías y tipo de organismo para así evaluar en el tiempo el aumento en peso y tamaño de los organismos adheridos”, explica Navarrete.
El siguiente desafío es desarrollar soluciones biomiméticas, es decir, que imiten las propiedades de organismos naturales nativos para combatir el biofouling y sean capaces de actuar en forma duradera disminuyendo al máximo los impactos ambientales. Al respecto, Navarrete señala que “varios laboratorios en Chile están trabajando en identificar sustancias naturales con propiedades anti-fouling y nosotros esperamos que pronto avancen a un estado de desarrollo que permita hacer pruebas en nuestro laboratorio natural”.