Por décadas los pescadores locales lo venían anunciando: en las aguas del Cabo de Hornos habita una especie de orca que luce diferente a las demás. Su cabeza es más redondeada, la mancha blanca sobre el ojo es más pequeña y su aleta más puntiaguda. Sólo hace unos meses, un grupo de científicos internacionales finalmente estuvieron frente a una treintena de ejemplares de este cetáceo cuya existencia era considerada ya un mito.

Durante la expedición los investigadores tuvieron que esperar que los fuertes vientos de Cabo de Hornos se disiparan para poder partir sobre el Australis, una embarcación de 22 metros dedicada a viajes de investigación. Luego, por fin estuvieron frente a la llamada orca de tipo D cuyo primer avistamiento ocurrió hace más de 60 años, cuando en 1955 diecisiete ejemplares encallaron en una playa en Paraparaumu, Nueva Zelanda.

©Proyecto Orca
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Tres muestras de tejido fueron las que lograron sustraer los científicos a bordo y que ahora son analizadas por expertos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).

“Estamos muy entusiasmados por el análisis de ADN. La orca tipo D podría ser el animal más grande no descrito que queda en el planeta y un claro indicador de lo poco que conocemos sobre la vida en el océano», dijo al respecto Robert Pitman, ecólogo y uno de los investigadores que formó parte de la expedición. Son esas muestras las que finalmente determinarán si efectivamente se trata de una nueva especie de orca no descrita para la ciencia.

A esto añadió: «Esta es la orca con apariencia más distinta que haya visto», y comentó que estas orcas son tan distintas –son además más pequeñas que la mayoría de estos animales, con un tamaño de 6,5 a 7 m de largo– que posiblemente no puedan aparearse con las especies tradicionales.

Las diferencias entre la orca común y la de tipo D ©Uko Gorter
Las diferencias entre la orca común y la de tipo D ©Uko Gorter

Según los datos recopilados hasta el momento, principalmente a partir de avistamientos de pescadores y turistas que han logrado fotografiar algunos de estos cetáceos además de unos pocos estudios realizados, estas ballenas aparentemente se alimentarían principalmente de peces y no de mamíferos marinos como focas, como otras orcas. De hecho los pescadores se han quejado en varias ocasiones de lo expertas que son al momento de atacar líneas de pesca, llegando a robar hasta 90 kilos de pescado, según comenta Pitman. También se cree que su distribución sería bastante amplia, habitando preferentemente en aguas de temperaturas extremadamente frías y algunas de las latitudes más inhóspitas del planeta.

©NOAA
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En la expedición,  realizada con la colaboración del Centro de Conservación Cetácea de Chile, participaron: Robert (Bob) Pitman y Lisa Ballance de Estados Unidos; John Totterdell y Rebecca Wellard de Australia; Jared Towers de Canada, y Mariano Sironi de Argentina.

Investigadores que formaron parte de la expedición ©NOAA
Investigadores que formaron parte de la expedición ©NOAA
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