Enrique Oliva (42) no camina. Él corre. A paso firme y zancada larga hacia lo alto del cerro donde nace la vertiente La Cascada. No importan las pendientes, la oscuridad de la noche y el angosto camino de tierra. La ruta se la sabe de memoria. Para la quincena de marzo, este dirigente de la Junta de Vecinos de Batuco (Salamanca) subió a caballo con una manguera de unos 500 metros de longitud: “No fue tan fácil porque había que estirarla. Esta la llevamos a pulso pa’allá, el rollo de manguera, al hombro pa’ allá”, dice Enrique.

Superar la escasez de espacios públicos de encuentro en Salamanca, Coquimbo, es una meta que ha sido abordada por sus propios vecinos y una necesidad de la que ya se están haciendo cargo. La comunidad de Batuco, ubicada en el Valle de Choapa, inauguró el 8 de diciembre de 2018 el Parque Aguas de Totora. “Esto es el comienzo para empezar a sacar adelante la población. Porque, imagínate, nosotros ya con el parque podemos hacer un casino, hacer una canchita, no sé, más adelante se pueden hacer más cosas”, destaca Enrique.

Enrique Oliva ©Mi Parque
Enrique Oliva ©Mi Parque

Fundación Mi Parque, en alianza con la iniciativa Somos Choapa dentro del programa Recreo (Recuperando Espacios Comunitarios), y en colaboración con la Municipalidad de Salamanca, fue la encargada llevar el sueño de los vecinos de Batuco a una realidad que se ajustara a las características geográficas de esa zona de la región de Coquimbo. Un proceso de diseño y construcción participativa que combinó las expectativas de sus habitantes con un enfoque de paisajismo sustentable. ¿Cómo diseñar un espacio de encuentro que no replicara la plaza que se construye en la Región Metropolitana o en el sur de Chile?

Piedra sobre piedra

©Mi Parque
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La minería y la agricultura son las principales fuentes de trabajo de la comunidad de Batuco. Y los espacios para el descanso y el encuentro, los principales ausentes hasta hace un par de meses. Fueron sus propios habitantes quienes postularon un terreno de 1.434 metros cuadrados, en la ladera de uno de los cerros del pueblo, para la construcción de un nuevo espacio público. Un lugar árido y con suelo pedregoso, con pendientes y ninguna sombra natural, donde los únicos árboles existentes eran pequeños espinos Acacia caven. El terreno, hasta ese entonces, era una zona de corrales para las cabras y los cerdos, donde la pirca era la protagonista de todo tipo de instalaciones. Piedra sobre piedra. Un estilo de construcción que fue resignificado en el Parque Aguas de Totora. “Cuando se entiende el paisaje del lugar en específico, se pueden usar las herramientas más adecuadas de él. Por ejemplo, la piedra. Si es un lugar que está lleno de piedras por todas partes, es súper sustentable usar ese mismo recurso para construir”, dice Matías Honour, coordinador de Proyectos de Mi Parque.

©Mi Parque
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En el caso de Batuco, para diseñar el parque desde un enfoque sustentable, se consideraron los elementos del espacio construido y el no construido, entendiendo que el paisaje también nace desde esta dualidad. El proyecto se configura a partir de una gran plaza, contenida por un muro de pirca y dividida en terrazas. Se instalaron sombreaderos, vegetación en jardineras en altura, árboles, luminarias solares y juegos infantiles. Además, desde la plaza se desprenden tres pequeños quinchos, conectados a través de senderos, que se orientan como miradores hacia distintos elementos del paisaje del valle del Choapa.

Vegetación: el desafío de la adaptación

©Mi Parque
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Pimientos, Algarrobos blancos, Molles, Olivos y Parkinsonias son los árboles que, a cuatro meses de la inauguración, crecen poco a poco en el Parque Aguas de Totora. Una selección vegetal que está acompañada de especies herbáceas y gramíneas como la Alstroemeria sp, Achillea filipendulina y Stipa caudata. Enverdecer Batuco con estas plantas y árboles se decidió a partir de un diagnóstico, realizado en base a la clasificación biogeográfica de la región, la cual permite comprender las formaciones vegetales naturales de la zona. “Los vecinos saben reconocer su propio paisaje, es un conocimiento tradicional transmitido por generaciones. Esto sirvió, además, para poner en contexto dónde nos encontrábamos, sus condiciones climáticas y qué vegetación los acompaña naturalmente en esa zona. Después pudimos determinar qué tipo de plantas viven ahí naturalmente y así deducir los requisitos que deben cumplir otras especies para que sobrevivan allá, independiente de que sean nativas o introducidas”, dice Francisca Subiabre, encargada de Paisajismo de Mi Parque. “Si bien la intervención vegetal en la plaza de Batuco es acotada, también es imprescindible. En términos de paisaje, no hay que subestimar la necesidad del verde de nadie, sino que hay que saber adaptarse a la realidad que podemos optar”, agrega Francisca Subiabre.

©Mi Parque
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Sin embargo, no era llegar y plantar. Lo que se hizo en Batuco fue instalar todas las especies vegetales en maceteros elevados ubicados en lugares muy puntuales dentro de un sector confinado. El objetivo era, en primer término, no sobrecargar un espacio que contará con baja mantención y, por otro, que los animales no ingresaran y se las comieran. «Eso también es sustentable porque asegura su sobrevivencia en el tiempo y la capacidad de mantenerse con pocos recursos», explica Matías Honour.

Dos kilómetros de conexión

Vertiente La Cascada ©Mi Parque
Vertiente La Cascada ©Mi Parque

Cuatro rollos de mangueras negras, cada una de 500 metros de longitud, recorren dos kilómetros del cerro donde está ubicado el Parque Aguas de Totora. Si bien los hogares tienen su fuente hídrica, la plaza no podía mantenerse a través del agua potable rural de las casas. La única vía de abastecimiento estaba en la vertiente La Cascada. “Esta estrategia era compleja y evidentemente más cara, pero era la única forma de asegurarnos agua durante el año sin desmedro de la comunidad”, dice la encargada de Paisajismo de Mi Parque. Además, es una inversión pensada no sólo en el parque, sino que también en los otros proyectos que tiene la comunidad para ese espacio, como una cancha o el casino.

El agua para la mantención de las plantas es transportada hoy por una manguera que fue tendida con ayuda de la comunidad. Esta instalación no depende de una bomba, sino que el recurso hídrico baja por fuerza de gravedad dos kilómetros desde la vertiente hasta un estanque que está instalado en la ladera del cerro, a 15 metros de altura sobre el parque. Esta altura asegura que el agua llegue a la plaza con presión suficiente para poder regar por goteo. En un punto intermedio de esta ruta hay centro de válvulas con programador a pila, el cual asegura independencia a una fuente de electricidad. Toda esta obra de ingeniería se traduce en un regado por goteo en tres circuitos. “El goteo es el riego más eficiente de todos los sistemas y acá no podíamos perder agua. Además, así nos aseguramos que se llega directo a la planta y podemos regular muy bien cuánto le está cayendo a cada una a través de un sistema automatizado”, explica Francisca Subiabre.

©Mi Parque
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De diciembre a la fecha, los árboles han crecido a buen ritmo, al compás de lo que las temperaturas y características geográficas de Salamanca lo permiten. El Parque Aguas de Totora se ha convertido en un espacio de unión y responsabilidad de los vecinos de Batuco. Tanto es así, que ya comenzaron a nivelar parte del terreno para la construcción de un nuevo casino para la comunidad. La obra que se instaló para conectar la vertiente con el parque debe estar permanentemente en supervisión y son ellos mismos quienes hacen las observaciones, manteniendo al tanto al equipo de Seguimiento de Mi Parque.

En la penúltima semana de marzo, a unos 1.500 metros del parque, camino a la vertiente La Cascada, una de las conexiones que une dos de las mangueras está bloqueada. Enrique Olivo saca su cortaplumas y rompe el parche negro que él mismo le hizo hace un par de días. El agua empieza a mojar la tierra. Enrique no queda conforme con la revisión. Debe subir hasta donde se inicia la conexión entre la manguera y la vertiente, entre el parque y el agua. Corre hacia lo alto del cerro: “Para nosotros es necesario tener algo donde unir a la gente, donde ir, donde salir en las tardes. Porque no había nada. “¿A dónde vamos?”, decíamos. Ahora podemos decir “¡vamos al parque!”, dice Enrique.

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