En 1993, The New York Times publicó una fotografía que dio la vuelta al mundo. La imagen era clara: un niño, evidentemente desnutrido, estaba en el suelo mientras era acechado por un buitre en Sudán. El registro mostraba la clara hambruna que vivía esa zona por aquellos años. Generó tanto revuelo internacional que recibió un premio Pulitzer en 1994. Kevin Carter, el fotógrafo detrás, tomó el galardón entre un largo concierto de aplausos.

Fotografía ganadora de Pulitzer, tomada por Kevin Carter. El niño, Kong Nyong, siendo asediado por un buitre.
Fotografía ganadora de Pulitzer, tomada por Kevin Carter. El niño, Kong Nyong, siendo asediado por un buitre.

Cuando vio esa fotografía, Francisco Negroni (49) trabajaba vendiendo cassetes. Él no conocía nada sobre fotografía. Pero cuando su mamá le mostró ese famoso registro en una revista, hubo un antes y después en su vida.

“Me impactó tanto. Se me vino a la mente el cómo una persona puede, a través de una foto, lograr tanto impacto. Lejos de pensar algo malo de la situación, me dije de inmediato que quería, a través de una imagen, generar conciencia a millones de personas sobre algún tema”, comenta.

Entró a estudiar fotografía publicitaria. Desde ahí, su camino ha sido junto a una cámara. Hoy se define como un fotógrafo de paisajes y volcanes, siendo reconocido como un «cazador» de volcanes. Y por ello, ha recibido 104 reconocimientos a nivel mundial. Él mismo lleva esa cuenta.

Todo gracias a ese día que conoció el trabajo del fotógrafo Kevin Carter.

Volcán Villarrica. Créditos Francisco Negroni
Volcán Villarrica. Créditos Francisco Negroni

De fotoperiodista a fotógrafo de paisajes y volcanes

Francisco se tituló en el año 2000. Cuando el mundo se traspasaba de milenio, él empezaba la segunda parte de su historia profesional. Aquí todavía sería una mentira decir que era amante de la naturaleza. O que soñaba con estar en las montañas. Menos, quizás, acercarse a un volcán.

Francisco Negroni
Francisco Negroni

Lo seguro, sin embargo, era que no quería ser fotógrafo publicitario, sino reportero gráfico. Solo así podría lograr algo como lo de Kevin Carter. Trabajó 13 años como freelancer para medios de comunicación. Todo hasta que apareció —y se masificó— la fotografía digital.

“Yo me retiré entre 2012 – 2013 por la masificación de la fotografía digital. Cuando llegó, muchos colegas se quedaron sin trabajo. Antes de que me pasara, visualicé el futuro y pensé en qué podía hacer. Sabía que era bueno y que no quería dedicarme a nada más que la fotografía”, relata.

Como era freelancer, cubrió todo tipo de noticias para Chile y el mundo. Estuvo en los incendios de Torres del Paine en 2012 y en la erupción del volcán Llaima en 2008. “Entonces empecé a tener sin querer un acercamiento a la naturaleza en mi época de prensa. Cuando decidí dejarla me dije: ‘¿por qué no hacer de paisaje?’ Teniendo un país tan largo, con tanta biodiversidad, tengo que probar suerte. Me retiro del fotoperiodismo y empiezo una carrera de fotógrafo de paisaje, sin tener idea de ella. En eso, conocí a Claudio Almarza, uno de los mejores fotógrafos de paisajes de Chile”, recuerda.

Torres del Paine. Créditos: Francisco Negroni.
Torres del Paine. Créditos: Francisco Negroni.

Conoció a Claudio en Valdivia. Él lo aconsejó para empezar en el mundo y, para Francisco, fue el momento de reflexionar sobre qué tenía que hacer para que su fotografía destacara. Buscó un referente como Ansel Adams —conocido como un maestro de la fotografía de paisaje— para comprender las claves de la composición, el color y las técnicas que había que manejar.

Así empezó en este mundo. Ahí la tercera parte de su historia. Pero es enfático: no fue por amor ni conexión a la naturaleza. Fue algo netamente comercial. “Podría haber hecho fotografía publicitaria, pero no quería encerrarme. Me metí en ese mundo de la fotografía de paisaje que, en el tiempo, sumó a los volcanes”, aclara.

—¿Qué es lo diferente entre la fotografía periodística y la de paisajes?

—El tiempo, sobre todo. En el fotoperiodismo todo es instantáneo. Tomar foto, despachar imagen. En cambio, en la fotografía de paisaje, me encontré con esto del silencio, el tiempo, la tranquilidad. ¿Cuál fue el plus que tuve? Me hice adicto, yo sabía que quería ser el mejor. Como fotoperiodista también luché por lo mismo y mis fotos dieron la vuelta al mundo muchas veces cubriendo noticias de Chile. Yo, con la fotografía de paisajes, estaba decidido a ser uno de los mejores. Para eso me saqué la cresta, me sacrifiqué lo más que pude. Dejé mucho de lado y te diría que eso fue hasta el año pasado porque, entre comillas, ya logré lo que quería. Y decidí empezar una vida normal. Pero, imagínate, yo soy dueño de nada, salvo mi hijo, mi vehículo, mi equipo fotográfico, mi equipo de camping y el computador del que te hablo. El día en que me muera tendré la tranquilidad de que hice lo que quise en mi vida y me esforcé al máximo para hacerlo muy bien.

Desierto Florido. Créditos Francisco Negroni
Desierto Florido. Créditos Francisco Negroni

¿Cuáles fueron como los principales sacrificios para ti, dentro de eso?

Sobre todo, alejarme de mi familia, no estar en fechas importantes, por ejemplo. El preferir estar en un volcán en cumpleaños, navidades o años nuevos (…). Por eso ya llegó el momento en que quise parar. Si tú me preguntas qué va a ser de mí de ahora hacia adelante, busco estabilidad, quizás empezar con fotografía publicitaria, pero no más sacrificios por la fotografía. Eso ya lo hice. No significa que deje de ir a tomar fotos o hacer turismo fotográfico. Lo otro de los sacrificios, me gusta comentarlo porque es algo que siempre quizás me destacó. Hasta el año pasado nunca tuve equipos buenos: eran cámaras hechas pedazos, lentes usados. Usaba la Nikon D600. Aun así, le gané en concursos internacionales a la mayoría de los grandes fotógrafos del mundo. En una oportunidad, le gané a uno de mis referentes, Brent Stirton, en el concurso HIPA. Fui muy feliz, no porque le había ganado, sino porque lo logré con mis propios medios. Si ves entrevistas mías, hay una que cuenta que estuve 15 días debajo de un volcán intentando una foto (otra fotografía que fue ampliamente reconocida, del volcán Villarrica). Eso es porque no podía pagar un hotel. Recién el año pasado Canon me ofreció un equipo fotográfico profesional real.

Volcán Villarrica. Es su foto más recientemente premiada, como Fotógrafo del año en los London Photography Awards. Créditos: Francisco Negroni
Volcán Villarrica. Es su foto más recientemente premiada, como Fotógrafo del año en los London Photography Awards. Créditos: Francisco Negroni

Los volcanes en erupción

En 2015, Francisco manejaba hacia Villarrica desde Puerto Montt. Le habían dicho que el volcán Villarrica tenía mucha actividad volcánica y él no pensó dos veces en ir. Iba pasando por Osorno cuando recibió un llamado.

—Francisco, está en erupción un volcán—le dijo un amigo por el teléfono.

—Sí—respondió Francisco—ya voy camino para Villarrica.

—No, es otro. Voy a confirmar.

Francisco aceleró. Su amigo no sabía el nombre del volcán, pero el fotógrafo estaba seguro de que era el Villarrica. En eso sonó, nuevamente, el teléfono.

—Francisco, es el Calbuco.

Se orilló para detenerse. Miró hacia atrás. Vio la fumarola.

—¡Cresta madre!

Dio media vuelta y se devolvió.

Llegó a Frutillar, donde hizo las primeras fotografías de la fumarola. Al llegar la noche, todo se calmó. “Como que no hubiera pasado nada. No salía humo. Se calmó todo. Entonces las personas que estaban viendo, se fueron”, recuerda. Pero Francisco se quedó. Estaba instalado en la costanera de Frutillar, con dos cámaras instaladas. Una, con un lente de 50 mm. La segunda, con un 70 – 200 mm.

Volcán Calbuco. Créditos Francisco Negroni
Volcán Calbuco. Créditos Francisco Negroni

Lo llamaron por teléfono. Mientras hablaba de lo que estaba viviendo, mirando al volcán, este volvió a dar una luz. Comenzó la erupción. Colgó el teléfono, empezó con las fotos. Le mandó a los medios; empezó inmediatamente a vender sus fotos. Pero no pasó ni media hora y la neblina cubrió todo. Lo llamaban colegas que estaban en lo mismo que él. Nadie veía nada.

“Aquí lo importante fue mi conocimiento geográfico del lugar. Me acorde que camino a la cordillera de la Costa, en definitiva, desde Frutillar hasta la comuna de Fresia, uno empieza a agarrar altura. Alguna vez había ido a hacer un reportaje para allá sobre los bosques de alerce costeros y me acordé de que se veía el volcán Calbuco. Avancé, tomé el camino hacia Fresia subiendo y de repente pasó esto mágico que, de un minuto a otro, se despejó”, comenta.

Paró el auto. Se bajó. Miró el volcán y su tormenta sucia. “Es el infierno mismo”, pensó. Hizo las fotografías. “Eran varias y de ahí salió, seguramente, la mejor fotografía de este fenómeno. Tuvo una exposición de 10 minutos. Apenas la vi sentí que había hecho una cosa que no se podía hacer. Supe en ese momento que había hecho algo único. Nunca había visto algo como lo que había capturado”, asegura.

Con esa fotografía logró ganar el primer lugar en los HIPA Awards. Y fue tan famosa, que con ella recibió —según calcula— unos 15 reconocimientos internacionales. A partir de ahí, se hizo aún más conocido. Pero no fue su primera foto de volcán en erupción. De ahí, dice, ya tenía experiencia en el tema.

Volcán Calbuco 2015. Fotografía ganadora del Oasis Photo Contest y múltiples premios más. Créditos Francisco Negroni
Volcán Calbuco 2015. Fotografía ganadora del Oasis Photo Contest y múltiples premios más. Créditos Francisco Negroni

El interés surgió en Vilcún, cuando el Llaima entró en erupción. Ahí cubría otra noticia y se devolvió a registrar el suceso, pero no logró un buen registro. “Ahí dije, qué increíble ver un volcán con lava, los colores rojos. No tenía conocimiento de nada, pero quedé con un bichito y me dije que, si había otra erupción, haría lo posible para ir y lograr una buena fotografía”, recuerda.

Entonces, la erupción del complejo volcánico Puyehue – Cordón Caulle, en 2011, fue la instancia perfecta. Había fotógrafos de todo Chile en el lugar, pero Francisco dice que sus fotos son las que tuvieron más trascendencia, particularmente por la expertiz detrás de sus registros. Ocupó técnicas de larga exposición logrando captar “una visión apocalíptica” en la que los “relámpagos crepitaban en el cielo mientras el humo se elevaba desde la lava fundida brillante”, según relataron desde los Wildlife Photography of the Year, donde recibió el primer lugar en la categoría Earth’s Enviroments en 2014.

Erupción Cordón del Caulle. La fotografía ganó el FotoCAM 2011. Créditos Francisco Negroni.
Erupción Cordón del Caulle. La fotografía ganó el FotoCAM 2011. Créditos Francisco Negroni.

—¿Qué se siente estar viendo este caos?

—Para mí los volcanes son la expresión máxima de la creación. El mundo está creado en base a cientos de erupciones volcánicas. Partiendo desde la base, te puedo decir que me asusta. En el cordón del Caulle fui el único fotógrafo en estar a un kilómetro en línea recta al cráter en erupción. No se podía subir y yo rompí las reglas. Y es el miedo de estar ahí, porque el volcán hacía lo más mínimo y yo no alcanzaba ni a darme vuelta. Son cosas que uno hace más joven, pero no lo recomendaría. Yo la verdad trato de tomar todas las medidas de seguridad. Por ejemplo, ahí subí en luna llena porque hay más luminosidad. Le aviso de todas mis travesías a mi hermano (…). También me titulé de guía de turismo aventura para conocer mi entorno, primeros auxilios y supervivencia (…). Esto preparado para enfrentar una situación adversa, que gracias a Dios todavía no he tenido.

Erupción Cordón del Caulle.
Erupción Cordón del Caulle.

El mensaje detrás de la fotografía

Un guanaco yace solo en un ambiente de cenizas. Los árboles a su alrededor son cenizas. El ambiente es gris. El animal es el único color. Parece gritar; buscar a su familia. Transmite emoción, desesperación. La fotografía se llama “El grito del dolor” y refleja el impacto del incendio de 2011 en Torres del Paine, provocado por la negligencia de un turista que terminó en más de 17 mil hectáreas consumidas. La imagen fue distinguida en el Nature Photographer of the Year 2020 (Npoty), en la categoría de Hombre y Naturaleza.

El grito del dolor. 2012. Francisco Negroni. Destacada en Nature Photographer of the year 2020.
El grito del dolor. 2012. Francisco Negroni. Destacada en Nature Photographer of the year 2020.

“Cuando comencé en esta fotografía, fue por un tema comercial, entré para seguir en la fotografía. Después empecé a entender el paisaje, la naturaleza y a vivir fenómenos naturales. Hay un entendimiento de lo que nos rodea. Somos naturaleza. Ahí empecé a hacer una fotografía con un poco más de contexto, pensando en tener un registro de lugares que en algún minuto van a dejar de existir, casi como una suerte de fotoperiodista, pero esta vez de naturaleza y el paisaje”, asegura.

—Bueno, la foto es un testigo del paso del tiempo…

Por eso yo creo que a veces mi fotografía va más por ese lado. De hecho, me gustaría avanzar en foto documental: los últimos habitantes de lugares alejados, los últimos paisajes que podemos tener. Entonces me gustaría dejar un testimonio. No sé si pueda hacerlo por una cosa económica, la fotografía va por muy mal camino. Cada vez hay menos gente que quiere comprar tus fotos. Yo quiero morirme como fotógrafo, pero tengo que ver cómo poder seguir en este mundo. A través de todos los premios no he logrado una estabilidad en Chile. Es una posición difícil y por eso estoy pensando volver a la fotografía publicitaria y quizás eso me de el piso para seguir en la foto de naturaleza. Pero creo que vamos a ir quedando muy pocos fotógrafos profesionales y que podemos dar un buen testimonio de los últimos tiempos de la hermosa naturaleza de nuestro país.

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