En las cercanías del poblado de San Pedro de Atacama y a 70 kilómetros de la ciudad de Calama, se encuentran unas explanadas de arcilla rojiza, cerros de arena y formaciones rocosas salpicadas de blanco. Al caminar entre las dunas y piedras cristalizadas de yeso, es posible encontrar pequeños montículos y estructuras de casi diez metros de alto. Se trata de la Cordillera de la Sal, ubicada en la Región de Antofagasta, inmersa en el desierto de Atacama, el más árido del mundo.

«San Pedro, y sobre todo la Cordillera de la Sal, es un libro abierto. No tenemos vegetación, y tampoco hay demasiadas construcciones. Es un lugar que no ha sido totalmente intervenido, por lo que tú puedes descubrir al mirar el paisaje toda la historia del lugar», comenta Georgette Mell, geóloga de la Universidad Católica del Norte y miembro de Geoturismo Chile.

Esta cadena montañosa tiene sus orígenes hace más de 20 millones de años, cuando se produjo a partir del plegamiento de capas horizontales de sedimentos rojos continentales y evaporitas blancas, las cuales quedaron ubicadas verticalmente en la Cordillera de Los Andes, a raíz de la actividad tectónica del Salar de Atacama.

Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.
Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.
Cordillera de la Sal. Créditos: Guy Wenborne.
Cordillera de la Sal. Créditos: Guy Wenborne.

«Los colores de la cordillera son de tonalidades rojizas. Asimismo, la presencia de sales y de las capas plegadas le dan un aspecto bien particular, y eso llama la atención del visitante. Por otro lado, desde un punto de vista científico, la Cordillera de la Sal representa una acumulación de rocas sedimentarias que están por debajo del Salar de Atacama. Estas, debido a la presencia de fallas y pliegues, fueron alzadas y expuestas en la superficie formando la cordillera», relata Gabriel González, doctor en Ciencias Naturales, y profesor del departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad Católica del Norte.

«Es un proceso de deformación de la corteza que produjo el plegamiento, por compresión, de unidades sedimentarias, de rocas, que constituyen parte del subsuelo donde se encuentra el Salar de Atacama, y que comprende unas unidades que se llaman Formación San Pedro y Formación Vilama. La primera tiene una edad que va más o menos del Oligoceno-Mioceno superior, mientras que la otra data del Pleistoceno, aunque no se sabe exactamente el detalle de la Formación Vilama», agrega.

Con el paso del tiempo, sobre todo durante estos últimos 4000 años, las lluvias esporádicas fueron erosionando las rocas. Este fenómeno dio origen al paisaje, conformado por rocas bañadas en sal en la superficie y cuevas en el interior. Una de ellas es la cueva de Chulacao, que se encuentra a unos 4 kilómetros de San Pedro de Atacama, siendo la más grande y antigua de la zona.

Otra característica distintiva del paisaje son las torres de yeso de varios metros de altura que se elevan desde la tierra. Estas esculturas naturales se encuentran formadas por grandes cristales que han crecido fuera del plano a lo largo de las fracturas, captando la atención de los visitantes.

Valle de la Luna. Créditos: Dreamartist.
Valle de la Luna. Créditos: Dreamartist.
San Pedro de Atacama, Valle de la Muerte. Créditos: Daboost.
San Pedro de Atacama, Valle de la Muerte. Créditos: Daboost.

Conociendo la Cordillera de la Sal y sus orígenes

La Cordillera de la Sal es una cadena montañosa conformada por cerros de más de 2.550 metros de altura, y se extiende en una orientación norte-noreste sobre una longitud de más de 180 kilómetros y tan solo 10 de ancho. Esta estructura se encuentra inmersa en la depresión endorreica preandina que se ubica a unos 150 kilómetros de la costa en el norte de Chile, incrustada entre la Cordillera Domeyko en el oeste y la Cordillera Occidental de los Andes en el este.

Su punto más alto es el Cerro el Mármol con 2.659 metros sobre el nivel del mar, el que se encuentra en el extremo occidental del Valle de la Luna, abierto a los turistas que atraviesan las montañas en dirección este-oeste.

«Entre el Salar de Atacama y el Llano de la Paciencia se encuentra la Cordillera de la Sal. Esta posee un ancho de entre 5 a 10 km y se eleva por 200 m sobre la superficie del salar que posee una altura aproximada de 2.500 m s. n. m. En la Cordillera de la Sal aflora la Formación San Pedro que es una compleja faja plegada y corrida compuesta por areniscas, limolitas y arcillolitas con intercalaciones de conglomerados, tobas, yeso y sal depositadas durante el Cenozoico Superior y posteriormente alzadas a partir del Oligoceno hasta el presente», señala Marcelo Solari, geólogo y doctor en ciencias.

Valle de la Luna. Créditos: Dreamartist.
Valle de la Luna. Créditos: Dreamartist.
San Pedro de Atacama. Créditos: Luciano Galetto.
San Pedro de Atacama. Créditos: Luciano Galetto.

En cuanto a su formación, la zona donde se originó esta cordillera antiguamente era el fondo de un lago. Este se transformó en lo que es hoy cuando las capas de sedimento y roca, que datan de hace unos 20 millones de años, fueron empujadas y plegadas por los mismos movimientos de la corteza terrestre que levantaron la Cordillera de los Andes. El viento, la evaporación de conglomerados de arcillas y la lluvia hicieron el resto del trabajo de modelaje.

«No era un lago como lo es el lago Llanquihue o el Villarrica. Estos lagos que estaban en la zona eran muy saturados en sales, porque estaban marcados por este cambio de un clima más húmedo a uno de hiperaridez. Serían lagos más salinos y evaporíticos», explica Mell.

«La Cordillera de la Sal es una cuenca que se rellena de sedimentos y donde además precipitan otros minerales, como las evaporitas. Eso se remonta más o menos hace 20 a 15 millones de años, cuando se empezó a rellenar esta cuenca de sedimentos. Luego, lo que sucedió es que hay ciertas estructuras geológicas que se llaman fallas, las que, debido a la compresión, se comenzaron a levantar y a plegar. Por lo mismo, las formas que tiene la cordillera se conocen como fallas inversas profundas. Además, está muy presente la erosión, marcada por una hiperaridez, por lo que cualquier cosa que pasa, lluvias o aluviones, provoca que se formen estas cuevas interiores y estructuras gigantes que parecen dinosaurios», agrega.

San Pedro de Atacama. Créditos: Marketa 1.
San Pedro de Atacama. Créditos: Marketa 1.
San Pedro de Atacama. Créditos: Cecilia Passimor.
San Pedro de Atacama. Créditos: Cecilia Passimor.

En este sentido, el nombre de esta cadena montañosa deriva del hecho de que sus rocas poseen una gran cantidad de sulfato de calcio, lo que les da el aspecto de estar bañadas con sal. Del mismo modo, esta formación se encuentra dotada de peculiares coloridos, mientras que su morfología la convierte en un atractivo inigualable, al poseer fantásticos brillos minerales producidos por los cerros de arcilla y yeso.

«Se trata de paisaje kárstico diferente a los que se encuentran en Europa y en otras partes del mundo, ya que este no es tanto de caliza, sino que está más marcado por evaporitas», afirma Mell.

«Las evaporitas son principalmente minerales que se forman por evaporación, entonces, después de que estos minerales ya están formados, cuando llueve o hay más humedad, se disuelven. Esto también hace que se formen estas estructuras kársticas y cuevas gigantes», agrega.

Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.
Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.

En lo que respecta al clima de la zona, las montañas se encuentran en el núcleo hiperárido del desierto de Atacama, por lo que la precipitación media anual oscila entre los 6 a un máximo de 50 milímetros de lluvia. Por su parte, las temperaturas medias del aire son de 13,1 °C, con una mínima de -1,8 °C y una máxima de 32,2 °C. Asimismo, como el aire es en extremo seco, se producen variaciones térmicas considerables entre el día y la noche, las que pueden ser de 20° a 30 °C. Debido a esto, en el cielo casi no existen nubes, por lo que el territorio se encuentra expuesto a la radiación solar más alta del mundo.

«Es el desierto más árido del mundo y también uno de los más antiguos. Es un desierto que es hiperárido desde hace millones de años y es un paisaje único que cuenta con todos los procesos geológicos. Tenemos cuencas, ambientes fluviales, aluviales, lacustres, erosión, cambios de clima, etcétera», explica Mell.

«En general en un desierto árido llueven menos de 25 milímetros al año. En uno hiperárido llueve muy poco, quizás menos de 20 milímetros al año. Las condiciones meteorológicas pueden cambiar totalmente en las alturas, por ejemplo, puede caer nieve y correr mucho viento, pero lo común es que en la Cordillera de la Sal casi no caiga agua durante el año. Asimismo, la diferencia de temperatura entre la noche y el día puede ser muy drástica. En la noche se registran grados bajo cero, y durante el día rondan los 30 grados», agrega.

Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.
Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.
Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.
Cordillera de la Sal. Créditos: Alberto Loyo.

A partir de lo anterior, se pensaría que es imposible que un lugar como este albergue seres vivos, sin embargo, el medio ambiente que allí se encuentra es ideal para el desarrollo de un tipo particular de bacterias, las que son miembros de los géneros Amycolatopsis, Lechevalieria y Streptomyces. Estas son capaces de protegerse a sí mismas de la radiación ultravioleta al vivir por debajo de la superficie, haciendo de las rocas salinas su hogar. Estos diminutos seres han llamado la atención de algunos investigadores, ya que producen sustancias bioactivas que podrían ser útiles a nivel farmacéutico.

«De repente pasan algunas aves, pero no viven ahí. También se puede encontrar algunos insectos y bacterias, pero nada más. En las cercanías eso sí hay algunas lagunas salinas, pero estas no pertenecen a la cordillera. Estas tienen microorganismos adentro, como, por ejemplo, diatomeas (grupo de algas unicelulares)», profundiza Mell.

«Yo sé que por ahí hay vicuñas, algunas plantas xerófitas, e insectos, aunque más al noreste de la Cordillera de la Sal, hacia el sector de Río Grande. En general la Cordillera de la Sal tiene muy poca flora y fauna, ya que es un sector bien árido», comenta González por su parte.

Por otro lado, las condiciones del ambiente y de los suelos, hacen de este sitio un modelo perfecto para la investigación científica relacionada con las posibilidades de exploración en Marte, el famoso planeta rojo de nuestro sistema solar. Es más, en la zona ya se han descubierto microorganismos en los depósitos de evaporita que contienen cloruro y, por lo tanto, los científicos asumen que también podría existir vida en las sales higroscópicas que se encuentran en Marte.

San Pedro de Atacama. Créditos: Wladimir Campos.
San Pedro de Atacama. Créditos: Wladimir Campos.
Reserva Nacional Los Flamencos. Créditos: CONAF.
Reserva Nacional Los Flamencos. Créditos: CONAF.

La explotación de la minería de la sal

Durante las últimas décadas del siglo XIX, la explotación de sal en el oasis de San Pedro de Atacama fue parte del ciclo de expansión relacionado con la industria de la minería del cobre. Debido a esto, por aquellos años la sociedad se enfrentó a una fuerte transformación, relacionada con un cambio radical en sus modos de subsistencia, pasando de una economía principalmente agro-pastoril a una más diversificada con base capitalista.

Aquello que motivó dicho cambio fue la instalación de grandes industrias mineras en la zona, tanto metálicas (Caracoles, Chuquicamata) como no metálicas (cantones salitreros El Toco y Pampa Central). Sin embargo, mientras que Chuquicamata era el gigante tecno-económico del país, en el interior se levantaron emprendimientos de menor escala y alcance, los que vieron su final en 1980 precisamente debido a la fuerte competencia que surgió en aquel año.

Esto último ocurrió a raíz de la aparición de la empresa de sal “Punta de Lobos”, la que trajo consigo explotaciones de gran envergadura, provocando la bancarrota de las empresas más pequeñas. Del mismo modo, lo que terminó definitivamente con el negocio de la sal en la zona fue la ocupación del Estado chileno sobre el territorio de la Cordillera de la Sal, con la creación de la Reserva Nacional Los Flamencos en 1990, administrada por la Corporación Nacional Forestal (CONAF).

Reserva Nacional Los Flamencos. Créditos: CONAF.
Reserva Nacional Los Flamencos. Créditos: CONAF.
Reserva Nacional Los Flamencos. Créditos: CONAF.
Reserva Nacional Los Flamencos. Créditos: CONAF.

Aquel último paso implicó la re-categorización de las Salinas, la que pasó de ser una zona de explotación minera a un área protegida. Por lo mismo, se prohibió cualquier tipo de extracción de sal, por lo que los derechos de propiedad sobre aquellos territorios quedaron sin efecto.

En esta línea, en los últimos años se han registrado múltiples asentamientos asociados a la explotación de sal de aquel entonces. En su momento se identificaron 17 “asentamientos mineros”, así como 14 “puntos de extracción”, los que corresponderían a “piques” aéreos o subterráneos, localizados en las cercanías de las minas grandes, por lo que se estima que su explotación podría haber estado ligada a ellas.

Bus que transportaba antiguamente a los trabajadores de las mineras de sal. Créditos: Klausbalzano.
Bus que transportaba antiguamente a los trabajadores de las mineras de sal. Créditos: Klausbalzano.

Es así como, debido al gran valor arqueológico y natural de esta cordillera, en la actualidad las seis comunidades indígenas atacameñas, que integran la Asociación Indígena Valle de la Luna, se han abocado al rescate de objetos, historias y lugares ligados a la extracción de sal. Esto debido a que consideran esta cadena montañosa como un emblema local del desarrollo minero de Atacama.

«Hay algo que caracteriza mucho a la zona de San Pedro de Atacama, que son las comunidades indígenas. Estas tienen su propia cosmovisión con respecto a la geología, a la formación de las rocas», señala Mell.

«Ahora ya no se explota la sal de la cordillera. Los accesos que existen están controlados por las comunidades de San Pedro Atacama. En el territorio hay más o menos 25 comunidades indígenas. Entonces, todos los sitios turísticos, y los territorios de alrededor de San Pedro, han quedado a cargo de estas comunidades. CONAF tiene presencia en la zona, pero son las comunidades las que manejan la gobernanza de aquellos lugares», agrega.

San Pedro de Atacama, plaza del poblado. Créditos: Dora Dalton.
San Pedro de Atacama, plaza del poblado. Créditos: Dora Dalton.
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