Recientemente, un impresionante registro de cientos de jotes de cabeza negra en un vertedero de Valdivia llamó la atención en las redes sociales. El paisaje se repletaba de plumas negras en búsqueda de alimento. La verdad es que no es anormal que esas aves estuvieran ahí. Muchos comentarios en redes aludían a su mala fama, como cada uno lo interpretara. Otros, sin embargo, se referían a su rol como verdaderos recicladores en la naturaleza. Y no estaban equivocados.

Además de los jotes de cabeza negra (Coragyps atratus), en Chile habitan otras dos especies: el jote de cabeza colorada (Cathartes aura) y el más popular cóndor andino (Vultur gryphus). Con sus respectivas diferencias, todos comparten algunas características en común.

Los buitres son aves rapaces del orden Cathartiformes. Tienen garras fuertes y el pico fuerte y ganchudo. Sin embargo, su cabeza, robusta y “pelada”, es su principal característica y, además de darles un aspecto extraño, les facilita su alimentación carroñera. Muchas veces tienen que introducir su cabeza dentro de los cadáveres que comen, y no tener plumas contribuye en la mantención de su higiene, debido a que es una zona inaccesible para que ellos mismos se limpien. Por lo mismo, de esta forma se evita la proliferación de bacterias y que la sangre se coagule en sus cabezas, generando mal olor.

Su dieta carroñera es esencial en la naturaleza. Esto, en muchos casos, les ha otorgado una pésima reputación culturalmente, ya que los califican como aprovechadores y repugnantes. Sin embargo, son los buitres y otras aves carroñeras quienes se encargan de reducir el número de cadáveres en los sectores en que habitan y evitan la propagación de enfermedades que se transmiten a través de los residuos de estos mismos animales muertos.

«Hay muchos ejemplos, pero por dar solo uno se puede señalar lo que ha ocurrido en Asia, donde el antiinflamatorio diclofenaco sódico, provocó la muerte de más del 90% de al menos tres especies de buitres. Su desaparición generó una importante oferta de carroña para perros, lo que provocó un aumento explosivo de la población canina, y con ellos los casos de rabia en seres humanos se dispararon. En suma, los buitres son parte del delicado equilibrio de la naturaleza, y gracias a ellos, se evita la contaminación de los suelos, de los cursos de agua y la proliferación de enfermedades y sus vectores, lo que tienen implicancias directas en la salud humana», explica Eduardo Pavez, director del Proyecto Manku.

Un estudio reciente de la Universidad de Granada indica que, al igual que los humanos, la dieta de los buitres está modelada por su cultura. Es decir, tienen preferencias alimentarias según el lugar en el que viven o el grupo al que pertenecen. Para los investigadores esto viene a desmitificar la reputación de estas aves, que “hasta ahora se creía que eran especies oportunistas que consumían cualquier tipo de carroña sin distinción”.

Por otro lado, son capaces de volar a gran altura. Aprovechan las corrientes de aire calientes para elevarse, ya que, por su gran tamaño, es difícil que se impulsen desde el suelo. Luego planean. Tal como en las películas o series, vuelan en grupos y en círculos, apenas moviendo sus alas para aprovechar más energía. Tienen buen olfato, pero identifican a sus presas desde las alturas principalmente a través de su increíble vista.

¿Qué hacer si tenemos algún encuentro con un buitre? El director del Proyecto Manku da indicaciones de qué hacer si te encuentras con alguna de estas especies: «Si es en el campo, en plena naturaleza, disfrutar de su vuelo magnífico. Y si te encuentras a un cóndor en el balcón de tu departamento debes procurar mantener las ventanas cerradas para que no entre, evitar cualquier interacción de tu parte o de mascotas con él, y por ningún motivo alimentarlo».

A continuación, un recorrido por las impresionantes especies que habitan en Chile.

Gallinazo o jote de cabeza colorada (Cathartes aura)

El jote de cabeza colorada habita en todo el territorio chileno, desde Arica a Magallanes y desde las zonas costeras hasta, aproximadamente, los 2000 metros de altura sobre el nivel del mar. Son la especie de buitre más común de avistar en Chile. En Latinoamérica habita desde Ecuador hasta las Islas Malvinas, en Argentina. Sin embargo, se distribuye ampliamente desde Canadá hasta Cabo de Hornos. Su estado de conservación es Preocupación Menor, según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Cuando son adultos, los jotes de cabeza colorada se caracterizan por, como lo indica su nombre, tener la cabeza y el cuello desnudos y rojos, o más bien rosado fuerte. Su plumaje es de color negro pardo, pero la cola y las alas tienen tonalidades grisáceas por debajo. Tienen el pico blanco y los ojos rojos. En cuanto a su tamaño, el adulto puede llegar a medir 70 centímetros, y suelen tener una envergadura de 170 centímetros aproximadamente. 

Al igual que otras aves de su familia, principalmente se alimentan de carroña. Comen desde pequeños mamíferos hasta grandes herbívoros que por lo general se encuentran atropellados. Curiosamente, está documentado que prefieren a los animales recién muertos antes de los que ya están en descomposición. Aunque “cazan” individualmente, pasan la noche en comunidad. Estos grupos de jotes de cabeza colorada pueden fácilmente llegar a cien ejemplares.

Jotes de cabeza colorada comiendo. Créditos: Cam Stewart
Jotes de cabeza colorada comiendo. Créditos: Cam Stewart

En vuelo, sus alas forman una «V». Raramente bate las alas, y si lo hace pareciera ser un movimiento lento y pesado. Es un buitre que puedes observar en el cielo durante todo el día, pues sale a volar temprano por la mañana y vuelve cuando ya oscurece.

Jote de cabeza negra (Coragyps atratus)

Jote de cabeza negra (Coragyps atratus). Créditos: Cricket Raspet
Jote de cabeza negra (Coragyps atratus) en un auto. Créditos: Cricket Raspet

Los jotes de cabeza negra, o simplemente “jotes”, habitan desde Atacama hasta Aysén. También está al sur de Estados Unidos y en gran parte de Latinoamérica. A diferencia del jote de cabeza colorada, esta ave se puede encontrar en costas, valles y ciudades bajas. No suele subir a la cordillera. De hecho, frecuenta basurales urbanos y muelles pesqueros, por lo que está más cerca de nosotros de lo que imaginamos.

Mide 65 centímetros de alto y alcanza 1,50 metros de envergadura, con las alas extendidas. Es completamente negro: su plumaje es negro y se le puede ver un brillo tornasol, como azul metálico, por encima. Su cabeza, su pico y sus patas son negras. Puede tener, por debajo, algunas plumas blancas o grises en su cola.

En las guías de campo suelen describirlo como «silencioso». Al faltarle la siringe, el órgano vocal de las aves, sólo produce gruñidos o siseos. En el sitio estrella de la observación de aves, eBird, se encuentran estos registros sonoros del jote que distintos “pajareros” han compartido. Se encuentra en Preocupación Menor, según la Lista Roja de la UICN.

Para volar, primero bate las alas muy rápido, varias veces, y luego sólo planea. A diferencia del jote de cabeza colorada, éste buitre se ve más bien erguido en su vuelo; las alas se ven planas, no en ángulo.

Cóndor andino o cóndor de los Andes (Vultur gryphus)

Cóndor andino (Vultur gryphus) volando. Créditos: Nicolás Cesarini
Cóndor andino (Vultur gryphus) volando. Créditos: Nicolás Cesarini

Famoso, ícono de cuatro países sudamericanos, incluyendo a Chile, en donde, además, está declarado como monumento natural. Esta ave vuela a lo largo de toda la Cordillera de Los Andes, desde las alturas cordilleranas de Venezuela y Colombia, hasta los últimos rincones de cordillera en Tierra del Fuego. En Chile se encuentra en todo su largo y ancho, pues también vuela desde las costas hasta los 5.000 metros por sobre el nivel del mar.

Es una de las aves voladoras más grandes del mundo. Pueden llegar a medir 3,5 metros con las alas extendidas y suelen pesar entre 8 y 15 kilogramos. No sólo es grande, sino que también longeva. En cautiverio, los cóndores pueden vivir hasta 75 años.

Cóndor macho. Créditos: David Monroy
Cóndor macho. Créditos: David Monroy

Su plumaje es negro brillante y tiene una inconfundible «bufanda» blanca alrededor de su cuello. También tienen plumas blancas en sus alas, que pueden apreciarse mejor en su vuelo. Su cabeza sin plumas es arrugada y generalmente gris o anaranjada. Los machos tienen una prominente cresta.

Lamentablemente, el cóndor es una especie clasificada como Vulnerable (VU) por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Estos buitres son frecuentemente cazados o envenenados. También sufren por la pérdida de su hábitat, y chocan con líneas eléctricas en la ciudad y aerogeneradores de parques eólicos en territorios más baldíos.

Un estudio, en el que participó Pavez, apuntó a que estas aves vuelan a más de 4.500 metros de altitud, viajan más de 600 kilómetros y se acostumbran a comer en rellenos sanitarios en la zona central de Chile, motivados por la falta de alimentos en la cordillera, especialmente en invierno. Frente a esto, el experto comenta: «Hay tremendos desafíos, algunos bastante complejos, pero también hay otros muy simples en los que todos podemos aportar. Por ejemplo, en el tacho de la basura no se puede depositar cualquier cosa. Si esa bolsa negra, entre restos de comida, lleva un elemento tóxico o cortopunzante, eso puede acabar con la vida de un cóndor hambriento que acude a un relleno sanitario en busca de comida».

Cóndor en departamento santiaguino. Créditos: Milenio
Cóndor en departamento santiaguino. Créditos: Milenio

Por otro lado, está el tema de la coexistencia. Durante los últimos años, se hicieron conocido diversos videos de cóndores que se acercan hasta los balcones de departamentos en pleno Santiago. «En realidad esos cóndores son casi siempre la misma pareja y la hembra es especialmente mansa. Esa conducta es inusual. Lo normal es que los cóndores eviten la proximidad con el ser humano. De hecho, son muy cautos para bajar a comer en una carroña, y si hay presencia humana o perros cerca, no bajan. Tengo la impresión de que esa hembra de cóndor estuvo en cautiverio, acostumbrándose a la presencia humana y a recibir comida de la gente, y que en algún momento recuperó su libertad», asegura Pavez.

De todas formas, ante cualquier buitre, lo importante es no acercarse ni menos alimentar aves silvestres.

¿Qué podemos aprender de los buitres?

Cóndor y jotes. Créditos: Luis Enrique Calderón Franco
Cóndor y jotes. Créditos: Luis Enrique Calderón Franco

Ver aves rapaces volar es ver belleza y libertad en la naturaleza, comenta Pavez: «Me impresiona su velocidad en vuelo, su precisión en la caza, su agudeza visual. Sus acrobacias me dejan helado (…)». Los cóndores, en particular, son inteligentes y tienen un conocimiento de un territorio inmenso, así como de las dinámicas de movimiento de animales que dejan carroña. «Además, son muy colaborativos en la búsqueda de alimento, aunque a la hora de comer son muy jerárquicos. Los buitres nos enseñan de la eficiencia de la naturaleza, donde nada se desperdicia, donde lo que para unos es un desecho, para otras es alimento y vida, son capaces de transformar un cadáver maloliente en belleza aérea sublime«, continúa.

Y finaliza: «Los buitres son tan importantes en la naturaleza como nuestros abnegados recolectores de basura en las ciudades, son los limpiadores, dignos de admiración y respeto, y que lamentablemente solemos valorar solo cuando, por una u otra razón, sufrimos las consecuencias de su ausencia».

Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...