Extremas temperaturas azotan el desolado desierto Simpson en Australia. Un hombre camina con una linterna en la cabeza a través de los túneles subterráneos de su casa. Martin vive veinticinco metros bajo la ardiente tierra del desierto australiano, donde ha encontrado ópalo por más de veinte años. Antiguamente su casa solía ser una mina de ópalo, la cual convirtió a punta de pala y explosivos en un cálido hogar; una casa que promete tener bastante dinero en sus paredes. “Tengo mi propio banco, si decido excavar en algún lugar”, dice Martin, minero inglés.

©Tamara Merino
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Coober Pedy proviene del nombre aborigen Australiano Kupa-Piti o Hombre blanco en un agujero, y se ubica en el centro-sur del desierto australiano, aislado por 850 kilómetros de la ciudad grande más cercana. En los oscuros y refrescantes subsuelos de Coober Pedy, habita una comunidad subterránea, donde la mayoría de sus pobladores va en busca de la gran riqueza del ópalo. Rompiendo con las estructuras sociales y políticas de un pueblo convencional, Coober Pedy te engaña con ser un pueblo fantasma y ausente de habitantes, cuando en realidad sus pobladores se esconden bajo la tierra del árido desierto, en donde durante 100 años han construido sus casas bajo tierra llamadas Dogouts.

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Desde 1915 Coober Pedy ha sido explotado para la extracción del ópalo, una de las piedras semipreciosas más valoradas del mundo. Coober Pedy posee más de setenta campos mineros, siendo el área para la extracción de ópalo más grande del mundo. Su población no sobrepasa los 1695 habitantes, provenientes de 45 nacionalidades diferentes, entre ellos inmigrantes y veteranos de la segunda guerra mundial, que al haber vivido y construido trincheras de guerra, decidieron rehacer sus antiguas vidas y tomar refugio en casas subterráneas.

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No obstante, cada año la actividad minera desciende drásticamente. Hay menos mineros trabajando en las campos y los jóvenes no se quieren comprometer a este arduo trabajo físico, debido al inminente riesgo y su inestable ingreso económico.

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Llegué por primera vez a Coober Pedy en el año 2015 mientras viajaba con mi pololo en una campervan por Australia. Inesperadamente se nos pinchó una rueda de la van en la mitad de la nada, sin embargo descubrimos que estábamos en el corazón de una impresionante comunidad que vive bajo tierra; donde su vida íntima y cotidiana es invisible al mundo exterior.

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