De acuerdo a la OMS, la resistencia bacteriana será el principal problema de salud mundial, superando incluso al cáncer y provocando que algunos procedimientos médicos como el trasplante de órganos, cesáreas, quimioterapias y el tratamiento de la diabetes se conviertan en intervenciones de altísimo riesgo. Actualmente, más de 700 mil personas mueren producto de infecciones resistentes a los antibióticos, pero se espera que para 2050 esta cifra aumente a más de 10 millones.

La resistencia bacteriana es la capacidad que tienen las bacterias de sobrevivir a la acción de los antibióticos, proceso que se ha acelerado por el uso inadecuado que se hace de ellos. Las bacterias pueden volverse resistentes a través de mutaciones de genes que se dan de forma natural, pero que se ven aumentadas ante la presión selectiva ejercida por los antibióticos, o por la adquisición de genes de resistencia de otro microorganismo ya resistente, la cual puede llegar al ser humano a través de los alimentos, el medio ambiente y el contacto directo humano-animal.

Es precisamente sobre este tema, que Oceana ha trabajado en el último tiempo, alertando sobre los efectos que puede tener en las personas el uso excesivo de antibióticos en la producción animal como es el caso de la industria salmonera en Chile.

“La OMS estableció claramente que el uso inadecuado de antibióticos en la producción animal sí puede contribuir a generar resistencia bacteriana”, señaló Javiera Calisto, Directora de la Campaña de Contaminación Marina de Oceana. “La industria salmonera es la que más utiliza antibióticos en Chile, por lo que es urgente que se le exija una reducción significativa e inmediata de estos medicamentos”, agregó.

Si bien el salmón que se comercializa en Chile y en los principales mercados a los que se exporta, como Estados Unidos, Japón y Brasil, no tiene trazas de antibióticos, el problema de la resistencia persiste en los lugares donde se produce, es decir, en las regiones de Los Lagos y Aysén, siendo los trabajadores de los centros productores y los habitantes de las localidades cercanas a ellos, los primeros potenciales afectados.

“Hacemos un llamado a los consumidores nacionales e internacionales a tomar conciencia e informarse sobre la forma en que las distintas empresas de salmón chileno producen lo que llevan a sus mesas”, declaró Calisto. “Para ello es esencial tener mayor transparencia por parte de la industria sobre la cantidad de antibióticos que usa en su producción”, añadió refiriéndose a casos como el ocurrido hace unos días cuando las empresas Marine Harvest –actualmente Mowi– y Ventisqueros, se negaron a cumplir la sentencia del Consejo para la Transparencia que les ordenó entregar a Oceana los datos sobre uso de antibióticos de 2015, 2016 y 2017 e interpusieron un reclamo de ilegalidad ante la Corte de Apelaciones.

Actualmente existe un proyecto de ley en el Parlamento que será discutido en las próximas semanas, que busca que la información respecto al uso de antibióticos de forma desagregada por empresa y centro de cultivo sea pública a través de Sernapesca.

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