Resulta difícil imaginar que Neltume y sus alrededores alguna vez fueron un importante núcleo de explotación maderera, pero así fue. A fines del siglo XIX comenzó en la zona una explotación intensiva de la madera nativa de estos bosques templados, que 100 años más tarde comenzaría a evidenciar serios síntomas de su decaimiento, generando importantes niveles de desempleo. Fue en esa misma época que la familia Petermann Reifschneider, enamorada de los paisajes de la zona, vio en este lugar una oportunidad única de preservar sus bosques e impulsar un turismo diferente, uno que involucrara a las comunidades para así asegurar su futuro.

En 1997 crearon la Reserva Biológica Huilo Huilo y desde entonces, este destino se ha reinventado hasta convertirse en uno de los atractivos naturales más populares de la Región de Los Ríos. Tanto así que sólo durante los meses de enero y febrero de 2016 visitaron la reserva más de 76.000 turistas.

©Romina Bevilacqua
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A principios de agosto fui invitada por el programa Cuido Mi Destino de Latam Airlines y Fundación Huilo Huilo a conocer este espectacular destino y su propuesta de turismo sustentable y hoy quiero compartir con ustedes parte de mi experiencia y ojalá animarlos a conocer este lugar que, para mí, tiene todo lo que necesitas para unas vacaciones perfectas: una amplia oferta de actividades al aire libre, rica gastronomía, turismo local y, sobre todo, la oportunidad de relajarse y disfrutar de la naturaleza. Todo esto a pocos minutos de distancia.

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Potenciando el patrimonio natural y cultural

Tal como me cuenta Rodolfo Cortés, Director de Fundación Huilo Huilo, la reserva se basa en tres principales pilares: la conservación a través de la investigación, la integración de comunidades y el turismo sustentable de intereses especiales. “Nosotros tenemos como base difundir los valores de la selva, como le llamamos nosotros. Que tiene que ver con poder contar la importancia, lo bonito y relevante que es el patrimonio que hay acá en términos culturales y naturales”, dice Rodolfo, quien además explica que en la fundación han encontrado diversas formas de integrar a los habitantes locales a sus actividades.

No sólo hoy cerca del 90% de las personas que trabajan en la reserva son de comunidades aledañas, sino que además se han desarrollado una serie de talleres de oficio con el fin de entregar diversas herramientas y apoyo a la comunidad. Tallados en madera, bordado y trabajos en fieltro además de cursos de glaciología o formación de guías y guardaparques, son algunos de los talleres que ha impartido la fundación. Pero además, los frutos de este trabajo los puede ver cada turista en la reserva, partiendo por la llamada Ruta Etno Mapuche. “Lo que hemos estado haciendo es conectar todos estos trabajos comunitarios en una sola ruta, que es la ruta mapuche, donde vas a conocer no sólo a los artesanos sino también la cosmovisión, con sitios e historias relevantes para entender esa cosmovisión mapuche”, cuenta Rodolfo.

Ruta Etno Mapuche

Juana Quintoman trabaja en uno de sus Seres Mágicos Mapuche ©Romina Bevilacqua
Juana Quintoman trabaja en uno de sus Seres Mágicos Mapuche ©Romina Bevilacqua

Juana Quintoman es una de las seis artesanas que participan del curso de Seres Mágicos Mapuches impulsado por Fundación Huilo Huilo y cuyas artesanías forman parte de la Ruta Etno Mapuche. En su taller, se ven desplegados sobre la mesa los hilos y lanas con los que da forma a estas figuras que representan a diversos personajes de la cultura mapuche, mientras sobre su cocina a leña reposa la lana que acaba de teñir con barba de hualle, un líquen mejor conocido como barbas de abuelo.

©Romina Bevilacqua
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De una u otra forma todos nos representan, a nuestra historia”, dice Juana sobre sus Seres Mágicos que tiene desplegados sobre la pared con una pequeña descripción de la historia detrás de cada uno, que su hijo hizo para ella. “Así todo el que entra al taller sabe quién es”. Demora alrededor de tres días en formar cada una de estas figuras: hace sus ponchos a telar, con la misma técnica que le enseñó su tía hace años, y teje los vestidos a crochet, las joyas, como las pequeñas trapelacuchas, las arma a partir de latas de aluminio. Pero su trabajo comienza mucho antes: desde que esquila a sus 13 ovejas, lava la lana, la deja secar y la separa en fibras para formar con su rueca el hilo que luego usará en los telares.

La lana teñida a mano reposa sobre la estufa a leña ©Romina Bevilacqua
La lana teñida a mano reposa sobre la estufa a leña ©Romina Bevilacqua

“El telar es un trabajo que se ha ido perdiendo en la comunidad, las chicas jóvenes no lo hacen. La gente va emigrando por el mismo tema que no hay trabajo, entonces se va. Pero con esto por lo menos tenemos la posibilidad de tener un trabajito todos los meses, porque acá es difícil sobre todo en invierno, no hay trabajo”, me cuenta Juana quien asegura que gracias a sus artesanías y el aumento del flujo de turistas, incluso ha podido pagar la educación universitaria de su hijo mayor.

La ruta Etno Mapuche es un recorrido que incluye visitas a los talleres de telares o trabajos en madera –entre otros–, además de lugares significativos para la cultura mapuche en los alrededores de Neltume. “Hay visitas a los talleres, un recorrido por el lago, a la feria gastronómica y el wampo, una embarcación ancestral mapuche, además de la vista al salto, un sendero de una cascada que también es símbolo importante dentro de la comunidad, porque nuestros ancestros la utilizaban para encomendar a sus hijos en una ceremonia mapuche”, me cuenta Noemí Catrilaf, encargada de turismo de la comunidad Foye Inalafquen, ubicada a orillas del lago Neltume.

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Para ella la creación de esta ruta y otras actividades turísticas en el área han significado una oportunidad no sólo para proteger el territorio de amenazas externas como la central hidroeléctrica que hace unos años pretendía instalarse en la zona y a la que la comunidad se opuso fervientemente, sino que también para rescatar su cultura. “Llegamos a un acuerdo de que queríamos un proyecto turístico para defender este territorio mapuche y dar a conocer a la gente. Acá hay familias también preocupadas por el medio ambiente que siempre han estado ligados a la naturaleza misma, que se consideran parte de ella por lo tanto este proyecto nos cayó de alguna manera como anillo al dedo se podría decir. No solamente ha servido para dar a conocer el lugar en sí, sino también para conocer un poco la cultura de las familias. Cómo las familias han podido rescatar un poco el tema de las lanas, teñidos naturales, la artesanía en maderas cómo se trabaja un tronco de laurel, de raulí que hasta el día de hoy ha permanecido pero que es algo ancestral que nuestros abuelos hacían”, cuenta Noemí.

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Las familias de la comunidad son 22 de las cuales en este proyecto están trabajando alrededor de nueve. “Unos trabajan en lanas, otros maderas, otros gastronomía mapuche y otros que imparten hospedaje o son guías”.

Termas del Lago

©Romina Bevilacqua
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Mi siguiente destino serían las Termas del Lago, inmersas en el bosque a mitad del lago Pirehueico. Un desconocido atractivo que bien podría ser uno de los secretos mejor guardados de la zona.  Para llegar es necesario contratar un viaje en lancha que parte desde Puerto Fuy en el extremo noroeste del lago Pirehueico, el mismo lugar donde se puede tomar la barcaza Hua Hum hacia Puerto Pirehueico.

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Después de 40 minutos de viaje bordeando el lago Pirehueico, sus montañas y bosque nativo, se llega al muelle que recibe a los pocos visitantes que conocen sobre este pequeño paraíso natural. Unas pasarelas de madera guían el camino entre el bosque hasta llegar a las 10 tinajas rústicas de aguas termales y talladas sobre grandes troncos. Cada una tiene una pequeña terraza privada y está separada de la otra por la espesa vegetación del bosque nativo: la excusa perfecta para relajarse mientras escuchas el canto de los chucaos revoloteando a pocos metros de ti.

Aventura en la nieve

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La Reserva Huilo Huilo tiene una amplia oferta de actividades al aire libre que van desde senderos autoguiados de baja intensidad, hasta travesías de tres días y su ya famoso Canopy XL. Sin embargo en invierno se suma un nuevo abanico de oportunidades para los amantes de la nieve.

Las laderas del volcán Mocho-Choshuenco son el escenario perfecto para los paseos en raquetas de nieve o una buena sesión de freeski, y tal como me cuenta Nualik Burucker, gerente outdoor de Huilo Huilo, ya están trabajando en la demarcación de nuevas rutas para practicar randonnée.

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Sin embargo no es ninguna de las opciones anteriores la que me esperaba en lo alto de la montaña, sino un recorrido en moto de nieve internándonos en un bosque de lengas para llegar a un mirador con vista a los volcanes Villarrica, Quetrupillán y Lanín a lo lejos. Fueron cerca de 40 minutos abriéndonos camino sobre nieve virgen y disfrutando de las espectaculares panorámicas de este valle, además de una pequeña dosis de adrenalina con cada acelerada y subida en el camino. Un panorama diferente y totalmente recomendable que pueden cerrar con un picnic al atardecer.

Sendero de los Espíritus

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Si nunca has recorrido un sendero de noche, ésta es una oportunidad que no puedes perderte. Mi aventura nocturna partió cerca de las 19.30 de la tarde con una temperatura ambiente no mayor a 8ºC y un cielo completamente estrellado. Antes de empezar nuestro guía, oriundo de Neltume, nos invitó a pedir a los Ngen, espíritus de la naturaleza y custodios de ésta, permiso para recorrer el sector.

Una linterna frontal era lo único que iluminaba nuestro camino mientras nos internábamos en el bosque pasando sobre raíces y las pasarelas de madera que conforman el circuito. De a poco, entre la vegetación, iban apareciendo las figuras talladas en madera que nos irían compartiendo un poco más de la cosmovisión mapuche.

Así pasamos junto al choñchoñ, que representa a los brujos. Una figura de cabeza con alas que sale a volar en las noches y cuyo canto se escucha como “tue, tue, tue, tue”; los wichall una pareja de duendes mapuche que acompañan al viajero que los trata bien, o el culebrón. Pero también conocimos más detalles de la flora que acompaña este sendero.

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La gracia de hacer esta ruta de noche está precisamente en la oportunidad que da de conectarse con todos tus sentidos. Ahí en la oscuridad sientes cada ráfaga de viento, el olor de las hojas y humedad de la vegetación y el sonido cada vez más fuerte del río a medida que te acercas al salto La Leona y así, cada historia cobra un mayor sentido.

Parque Kumün

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El cierre de este viaje, lo daría mi visita al Parque Kumün un espacio que Latam Airlines ayudó a construir como parte de su programa Cuido Mi Destino, para apoyar a las artesanas de Neltume no sólo con capacitaciones sino también entregándoles un lugar en el que puedan elaborar y ofrecer sus productos. “Para LATAM el turismo es una herramienta de conservación y desarrollo social, y desde esa impronta hemos trabajado durante 4 años en un proyecto que integra a las comunidades y la flora y fauna de la reserva, invirtiendo en herramientas e infraestructura que permitan a este lugar desarrollarse de una manera sostenible”, dice Francisca Arias, Jefa de Responsabilidad Social Corporativa de Latam.

Aquí cada visitante puede conocer el trabajo que realizan más de 12 artesanas especializadas en técnicas como el vellón, con el que crean espectaculares figuras que representan la fauna local; bordado; trabajos en madera; y las famosas hadas del bosque, entre otros.

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