Resulta extraño que, siendo el cóndor un ave emblema para nuestro país (Chile), sean muy pocos los que realmente conocen a este carroñero. Son muchos los chilenos que ni si quiera han podido ver a un cóndor en su estado natural, y muchos que sí lo han visto pero a cientos de metros de altura donde la diferencia entre esta majestuosa ave y un punto negro que se mueve a la distancia, en realidad no es mucha. En este contexto, probablemente no llame la atención que sólo unos pocos se preocupen de su estado de conservación actual que, lamentablemente, indica que se encuentra amenazado y que, de no haber un plan de conservación y protección efectivo, podríamos ser la generación que vea a estos animales llegar a un estado crítico.

Hoy quisiera traerles un vistazo a la situación actual que vive uno de nuestros emblemas nacionales, a través de los testimonios de dos expertos que han dedicado gran parte de sus vidas a estudiar a esta ave.

Entre animales regalados y títeres, surge una esperanza

©Víctor Escobar
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La historia de cómo se formó el Programa Binacional de Conservación del Cóndor Andino, tiene sus orígenes en una anécdota que comienza cuando el ex Presidente Salvador Allende le regaló una pareja de cóndores a Fidel Castro en una de sus visitas a Chile. Para el año 2000 y en el zoológico de la Habana, la pareja puso un huevo que fue llevado al zoológico de Buenos Aires para su incubación y posterior crianza del pichón con títeres que simulaban ser sus verdaderos padres.

Al poco tiempo, un grupo de expertos de la Unión de Ornitólogos de Chile (UNORCH) entre los que se encontraba Eduardo Pavez, su socio fundador, asistió a una convención en Venezuela donde también se encontraban los expertos argentinos a cargo de la crianza de este pichón y surgió la idea de liberarlo en el lugar de origen de sus padres: Chile. Todos estuvieron de acuerdo.

El cóndor andino, es el ave voladora más grande del mundo con una envergadura alar que alcanza los 3 metros. ©Víctor Escobar
El cóndor andino, es el ave voladora más grande del mundo con una envergadura alar que alcanza los 3 metros. ©Víctor Escobar

Junto con ese (pichón) vinieron otros 3 cóndores nacidos en Argentina y se juntaron con 4 cóndores que teníamos en rehabilitación en Chile. Generamos una bandada y los liberamos juntos”, cuenta Eduardo Pavez, actual co-director del Programa Binacional de Conservación del Cóndor Andino Chile-Argentina (PCCA). Desde entonces, se creó un programa de liberación de cóndores acompañado de un plan de divulgación del valor cultural y ecológico del Cóndor Andino. Los trabajos con argentina continuaron a la distancia, manteniéndose más que nada como conversaciones compartiendo experiencias y posibles dudas de cada país, y el PCCA siguió sus trabajos bajo el alero de la UNORCH.

Sus principales labores hasta el día de hoy, son la investigación de la especie, la reproducción en cautiverio y la liberación de cóndores rehabilitados. “Trabajamos en conjunto con el Zoológico Nacional porque ellos dan la primera atención médica a todos los cóndores que se reciben y luego se derivan al Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR) donde se evalúan sus posibilidades reales de liberación. Además hacemos todo un trabajo de investigación y de seguimiento tanto de cóndores que liberamos con transmisores satelitales, como de aquellos cóndores libres a los que hemos capturado para marcarlos”, explica Pavez quien asegura que es necesario conocer más acerca de esta especie para lograr planes de conservación efectivos.

Llenos de basura 

Cuando los cóndores encuentran alimento, suelen volar en círculos asegurándose de que no exista peligro en tierra y señalando a otros individuos la presencia de comida. Esta imagen se ha vuelto cada vez más común en el relleno sanitario de Loma Los Colorados, ubicado en la comuna de Tiltil, donde en ocasiones cerca de 200 cóndores llegan al lugar para alimentarse de la carne putrefacta y otros desechos. ¿El problema? Aquí no sólo encuentran una rica fuente de carnes en descomposición, sino que también ingieren bolsas y desechos tóxicos como venenos. Por esta razón, son cada vez más comunes las aves que llegan con casos de intoxicación a manos del Zoológico Nacional y que son derivadas luego al CRAR para su rehabilitación.

Según Víctor Escobar, biólogo especializado en el manejo y conservación de vida silvestre, las razones que han llevado a los cóndores a alimentarse en los rellenos sanitarios en la zona central son principalmente dos: la ubicación de estos vertederos cerca de sus rutas de vuelo y la escasez de sus fuentes naturales de alimento, principalmente de guanacos y vacunos muertos por otros predadores o de forma natural.

“El relleno que es muy utilizado por el cóndor para alimentarse se ubica en el cordón montañoso denominado Chacabuco, lugar de tránsito histórico de la especie para desplazarse desde la cordillera de los Andes hacia las grandes montañas como el cerro el Roble y Altos de Chicauma. Otro factor importante es la escasez de alimento natural en temporada de invierno, cuando el alimento potencial del cóndor que consiste en ganadería doméstica de alta cordillera, se encuentra en zonas más bajas o inaccesible durante este período. Por lo tanto los cóndores tienden a utilizar estos rellenos como focos de alimentación, que claramente son de menor calidad y presentan mayor peligro para su salud”, cuenta Víctor.

©Víctor Escobar
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Pensarán que colocar comederos para cóndores en lugares estratégicos, podría ser una respuesta para enfrentar la escasez de alimento, pero en realidad la solución no es tan fácil. Según Escobar, algunos comederos que se han implementado cerca de estos rellenos sanitarios incluso han atraído a más de estas aves al lugar, las cuales se alimentan en éstos y luego acceden de igual forma al relleno.

Y la instalación de comederos en otras zonas podría generar un nuevo problema: “Algunos problemas tienen que ver con el recurso alimento predecible que implican los comederos. Los carroñeros como el cóndor se han desarrollado como especies que obtienen su alimento de forma impredecible, es decir se desplazan grandes distancias en búsqueda de alimento y cuando lo encuentran se alimentan y guardan en el buche, porque no saben dónde, ni cuándo encontrarán nuevamente alimento. La implementación de comederos intervienen con este tipo de comportamiento y por lo tanto puede afectar la biología natural de la especie”, dice Escobar, quien además comenta que esto podría atraer a otras especies de animales que pueden entrar en competencia con el cóndor y que en otras circunstancias no se toparían.

Otros peligros que acechan al cóndor en la zona central

Eduardo Pavez cuenta que las principales causas de arribo de los cóndores que llegan para ser rehabilitados, son efectivamente las intoxicaciones causadas por la ingesta de tóxicos en los rellenos sanitarios, aunque también por la ingesta de cebos envenenados que utilizan los campesinos para controlar principalmente perros asilvestrados que matan al ganado recién nacido, sean ovejas, vacas, etc.

El problema, es que estos venenos no discriminan al momento de afectar a la fauna local y terminan envenenando zorros, aves de rapiña y cóndores. “Ha habido casos bien dramáticos de envenenamiento de cóndores producto de esta costumbre de los campesinos de eliminar fauna indeseada para ellos con veneno”, asegura Pavez quien señala que otra amenaza para estos carroñeros son los choques con líneas eléctricas y su persecución.

“Muchos de los cóndores que nosotros recibimos por otras causas como intoxicaciones, tienen en su cuerpo perdigones de escopeta aunque puede que ésta no sea la causa principal por la que llegó a nuestras manos”, dice el co-director del PCAA.

Pese a que existe una ley en Chile que protege a esta especie y todas las aves rapaces del país de la caza, captura viva o tenencia como mascota, aún hay quienes los balean. “Una cosa es la ley, pero si tú no la vinculas a educación y a fiscalización la ley está muerta, y en el campo la fiscalización es poca”, sentencia Pavez.

¿Cuántos cóndores hay en Chile?

©Víctor Escobar
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Es difícil determinar la cantidad exacta de cóndores que existen en Chile, sobre todo porque la cordillera es muy larga, es muy difícil detectar las entradas a las cuevas donde anidan y porque estas aves son capaces de recorrer en sus desplazamientos diarios hasta 150 kilómetros de distancia y pueden ocupar ámbitos de hogar tan amplios como 7.500 km2, lo que dificulta su conteo.

Sin embargo y según los datos obtenidos en diversos estudios, Eduardo Pavez estima que hay alrededor de 23.000 ejemplares en Chile distribuidos a lo largo del territorio nacional y que se concentran en dos núcleos principales.

“Suena mucho pero no es tanto. En la zona central se encuentra aproximadamente el 20% de todos estos cóndores y la mayor cantidad, alrededor del 70%, está en la Patagonia en la región de Aysén y Magallanes. La zona norte concentra sólo alrededor de un 5% de la población”, dice.

Por su parte Víctor Escobar, quien además lidera el programa de censo de cóndores de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), asegura que existen alrededor de 300 cóndores sobrevolando la Región Metropolitana, y que la tendencia es a la disminución de sus poblaciones debido al recurso alimento y otras amenazas en el continente.

Las claves para asegurar su futuro

©Víctor Escobar
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Si bien Pavez cree que en los últimos años ha habido un fuerte cambio de mentalidad por parte de la población chilena (y mundial) hacia la conservación de la naturaleza, aún cree que hace falta educar más. Por lo mismo, mucho del trabajo que realizan está enfocado en la educación: “Hacemos un trabajo fuerte con los niños, principalmente porque concientizas a las futuras generaciones y te infiltras en la familia y adultos. La forma de llegar a los adultos muchas veces es a través de los niños”.

Por su parte también cree que hace falta tener un manejo adecuado en los rellenos sanitarios para evitar las intoxicaciones, y evitar en lo posible y fiscalizar el uso de venenos por parte de los campesinos. Por último, para Pavez resulta primordial continuar investigando los hábitos de estas aves para por ejemplo, identificar aquellas áreas que frecuentan y poder proteger estos sitios de elementos como la instalación de líneas eléctricas. “No digo que las líneas eléctricas sean malas o un problema per se, sino que en algunos sectores donde hay mucho tránsito de cóndores, ahí sí puede ser un problema porque los cóndores chocan contra ellas. Por eso es importante identificar los corredores de cóndores para revisar la disposición de éstas”, dice.

Algo similar opina Víctor Escobar para quien es imprescindible aumentar las investigaciones en torno a la especie “para la buena implementación de políticas y planes de conservación”.

“Necesitamos adquirir mayor conocimiento de la especie para optimizar los recursos de conservación. En esta tarea estamos involucrados y además hemos formado una red de apoyo con otros investigadores de Sudamérica para compartir experiencia y posibilidades de financiamiento. Sin embargo avanzamos conforme a las posibilidades de nuestros propio financiamiento y entusiasmo, debido a que para muchos de estos estudios no hemos tenido el financiamiento”, señala Escobar.

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