Algunas abuelas o abuelos decían dentro de muchos refranes algo así como: “la vida le enseñará” y en el correr el los años uno puede darse cuenta de que así es. El aprendizaje que no se logra en un momento, sea cual sea, la vida nos muestra más adelante, comprendemos su relevancia y lo aprendemos. ¿Quién lo enseña? Puede ser una persona, una niña o un joven y muchas veces la naturaleza. En este momento, en que la población mundial está teniendo aprendizajes tan profundos acerca de la solidaridad, la colaboración, el trabajo en equipo y la importancia de nuestro planeta, es muy importante que logremos entender y aprehender realmente que somos parte de un frágil equilibrio que hemos destruido y que debemos cambiar la forma en que nos relacionamos con el mundo y entre nosotros para permitir que las futuras generaciones puedan vivir en este planeta así como lo hemos hecho hasta ahora. 

Grandes transformaciones debemos generar desde lo más pequeño: desde nosotros, nuestra casa, nuestro vecino, nuestra comunidad, el trabajo, las empresas y los gobiernos.  Estamos todas las personas puestas en alerta y debemos atender ese llamado, porque si no aprendemos ahora. ¿Cuándo?

Es el momento para reflexionar cómo este virus ha permitido que las ciudades paren sus procesos productivos y dejen de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que nos muestra que la posibilidad de producir nuestro propio alimento, proteger la biodiversidad, de cambiar paradigmas sociales, económicos  y educativos es más sensato de lo que creemos.

Entonces, ¿la emergencia sanitaria que vivimos con la pandemia está ayudando a mitigar la emergencia climática? Es duro pensar que debemos atravesar por algo así para aprender esto, pero en China se redujeron un 25% las emisiones de dióxido de carbono, lo que equivale a un 6% de reducción global ¿Será que debemos esperar a que no tengamos agua saliendo de la llave para cuidarla?  Pasó en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, que por temor a llegar al “día cero” en que ya no habría agua, las personas comenzaron a cuidar el consumo y redujeron de 600 millones de litros diarios a 500 millones. Gran ejemplo que nos ayuda a mirarnos como sociedad consumidora.

En este sentido hemos estado por mucho tiempo hipnotizados con grandes campañas de libre consumo que nos hacen querer cosas que no necesitamos realmente y hemos perdido la conciencia de ello. Por ejemplo, según la FAO, se desperdician en el mundo un tercio de la producción total de alimentos. Otro dato invisibilizado son las 30.000 hectáreas de bosque nativo que se pierden cada año en Chile sabiendo que los bosques son el principal ecosistema que puede extraer el CO2 de la atmósfera.

¿Será necesaria otras crisis para atender la crisis? ¿Serán necesarias más Conferencias de las Partes para llegar realmente a acciones concretas?

Los resultados que estos acuerdos han mostrado, así como los NDC de Chile son insuficientes; no recogen la información científica que recorre el mundo y se apegan a mantener el modelo imperante. Es preciso que después de sobrellevar esta pandemia logremos cambios significativos en estos temas que son fundamentales para recuperar el equilibrio natural.

Entonces se han dado todos los ingredientes: el 87% de los chilenos piensan que enfrentar el cambio climático es una oportunidad de construir un mundo más justo, un cambio de constitución inminente, una pandemia que nos pone al límite y cuestiona el modelo económico. No nos queda más que reaccionar ante ello y transformarnos. 

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