Germán González es presidente de la Comunidad de Caspana, una localidad ubicada a 85 km al norte de la ciudad de Calama. Él mantiene y preserva el legado histórico para el manejo del sistema de terrazas, que dice conocer de sus abuelos: “Yo me crié con mis abuelos y uno andaba junto con ellos, y lo ayudaba en su trabajo. Ayudaba en la ganadería también, cargaba el abono, eso todo uno lo hace desde niño, entonces ese mismo abono se utilizaba para la agricultura”.

Por su parte, Manuel Salvatierra, presidente de la Comunidad Ayllu Cúcuter en la comuna de San Pedro de Atacama, produce sus alimentos a través del sistema ancestral de eras de cultivo, y coincide en este legado. “Nuestras técnicas de producción están todas en las formas ancestrales que nuestros abuelos mantuvieron en su momento. Considerando la escasez de agua en la zona, nuestro único sustento es la técnica del riego por inundación, gracias al cual regamos administrando el agua por turnos, de forma que toda la comunidad pueda recibir su parte”. 

©Cortesía SIPAN
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Las terrazas consisten en planicies delimitadas por pequeños muros, ubicadas en terrenos con diferencia de altura, que son regadas por inundación, permitiendo que el agua circule entre ellas a través de estas eras por medio de redes de canales. Por su parte, las eras de cultivo son terraplenes formados por bordes de tierra y canales, construidos perpendicularmente a los cerros y la mayoría rodeada por arboles forestales endémicos como el chañar, y algarrobos y contribuyen a aumentar la filtración del agua. Estos terrenos resilientes y agrobiodiversos, son manejados de forma ingeniosa y sostenible, permitiendo el cultivo de papas, habas y zanahorias, además de frutas, plantas medicinales, flores y condimentos, en el caso de las terrazas, y alfalfa, el trigo y el maíz en el caso de las eras. 

©SIPAN
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Ambas prácticas centenarias, propias de las culturas andinas, son destacadas en la iniciativa Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Nacional (SIPAN), impulsada por el Ministerio de Agricultura de Chile, con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Chile, que busca consolidar una red de territorios importantes para el patrimonio agrícola de Chile, por contar con sistemas productivos agropecuarios que resguardan la biodiversidad, y que pertenecen a comunidades rurales que a través de sus técnicas ancestrales han logrado adaptarse a diversas variaciones de índole económico, social o ambiental.

Para los productores locales, la iniciativa SIPAN representa una gran oportunidad. “Pone en valor con lo que contamos (…) el comienzo puede ser difícil pero cuando ven la calidad del producto, la misma gente lo dice, no uno”, asegura Germán González. Además, enfatiza que uno de los atributos de este tipo de producción libre de químicos y aditivos. “En Caspana no hacemos eso. Se mantienen las especies tal como son”, agrega.

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Por su parte, Manuel Salvatierra explica que se encuentran buscando semillas con mejor adaptación al clima árido de Ayllu de Cucuter. “Antiguamente cosechábamos quinua, pero esta se perdió y estamos buscando una semilla que pueda adaptarse a nuestro suelo. Quizás el próximo año podremos tener una semilla que pueda adaptarse al clima, al agua y otras adversidades que tenemos acá. Por ahora, la alfalfa, el trigo y el maíz son nuestras principales cosechas. Y las primeras dos las venimos desarrollando por lo menos los últimos 200 años en esta zona”. 

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En este aspecto, la directora regional de Antofagasta del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), María Loreto Pacasse, explica que “para la región de Antofagasta esta iniciativa (SIPAN) no sólo nos ha permitido destinar recursos de fomento, sino que además  iniciar un trabajo en conjunto con las comunidades indígenas, el cual, tiene por objeto rescatar, cuidar, mantener y dar valor a la agricultura ancestral presente en nuestra región”.

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