Chile es un país que se caracteriza por poseer un gran patrimonio natural. Esto se debe a que su geografía se compone por una gran variedad de paisajes y condiciones climáticas, desde el desierto más árido del mundo hasta territorios antárticos. A lo anterior se suman montañas que llegan hasta los 6.000 metros por sobre el nivel de mar, así como islas, archipiélagos y fiordos. Es toda esta variedad la que permite que existan alrededor de 31.000 especies, entre plantas, animales, algas, hongos y bacterias, de las cuales casi el 25% son endémicas.

Sin embargo, la crisis climática por la que estamos atravesando está poniendo en peligro esta diversidad. En las últimas décadas nuestro país ha experimentado fuertes cambios, como el aumento en las temperaturas, disminución de las precipitaciones y una mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos, como es el caso de los largos periodos de sequía o los eventos de lluvia más intensos.

Todas estas alteraciones han generado que las condiciones, dependiendo de la zona, también cambien, dificultando así la sobrevivencia de diferentes especies. En este sentido, es sabido que múltiples especies nativas se encuentran al borde de la extinción o en peligro. Los cultivos no son la excepción.

La agricultura y las actividades huerteras se enfrentan a importantes retos producto del cambio climático, el cual está afectando a la producción, el rendimiento y la calidad de los cultivos. En esta línea, hay regiones como Coquimbo, Valparaíso, O´Higgins y parte de la Metropolitana, por ejemplo, que se encuentran sufriendo una baja en las siembras de cereales y legumbres. Esto debido a los cambios en los regímenes de lluvia.

Es en este contexto donde la protección y propagación de semillas tradicionales se han vuelto tareas indispensables como forma de asegurar el futuro de la diversidad de la flora de nuestro país, así como para el desarrollo de una agricultura más resiliente y sustentable.

«La ciencia campesina es esa posibilidad de experimentar y estar día a día observando cómo responden las plantas al clima, tan cambiante y adverso. Hay muchas semillas que se pierden solamente por la crisis climática. Entonces, es tan importante y tan relevante el trabajo que hacen hoy día las y los guardianes de semillas, los agricultores en general, porque están en esa conexión viva, y eso no lo logran las máquinas», afirma Valentina Vives, presidenta de la Cooperativa Semilla Austral.

El Sistema Participativo de Garantía Agroecológica de Semillas (SPG) es una iniciativa de certificación interna de la Cooperativa Semilla Austral, que vincula a guardianes/as de semillas en la construcción de redes de apoyo e intercambio de conocimientos para la mejora continua de sus procesos productivos.

Las semillas que cuidan, cultivan y venden a la comunidad han pasado por generaciones, llenas de experiencias y saberes que las han mantenido con vida pese a la adversidad. Por el contrario, en cada proceso se hacen más fuertes y resistentes.

Es así como las familias tienen mucho más en común con las semillas de lo que se podría pensar. Ambas pertenecen a un legado, vienen de un determinado linaje, y cuentan con una genética en particular. Es en base a este supuesto que se desarrolla el SPG.

En esta línea, Semilla Austral está conformada por 34 familias guardianas distribuidas a lo largo del país, cuyo labor se centra en la revalorización, reproducción y circulación de semillas. Si no fuera por sus esfuerzos, varias de las semillas tradicionales con las que trabajan ya se habrían perdido de forma irreversible. Esto considerando que, según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre 1900 y el 2000 se perdió por lo menos  el 75% de la diversidad de los cultivos.

Una de las familias guardianas es la de Lilian Barrientos, consejera de Semilla Austral. «Nosotros como familia productora tenemos harta trayectoria ya de estar trabajando con estas semillas directamente, además de la herencia y el conocimiento que hemos recibido de nuestra madre y de otras mujeres huerteras y productores», comenta Barrientos.

«Cultivamos por ejemplo algo tan valioso como la Kinwa (…). La semilla que cultivaba nuestra abuela, y está muy adaptada a toda la condición climática del sur. En este caso en específico, se trata de una semilla que ha estado en manos de mi familia por más de 100 años, por lo tanto, son semillas muy aclimatadas, adaptadas, con mucha memoria cultural», agrega.

La idea llevada a la práctica

La Cooperativa Semilla Austral, con sede en Curiñanco, en la comuna de Valdivia, se originó en septiembre de 2014 y, actualmente, se encuentra distribuida en 9 regiones del país. Entre sus objetivos están: apoyar financieramente las actividades de la red; prestar servicios educativos; capacitaciones; la venta de semillas, plantas, calendarios, manuales; entre otros. Sin embargo, su misión en el largo plazo va orientada a la creación y fortalecimiento de los bancos vivos de semillas, reservorios de biodiversidad agrícola, donde las semillas se mantienen en constante reproducción.

«Yo conocí a la Red de Guardianes de Semillas de Ecuador el año 2012 en un encuentro en Perú, y ahí por primera vez oí de los sistemas participativos de garantía agroecológica. Luego en 2013 y 2014 tuve la posibilidad de ir a Brasil, y ahí están las organizaciones de agricultores ecológicos mucho más constituidas que acá en Chile, y tienen sistemas participativos de garantía agroecológica andando hace mucho tiempo (…). La Cooperativa la fundamos en 2014, un grupo chiquitito, que hoy día quedamos pocos de los socios fundadores, contados con los dedos de una mano», relata Vives.

Gerardo Jara Barrera, cofundador del Centro Agroecológico Mongelechi Mapu. Créditos: Semilla Austral.
Gerardo Jara Barrera, cofundador del Centro Agroecológico Mongelechi Mapu. Créditos: Semilla Austral.

Por su parte, el SPG nació el 2019, sin embargo, fue recién en 2021 cuando se comenzó a implementar mediante la realización de las primeras visitas de campo en diversos territorios y ecosistemas, desde Valparaíso hasta Los Ríos. El SPG es una forma de garantizar calidad a través de la cooperación y procesos tradicionales.

«Este sistema, que es el SPG, es nuestro sello transversal para trabajar con semillas agroecológicas y orgánicas, con certificación de calidad que asegura a las personas que ese compromiso es real y que la semilla que ellos adopten va a prosperar, que es una semilla fértil y confiable. Es como un sello de confianza», señala Vives.

Proceso de preservación de semillas

Las semillas con las que trabajan son semillas campesinas, de herencia, libres de toda propiedad intelectual y de modificación genética. Para la Cooperativa la semilla es la expresión más pura y primitiva de la vida misma, por tanto, regenera y multiplica la vida en cada una de sus manifestaciones, además de enlazar su origen a una identidad territorial y a la cultura de la zona en que se desarrollan.

El primer paso de este proceso de preservación y propagación es la selección de semillas, luego sigue la siembra, la cosecha, y el secado. Finalmente, solo aquellas que son más fuertes y de mejor calidad que las otras son enviadas Al Faro, lugar donde todas las semillas, de las nueve regiones distintas, convergen para ser vendidas y almacenadas.

«La labor del guardián y la guardiana de semillas tiene que ver mucho con la selección y la observación de ciertos atributos y según ciertos criterios, que muchas veces también son subjetivos, y eso es maravilloso, porque esta subjetividad crea diversidad (…). Luego viene la cosecha, y tú cosechas para semillar las plantas más vigorosas, las más bonitas, las que resistieron mejor las heladas, las que no fueron atacadas por los bichitos. Todo eso es genética que va imprimiéndose en las siguientes generaciones de semillas, que luego van a transformarse en planta. Luego se limpian las semillas o se secan, dependiendo de la especie», explica Vives.

«Después de eso se vuelve a seleccionar. Se descartan todas las semillas que a la vista son deformes, que podrían no ser viables. Se limpia toda la pajita, todo tipo de impurezas y también se realiza la selección por calibre, por tamaño o por vaina (…). Finalmente, se ingresan al faro de semillas, que es nuestra casa comunitaria de semillas, con un montón de información, para después poder comunicar y socializar esa información, que es el conocimiento asociado a cómo se cultiva, cómo se consume, cuál es su origen, de dónde viene, qué atributos destacan, los días desde la siembra a la cosecha, el rendimiento, etc. Esto para que la persona que va a comprar esta semilla tenga toda esa información y pueda esta semilla prosperar», agrega.

Avances, mejoras, y proyecciones

Desde la Pandemia, Semilla Austral no ha vuelto a ser la misma. En aquel entonces eran apenas unos pocos, sin embargo, con el encierro la demanda por semillas aumentó exponencialmente. De los 100 sobres que vendían anualmente pasaron a comercializar cerca de 20.000. Este fenómeno los obligó a expandirse. Sin embargo, pese al aumento de las ventas, la escasez de recursos comenzó a ser un problema en cuanto a todos los avances y mejoras que se debían hacer para producir más y mejorar la calidad de sus semillas.

Buscando una solución a este problema, llegaron al Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec), ganando su primer fondo público concursable, con el que pudieron avanzar lo que normalmente demorarían 10 años en tan solo uno.

A este pequeño milagro económico le siguió el Fondo Común Regenerativo, de Fundación Lepe. Este último lo ganaron recientemente, obteniendo $29.995.000 por los 24 meses que durará su proyecto de mejoras. Con estos recursos Semilla Austral busca fortalecer, tanto técnica como organizacionalmente, el nodo sur de la Cooperativa, para reproducir y comercializar semillas tradicionales, garantizando su calidad agroecológica y orgánica. Asegurando así características como: heredabilidad, variabilidad genética, viabilidad, sanidad, y pureza analítica.

«Este Fondo Común Regenerativo viene a darnos ese impulso, esa posibilidad de poder comprometernos todos y ser corresponsables (…). Sentirnos protagonistas de los logros que vamos teniendo como organización, y que tengamos una participación más activa», señala Vives.

Asimismo, cuentan con otros proyectos que planean ir desarrollando en paralelo en un futuro, como es el caso de guías educativas y libros que evidencien el trabajo de la Cooperativa, al mismo tiempo que aumente el alcance entorno al cuidado y preservación de semillas tradicionales y campesinas.

«Mi rol dentro de este proyecto en específico tiene que ver con los registros que vamos dejando luego de cada encuentro o cada gira técnica, los que vamos a ir consolidando en esta guía educativa y eventualmente en un libro. Actualmente, tenemos una enciclopedia botánica que estamos construyendo. Soy la encargada de recopilar toda esa información, hacer el diseño y el libro. También queremos hacer otro libro que se llame Cómo cuidar semillas (…). La idea es que el libro pueda ayudar a tener un mayor alcance», explica Andrea Leiva, encargada del área de comunicaciones de Semilla Austral.

Es así como poco a poco Semilla Austral busca impulsar su crecimiento de la mano de las familias guardianas, cuyo trabajo permite ir avanzando en la preservación y conservación de especies, sabores, y tradiciones, proporcionando al mismo tiempo a las comunidades una forma de alimentación más saludable y de calidad asegurada.

«Necesitamos revertir mucho del daño que hemos hecho y yo creo que esta herramienta es superpoderosa para trabajar de manera integral los traumas que le hemos causado a nuestra madre tierra, a la naturaleza, pero también los traumas que hemos generado entre nosotros, en el plano más social, organizacional. Lo esencial es ponerle atención a nuestros sistemas productivos, desde lo más importante hasta lo más sutil, a veces invisible, y muy vulnerable, porque de un año para otro se puede perder una variedad, una especie para siempre», afirma Vives.

Desde Semilla Austral dejan abierta la invitación a aquellos que trabajen con semillas agroecológicas que deseen unirse a la Cooperativa.

Es posible contactarlos mediante el siguiente correo: Contacto@semilla-austral.coop.

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