El crecimiento urbano acelerado de a poco se ha convertido en una importante amenaza para los ecosistemas. Un buen ejemplo de esto es Pichilemu, donde este crecimiento ha impactado en la imagen de la ciudad y su territorio, creando áreas densas y de crecimiento poco controlado, que ejercen presión sobre sus recursos naturales y desarticulan el desarrollo comunal.

Así lo asegura el grupo de Paisaje de la Universidad de Chile, un grupo compuesto por académicos de la facultad de arquitectura y urbanismo, en la que han participado las escuelas de arquitectura, geografía, e ingeniería en recursos naturales. El grupo, que se enmarca en un proyecto convenio entre la universidad, la Asociación Territorios Solidarios de Suiza y la Municipalidad de Pichilemu, está trabajando en un proyecto de planificación de infraestructura verde para la ciudad costera con el fin de armonizar esta relación entre el hombre y su entorno y permitir un desarrollo sustentable de la ciudad que responda a la tendencia mundial hacia la protección ambiental y la realidad local de ciudad turística.

¿En qué consiste el Plan de Infraestructura Verde?

©Simón Leisersohn
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El proyecto Quebradas en Red incluye un Plan de Infraestructura Verde (PIV) que busca gestionar y planificar el territorio de tal forma que exista un equilibrio entre el desarrollo urbano, la protección ambiental y el crecimiento económico de la comunidad de Pichilemu. Esto se logra a través de diversas iniciativas, definición de objetivos y directrices de acción a distintas escalas, que permitan asegurar la correcta gestión del territorio en el tiempo, de forma sustentable y eficiente. La idea, entonces, es incorporar los recursos del paisaje en el desarrollo de la ciudad y que las áreas naturales –hoy frágiles ante las amenazas que enfrentan– dejen de ser sólo elementos a proteger o restaurar, sino que constituyan parte importante del ordenamiento urbano.

Dentro de los principales proyectos que incluye el proyecto Quebradas en Red se encuentran:

  1. La creación del Parque Ecológico Humedal Petrel
©Simón Leisersohn
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Petrel es uno de los puntos con mayor biodiversidad de Chile y esencial para el ciclo de vida de la fauna local y migrante. En este humedal se han registrado 91 especies de aves (72 residentes y 19 migratorias), de las cuales 9 se encuentran actualmente con problemas de conservación. Sin embargo esta área natural se encuentra vulnerable debido principalmente al avance de la mancha urbana y a la nula protección de sus bordes.

El Parque Ecológico Humedal Petrel busca amortiguar este impacto, reconstruyendo sus riberas mediante la recuperación del borde vegetativo, consolidándolo como polo de la biodiversidad de Pichilemu. A su vez este parque ofrecerá un espacio público de gran envergadura y de alto impacto medioambiental que, tal como explica el grupo de Paisaje de la Universidad de Chile, será un proyecto modelo de recuperación y protección de biodiversidad  que podrá replicarse en todas las ciudades costeras de Chile.

  1. Intervención en el Bosque Municipal

Se trata de un espacio semipúblico que actualmente no cuenta con accesos y remates claros, ni con recorridos que lo articulen con la ciudad. El proyecto busca su restauración espacial, reforestación con especies nativas y su conversión a jardín botánico a modo de parque comunal para articular las quebradas existentes con la trama urbana, formando una  estrategia de protección y reforestación unida a la creación de un corredor verde de uso público.

  1. Protección de sistemas dunarios y accesos públicos a playas urbanas

El borde costero de Pichilemu es parte de los cambios bruscos generados por el desarrollo urbano descontrolado, evidenciando una gran cantidad de tomas de terreno costero y por consiguiente la destrucción de recursos naturales y generando discontinuidad urbana. En este contexto, el proyecto busca la reconstrucción de tramos de circulación que ofrezcan coherencia al recorrido costero, abriendo nuevos accesos y vistas hacia la playa buscando la apertura ciudadana de un bien ambiental que fundamenta el turismo y el habitar de una ciudad costera. Al mismo tiempo esta intervención busca conformar un cordón continuo que establezca la duna como recurso ambiental, logrando un espacio público contenido y de protección.

  1. Parque Geológico de Infiernillo
©Simón Leisersohn
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La riqueza científica que este lugar ofrece ha sido objeto de una gran cantidad de estudios e investigaciones por parte de universidades chilenas e internacionales, los que sitúan el roquerío de Infiernillo como único en Sudamérica y dentro los pocos en el mundo. Aquí se han encontrado formaciones rocosas muy singulares con 300 millones de años, conocidas como esquistos azules.

El proyecto busca potenciar este sector transformándolo en un “museo abierto”, construyendo accesos y recorridos de arquitectura simple y  armoniosa con el paisaje rocoso, ofreciendo un parque geológico que contará con paneles informativos a modo de circuito interpretativos que expongan sobre los procesos geomorfológicos los que pueden incluso resumir la formación de la Tierra.

  1. Creación de una ordenanza de arbolado urbano

Pichilemu carece de recurso agua y por lo mismo se hace necesario que la vegetación de espacios públicos sea planificada en función de la factibilidad ambiental. La ciudad presenta grandes bandejones y platabandas que hoy no cuentan con ningún tipo de tratamiento vegetacional y las que sí, han recibido carpetas de pasto y césped que obliga a regarlos constantemente.

El proyecto busca crear una ordenanza de arbolado que precise las especies nativas a plantar, creando corredores verdes y corredores biológicos que conecten la ciudad en un siempre verde, otorgando identidad a los espacios públicos del centro urbano y protegiendo los recursos hídricos existentes.

¿En qué etapa se encuentra el proyecto?

Simón Leisersohn, uno de los arquitectos que lidera el proyecto, cuenta que actualmente se encuentran en la etapa de implementación del plan. “Estamos esperando firmar algunos contratos y acuerdos para solidificar la relación entre la FAU y el Municipio, y comenzar el proceso de diseño participativo del parque.  El objetivo principal de este semestre es diseñar y producir para poder tener la carpeta de proyecto”.

Aquí, el compromiso del Municipio en actividades como la los procesos de adjudicación de fondos y la definición de áreas a intervenir, es fundamental para asegurar la factibilidad y éxito del plan a largo plazo. “Las áreas de intervención están incluidas en espacios públicos de administración municipal y de los marinos por lo tanto es con ellos con quienes tenemos que conseguir la articulación para llevarlos a cabo. En tanto para las intervenciones en terrenos privados esperamos desarrollar iniciativas que motiven a los dueños a sumarse en el proyecto general y así formar una red interconectada”, explica el arquitecto.

Según asegura Leisersohn la idea es que el proceso de diseño y factibilidad de iniciativas como la creación del Parque Humedal Petrel comience en marzo de este 2019. “Será nuestro primer proyecto y es clave, ya que busca rescatar el humedal de una realidad actual no muy beneficiosa. El parque tiene un objetivo claro, que es ofrecer un espacio público enfocado hacia la protección y recuperación ambiental, logrando crear un área de esparcimiento, de información e investigación y de recuperación de paisaje local costero”, comenta y adelanta que el parque incluirá áreas de avistamiento de aves y miradores de paisaje, áreas peatonales y ciclovías, reforestación de sus bordes con especies nativas y áreas de protección total –específicamente en zonas de anidación–.

¿Cómo se financiará?

Durante el proceso de investigación y trabajo participativo fue la Asociación Suiza Territorios Solidarios ATS quien financió gran parte del proyecto, aunque también se otorgaron recursos desde la universidad. Hoy ATS aún continúa financiando honorarios pero se ha firmado a finales del 2018 un nuevo convenio con el municipio en donde se comprometen a costear parte de los honorarios y ofrecer recursos para los estudiantes que participan en el proceso e insumos propios del trabajo en terreno y de investigación. Para financiar los proyectos clave esperan contar con instituciones del Estado, como la Subdere, Gore y Minvu.

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