Puerto Cruz Grande: Los inevitables impactos sobre las ballenas y delfines del Archipiélago Humboldt
En esta columna de opinión, un conjunto de expertos explican que la efectividad del uso de boyas hidroacústicas para monitorear el ruido submarino y prevenir impactos en cetáceos es extremadamente compleja de garantizar. Recientemente, la compañía a cargo del proyecto Puerto Cruz Grande anunció esta medida para prevenir el daño a cetáceos, pero nada garantiza que ello ocurra, ya que no existe una contraparte experta que evalúe su correcto funcionamiento. Lee la columna completa a continuación. Por Susannah Buchan, Doctora en Oceanografía; Maritza Sepúlveda, Bióloga Marina, Doctora en Ciencias; Liesbeth van der Meer, Directora Ejecutiva de Oceana Chile y Frederick Toro, Médico Veterinario, Doctor del programa de Medicina de la Conservación.
El Archipiélago Humboldt, reconocido nacional e internacionalmente como un sitio prioritario para la conservación, debido a su alta productividad y que le permite albergar una gran biodiversidad, se encuentra amenazado por la potencial instalación de, no solo el proyecto minero portuario Dominga, sino que también por el puerto Cruz Grande de CAP.
Este último busca emplazarse en la localidad de Chungungo, en la región de Coquimbo, y su operación provocará impactos en el medio marino similares a los de Dominga. Si bien el puerto no ha comenzado a construirse, pese a que obtuvo su permiso ambiental en 2015, la empresa dio a conocer hace algunas semanas una medida para prevenir la colisión de las embarcaciones con las ballenas, algunas de ellas, catalogadas como las especies más amenazadas del planeta.
En diferentes medios de comunicación se publicó recientemente el plan de Cruz Grande de utilizar boyas hidroacústicas para monitorear y mapear al ruido submarino, con la finalidad de detectar la proximidad de la fauna marina y las naves que circularán en el área. Según señalan, a través de estas boyas, se generarán alertas en tiempo real con foco en el estudio y conservación de la vida marina. Sin embargo, esta propuesta no debe ser vista como la solución mágica que garantizará la reducción completa de colisiones.
La primera medida para evitar los choques entre barcos y ballenas es siempre la planificación correcta de nuevas rutas marítimas; debe tomar en cuenta los hábitats de estas especies, especialmente aquellos que son cruciales para su sobrevivencia, como lo es el Archipiélago Humboldt, área de alimentación crítica para las mismas. La comunidad científica chilena e internacional así lo ha declarado en reiteradas oportunidades, estableciendo que esta zona no es apta para la apertura de una nueva carretera marina.
Por un lado, los que estudian bioacústica de ballenas en la zona del Archipiélago Humboldt, saben que la especie predominante de ballena, la ballena fin, es muy poco vocal en épocas de verano, comparado a otras especies como la ballena azul o la ballena jorobada. Eso hace que esta especie puede estar presente y no ser detectada acústicamente. Por otro lado, si los niveles de ruido ambiental están elevados cerca de los hidrófonos, por ejemplo, debido a ruidos provenientes de construcciones en la costa o embarcaciones, las vocalizaciones de ballenas no serán detectables.
Por otro lado, la correcta implementación de sistemas de detección acústica en tiempo real es extremadamente delicada, ya que su éxito depende de un desarrollo y análisis liderado por expertos con sólida experiencia en bioacústica de cetáceos, lo cual queda refrendado en artículos científicos publicados sobre el tema.
¿Por qué es entonces tan complicada el éxito de una medida como esta? Existen varias decenas de tipos de vocalizaciones de ballenas grandes, algunas de las cuales son altamente variables y acústicamente muy complejas de detectar. Por ello, los sistemas de detección acústica deben ser muy bien calibrados y evaluados para no confundir los sonidos tanto de las distintas especies, como los que se producen en el ambiente. Es tanta la complejidad que, sin un equipo de expertos que sepan diferenciar entre vocalizaciones y manejen una base de datos extensa que capte la variabilidad natural de las vocalizaciones de ballenas, el detector puede generar tantos errores que el sistema pierde toda utilidad. Incluso para investigadores que tienen años de experiencia puede ser complejo diferenciar entre ciertas especies, por ejemplo, algunas señales particulares de ballena franca y de ballena jorobada.
Por lo anterior, es importante que el uso de estos sistemas se restrinja para el monitoreo en puertos o rutas ya existentes, en donde todas las otras medidas para evitar colisiones no han sido eficaces, y nunca para justificar la apertura de nuevas carreteras marítimas.
Los sistemas de alerta acústica en tiempo real que hoy funcionan en Estados Unidos están manejados por la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) en los puertos de Boston, Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, y están a la vanguardia. Estos cuentan con la validación casi en tiempo real de un experto analista que asegura que el error es cero al momento de gatillar una alerta y son además sistemas publicados y descritos en la literatura científica.
Nada de esto ocurre con la propuesta de monitoreo de Puerto Cruz Grande, medida improvisada, presentada fuera del proceso de evaluación de impacto ambiental y que no garantiza que prevendrá el impacto sobre los cetáceos, ya que a estas alturas no existe una contraparte técnica que evalúe su real efectividad.
La medida más efectiva para proteger a las ballenas del Archipiélago Humboldt es desde luego, no abrir nuevas carreteras en el mar. Luego, podemos hablar de soluciones tecnológicas, pero con criterios técnicos estrictos, apoyados por publicaciones científicas, y manejados por expertos con experiencia demostrada en la temática.
Las ballenas no solo son animales carismáticos, sino que se ha descrito que juegan un rol en la mitigación del cambio climático al contribuir a la circulación de nutrientes, y al almacenar carbono en sus cuerpos que, una vez muertas, caen a las profundidades del océano, secuestrando este carbono. También, junto con las especies de mamíferos marinos, actúan como indicadores de la salud de los ecosistemas, y su presencia en las aguas del Archipiélago Humboldt ha sustentado un exitoso turismo de avistamiento de cetáceos dentro de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt.
Así, han surgido llamados a aumentar los esfuerzos de conservación para estas especies ya que los impactos sobre ellas nos afectan a todos. Tanto Cruz Grande como Dominga representan amenazas irreparables, ya que ambos proyectos buscan emplazarse en el corazón del Archipiélago Humboldt. Las medidas improvisadas que estas empresas tratan de levantar a último minuto, sin ningún sustento, solo confunden y disfrazan proyectos de alto impacto en una zona de gran interés científico e importancia para la humanidad.