A principios de este 2017 Javier Trivelli, Director de la ONG Chinchimén recibió un llamado que cambiaría por completo su rutina durante los próximos meses. Del otro lado del teléfono, un funcionario de Sernapesca le preguntaba si podría hacerse cargo de una cría de nutria de mar a la que habían rescatado en Caldera, región de Atacama.

En un inicio los únicos detalles con los que Javier contaba eran que el pequeño mamífero marino había sido extraído de su madriguera por una familia que lo tuvo en su casa durante al menos dos días en los que el pequeño chungungo no pudo alimentarse ni tomar agua. Nerviosos, decidieron entonces llamar a la Municipalidad de Caldera quienes lo llevaron al veterinario y se pusieron de inmediato en contacto con Sernapesca.

© ONG Chinchimén
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El siguiente paso, sería enviar a la cría en avión hasta Santiago donde Chinchimén pasaría a recogerla. “A nosotros nos llegó cuando tenía 2 semanas y llegó muy mal. Con hipotermia, con neumonía, deshidratación, diarrea y zooparásitos. Viajó en avión desde Caldera dentro de una cajita de zapato”, me cuenta Javier.

Desde allí en adelante, el trabajo de rehabilitación del pequeño chungungo sería largo y exigente. Deberían monitorearlo las 24 horas del día, alimentarlo y atender su neumonía y deshidratación con urgencia.

Un camino difícil

© ONG Chinchimén
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 Los chungungos o nutrias marinas, son mamíferos bastante delicados que dependen durante el primer año de vida de sus padres, que no sólo los protegen de las amenazas a las que deben enfrentarse a diario, sino que además les enseñan técnicas de caza y supervivencia. Por lo mismo, las primeras etapas de su rehabilitación son sumamente complicadas y de eso saben bien en Chinchimén.

Desde 2007 ya han rescatado y rehabilitado 4 nutrias de mar con la intención de reinsertarlas en su ambiente natural, sin embargo no siempre han logrado su objetivo. “Los tres primeros por falta de infraestructura y otros factores no llegaron a la etapa de reinserción”, señala Trivelli. Sin embargo, la cuarta de ellas se convertiría en un caso de éxito sin precedentes.

© ONG Chinchimén
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“Creo que es la primera reinserción exitosa de la especie en Chile”, comenta Trivelli y añade que en este caso ya contaban con una jaula construida en su ambiente natural, que permitió su rehabilitación en cautiverio durante cuatro meses antes de que abandonara su madriguera por la «invasión» de un humano. “Luego no sabemos qué pasó con ella porque no le pusimos el chip para seguirla, pero sí nuestra metodología, que es de semi-cautiverio, ha demostrado ser súper exitosa en cuanto al aprendizaje sobre cómo capturar sus alimentos en el mar y también cómo se comunica con otros chungungos”.

Changuita se recupera

© ONG Chinchimén
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Gracias a los conocimientos adquiridos en sus experiencias pasadas rehabilitando chungungos, en Chinchimén ya han comenzado a dominar la técnica de rehabilitación y futura reinserción de la especie. Conocen sus hábitos, sus necesidades y sus tiempos y saben que la rehabilitación de una cría como Changuita tiene una duración de 13 a 16 meses antes de poder devolverla a su ambiente natural.

Pese a lo que muchos podrían pensar, el chungungo pasa alrededor del 20% del día en el mar, que es cuando se alimenta y el resto, en su madriguera. Por lo mismo, y sin falta, los voluntarios de Chinchimén toman turnos para llevar a Changuita al borde costero de Maitencillo al menos 2 horas al día, para que pueda familiarizarse con el entorno. Allí de a poco ha ido explorando cada vez más el terreno, ha cazado por su cuenta peces y cangrejos y ha tenido contacto con otras especies costeras.

© ONG Chinchimén
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Ella va aprendiendo sola. El aprendizaje es mucho más lento que en la vida natural porque el chungungo al ser un mamífero aprende todo de su madre, pero ya hace poco puso un primer distanciamiento de nosotros y salió de sus grietas. Nosotros ya la vemos muy poco”, me explica Javier, quien dice que su labor es más bien la de un guardián que cuida su entorno de los perros, pescadores y otras personas, mientras ella reconoce el territorio y aprende cosas nuevas, y que Changuita sólo vuelve cuando tiene hambre, frío o susto.

Hoy Changuita ya tiene 9 meses y se encuentra completamente recuperada. De hecho, en Chinchimén pronostican que en marzo de 2018 ya podrán devolverla a su hábitat original. “La reinserción la estamos programando para marzo porque reinsertarla en temporada alta tiene mucho riesgo, porque va a Chañaral de Aceituno se supone. Hay que hacer los análisis genéticos a ver si son compatibles con esa población de nutrias. Pero la idea es reinsertarla allá, que vuelva a su región de origen y claro, esperar que pase la temporada alta para que disminuya un poco la frecuencia de los botes, para que ella tampoco se acostumbre a ellos”, asegura Trivelli.

© ONG Chinchimén
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Después de esta experiencia, los planes de Chinchimén son crear un centro especializado de rehabilitación exclusivo para nutrias de mar, con madrigueras en las rocas que estén vinculadas a posas naturales que se puedan cercar para sus etapas de acercamiento al agua en el ambiente costero. Para ello, han lanzado una campaña de recolección de fondos en la que Changuita es el rostro.

Datos de la especie

© ONG Chinchimén
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El chungungo, nutria de mar o gato de mar (Lontra felina), es una de las nutrias más pequeñas del mundo alcanzando no más de 1 metro de largo de cabeza a cola. Pesa entre 3 y 5 kilos y habita en las costas del Pacífico, a lo largo de Chile. Su dieta esta constituida básicamente por crustáceos, especialmente la jaiba mora, (Homalaspis plana), el panchote (Talliepus dentatus) y peces de fondo rocoso, aunque ocasionalmente también captura moluscos bentónicos que viven en el fondo.

Lamentablemente esta especie se encuentra en peligro de extinción principalmente por la presión antrópica y destrucción de su hábitat, el ataque de perros y la caza ilegal de la que fue –y sigue siendo– víctima por su cotizada piel. Hoy se estima que no quedarían más de 700 o 1.000 chungungos en Chile.

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