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Fío-Fío (Elaenia albiceps chilensis). Créditos: Omar Barroso.

Uno de los lugares favoritos de las aves de bosques que se mueven dentro de Sudamérica, es la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos. Allí las diferentes especies llegan para anidar, alimentarse y reproducirse. Según estudios, cerca de 150 especies se albergan o mueven en la zona al año.

Las aves migratorias son capaces de recorrer miles de kilómetros volando con el fin de reproducirse. Varias de ellas trazan su ruta sin descansar y otras con paradas para comer o descansar. Uno de los lugares favoritos para aterrizar es la Patagonia chilena, en específico la Isla Navarino, dentro de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, ubicada en la Región de Magallanes y la Antártica chilena.

Allí, cerca de 150 especies de aves, tanto residentes como migratorias, recorren la zona para reposar o reproducirse en esta área protegida. Desde agosto comienzan a llegar las más tempranas a la Reserva, plazo que se extiende hasta noviembre en algunos casos. Esta parada dura alrededor de cinco meses, ya que, a partir de febrero y hasta abril, se mueven hacia el sur del Trópico de Capricornio.

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Fío-Fío (Elaenia albiceps chilensis). Créditos Pio Marshall.

Dentro de ellas se encuentran las aves marinas como los albatros y pingüinos, y aves de bosque, como el chincol y el Fío-Fío. Justamente, esta última especie, también conocida en el mundo científico como Elaenia albiceps chilensis, corresponde al ave de bosque que mayor distancia migra con más de 6 mil kilómetros desde el norte de Sudamérica hasta la Isla Navarino, indicó Juan Rivero de Aguilar, doctor en ciencias biológicas e investigador asociado del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC, por sus siglas en inglés).

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Fío-Fío (Elaenia albiceps chilensis). Créditos: Omar Barroso

El análisis surge de los estudios del programa de monitoreo a largo plazo en el Parque Omora, ubicado en la Reserva Cabo de Hornos, y lugar donde investigadores e investigadoras del centro CHIC estudian las aves.

El director del Centro CHIC y también investigador principal, Ricardo Rozzi, resaltó el especial valor del Fío-Fío, ya que, durante su viaje hasta la Reserva Cabo de Hornos, se mueve por la gran mayoría de los países de Sudamérica, incluyendo el archipiélago Diego Ramírez, las últimas islas del continente americano, “es muy lindo porque conecta naciones”, sostuvo. “El Fío-Fío podría ser perfectamente nuestra especie bandera para la conservación de los bosques sudamericanos”, añadió.

¿Cómo las aves realizan esta migración? 

Este proceso que desarrollan cada año miles de especies cuenta con una particular preparación por parte de las aves. Antes de este viaje, ocurre un hecho conocido como hiperfagia, explicó la investigadora del centro CHIC, Rocío Jara, quien es médico veterinaria, doctora en biología e investigadora postdoctoral del CHIC: “Las aves aumentan la ingesta de comida para acumular depósitos de grasa que servirán como reserva durante el viaje. Debido a eso aumentan mucho el peso corporal, incluso algunas especies pueden doblar su peso en solo unos días. La grasa es más liviana que la proteína y carbohidratos, por eso es mejor para usar como reserva durante el vuelo”.

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Fío-Fío (Elaenia albiceps chilensis). Créditos: Omar Barroso

Así también, en este período se transforma el tamaño de sus órganos internos de las aves. Por ejemplo, el corazón, los músculos pectorales y pulmones crecen porque se utilizan mucho en el viaje, mientras que, se reducen los riñones, hígado e intestinos, que son menos usados.

Durante la ruta, algunas aves pueden tomar siestas mientras vuelan. “Esto lo pueden hacer disminuyendo la actividad cerebral de solo 1 hemisferio a la vez (es decir, pueden dormir la mitad del cerebro mientras la otra permanece activa). Todo eso mientras vuelan”, declaró Jara. Lo anterior, sucede para ahorrar energía, pero también para descansar su cerebro, “el dormir solo con una parte del cerebro a la vez les permite ir descansando, pero al mismo tiempo mantener el vuelo y estar alerta ante cualquier peligro o amenaza”, añadió.

Cabe destacar que estos recorridos, por lo general, se realizan en bandadas, siendo cientos de aves, grandes y pequeñas que se trasladan para llegar a reproducirse a Cabo de Hornos, declaró Rivero. Aunque, también algunas migran de forma solitaria, como el caso de los albatros, que bajo esta modalidad buscan fuentes de alimento. 

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Fío-Fío (Elaenia albiceps chilensis). Créditos: Omar Barroso

¿Por qué migran las aves a la Reserva? 

Rocío Jara, doctora en biología e investigadora del CHIC y experta en la materia, sostiene que en cada primavera algunas especies migran desde sus zonas de invernada a la Reserva Cabo de Hornos, pues allí encuentran los recursos y condiciones óptimas para reproducirse. Una vez terminado el verano, estas aves dejan la reserva volando hacia el norte en busca de condiciones ambientales más benignas para sobrevivir el invierno. Esta acción es realizada por más de 4 mil especies de aves alrededor del mundo, cerca del 40% del total de especies descritas.

En ese sentido, la investigadora Jara resalta el rol de conservación de las aves en la Reserva, “se caracteriza además por poseer una diversidad de hábitats, incluyendo bosques, zonas de alta montaña, mar abierto, costas, y humedales. Las aves que aquí habitan/se reproducen lo hacen en condiciones de mínimo impacto directo del ser humano”.

Palabras a las que se suma Rivero, quien manifiesta que el aumento de las horas de luz en altas latitudes durante la primavera y verano, se convierte en una ventaja a la hora de la reproducción. “Hay una mayor disponibilidad de alimento y mejores condiciones ambientales para los polluelos. Es decir, las aves escapan de ambientes desfavorables cómo es el invierno austral y pasarlo en áreas más cálidas como es la Amazonia y áreas subtropicales. Más tarde, con la llegada de la primavera, las aves retornan a la región austral, en donde las condiciones ambientales son propicias para la reproducción”, detalló Rivero.

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Fío-Fío (Elaenia albiceps chilensis). Créditos Pio Marshall.
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