En la mayoría de las culturas occidentales, los murciélagos son animales poco valorados y apreciados por la sociedad. Con su peculiar aspecto y hábitos nocturnos, suelen ganarse el rechazo entre las personas por su mal dirigida fama de dañinos o peligrosos. Un ejemplo de esto ocurre cada verano en Chile, cuando noticias sobre plagas urbanas de murciélagos abundan en los medios locales, aun cuando estos fenómenos se explican por las primeras salidas de crías desde colonias de casas y edificios, y su consecuente extravío en busca de alimento.

Un ejemplo más actual y directo de esta realidad, es la injusta culpa que estos mamíferos voladores han debido cargar como causantes principales de la pandemia de COVID-19, lo que incluso ha provocado matanzas de colonias completas alrededor del mundo por la errónea idea de que aquello podría ayudar a prevenir la transmisión de la enfermedad. Lo cierto es que los verdaderos culpables de esta pandemia son los mismos seres humanos, y la forma muchas veces inconsciente en que nos relacionamos con el entorno natural, destruyendo ecosistemas completos, empujando a especies salvajes fuera de sus hábitats y hacia los centros urbanos, y en este caso, practicando el comercio desregulado de animales y carne. Y basta decir que los ya millones de contagiados de COVID-19 en el mundo no obtuvieron la enfermedad desde un murciélago, sino de otras personas.

Myotis chil ©Darío de la Fuente
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Contrario a su mala reputación, los murciélagos son animales fascinantes. Con sus extremidades anteriores transformadas en alas, son los únicos mamíferos capaces de practicar el vuelo controlado. Su increíble sentido de ecolocalización les permite volar, orientarse y obtener su alimento durante la noche sin ayuda de su vista, emitiendo ondas sonoras inaudibles para el oído humano que hacen rebotar sobre los objetivos para establecer su distancia y posición. A pesar de que se les suele comparar con ratones, los murciélagos tienen un ciclo de vida muy diferente, con una reproducción tardía, un bajo número de crías, y una vida más longeva.

Los murciélagos son además uno de los órdenes de mamíferos con mayor biodiversidad. Esta se ve reflejada en el gran numero de especies que alberga, sólo superado por los roedores, con alrededor de 1.400 especies­. También, por la gran variedad de formas corporales y modos de alimentación que poseen. Con esta enorme diversidad biológica, no es de extrañar que los murciélagos cumplan importantes funciones en los ecosistemas y que presten importantes beneficios a la naturaleza y a la sociedad.

©Ignacio Fernández Latapiat
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Los murciélagos que se alimentan de néctar, por ejemplo, cumplen un rol fundamental en la polinización de flores silvestres y cultivos agrícolas.  Otros, frugívoros, ayudan a dispersar las semillas de diferentes plantas. Los murciélagos insectívoros, el grupo con el mayor número de especies registradas, ayudan a controlar el consumo de plantas por insectos herbívoros, proveyendo un servicio de control de plagas a los sectores agrícola y forestal. Asimismo, el guano o excremento de murciélagos tiene un efecto fertilizante y en varios países es extraído y comercializado para tales propósitos.

Además de estos beneficios de importancia ecológica y productiva, los murciélagos han sido una fuente de inspiración para diferentes culturas y mitologías, desde los mitos vampíricos de Europa del Este hasta el desarrollo del ecoturismo en tiempos modernos, asociado a colonias de millones de individuos de murciélagos que se dan en algunos países.

©Ignacio Fernández Latapiat
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Lamentablemente, los murciélagos también enfrentan un gran número de amenazas, tales como la pérdida de su hábitat natural, la eliminación intencional de colonias, la colisión con vehículos y aspas de los aerogeneradores en parques eólicos y un uso excesivo de insecticidas, entre otras. Es por ello que alrededor de un 15% de las especies de murciélagos del mundo ha sido clasificada como amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Otro problema es el escaso conocimiento científico sobre estos animales, en especial respecto a las tendencias poblacionales de las diferentes especies. Alrededor de un 20% de las especies de murciélagos han sido clasificados como “Datos Insuficientes”, es decir, no se cuenta con los conocimientos necesarios para saber si están o no amenazadas, y por ello, requieren urgentemente atención de los investigadores.

©Ignacio Fernández Latapiat
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En Chile contamos con 14 especies de murciélagos, de las cuales 12 se alimentan de insectos nocturnos que capturan al vuelo. Tenemos también una especie que se alimenta de sangre de lobos marinos y aves marinas y otra especie, en el norte de Chile, que sobrevive a base de néctar.

Los murciélagos en Chile se encuentran protegidos por la Ley y Reglamento de Caza del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), que reconoce que la mayoría de estas especies son beneficiosas para la actividad silvoagropecuaria. Al igual que sucede a nivel mundial, las especies de murciélagos de Chile han sido en general escasamente estudiadas y sabemos poco sobre sus ciclos de vida, su ecología, amenazas y tendencias poblacionales. Afortunadamente, los últimos años ha aumentado el interés por los murciélagos de Chile, y han sido objeto de varias las iniciativas de investigación y conservación, en especial respecto a su interacción con el sector agrícola.

©Ignacio Fernández Latapiat
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La última de ellas, organizada por el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, con la colaboración de la consultora Myotis Chile y la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC, es el simposio online “Murciélagos y Agro Chileno”, iniciado esta semana y el cual busca dar a conocer la biodiversidad de los murciélagos chilenos, los beneficios que proporcionan a la sociedad y diferentes iniciativas relacionadas con su investigación y conservación, especialmente provenientes bajo el prisma de su contribución a la agricultura.

“La idea de esta actividad es levantar una perspectiva global de la interacción entre murciélagos y el agro que trascienda el ámbito académico, y que nos sirva de input para comenzar un trabajo colaborativo en Chile”, cuenta Gabriela Flores, organizadora del simposio. “También creemos que el simposio nos proporcionará material valioso para generar campañas de divulgación sobre los murciélagos de Chile y los servicios ecosistémicos que nos proveen”.

Ajustándose a las condiciones que obliga el contexto sanitario, las 15 presentaciones que componen el simposio se encontrarán disponibles, en formato de video y para todos los inscritos a la actividad, hasta el lunes 25 de mayo. Éstas tocarán temas como la biodiversidad y ecología de estos mamíferos alados, la valorización de los servicios ecosistémicos que proveen, y las distintas experiencias integrando estos animales en la producción agrícola. Hasta el martes 19 de mayo, los auditores también podrán hacer preguntas a los expositores, algunas de las cuales luego serán respondidas en una segunda fase de conversatorios en vivo entre el 25 y 29 de mayo.

Iniciativas como el simposio, sumado a la incipiente divulgación en torno al papel y funciones de estos increíbles seres, poco a poco están cambiando la percepción de las personas sobre los murciélagos y su mundo. Sin embargo, el peligro cada vez más presente de enfermedades de origen zoonótico y el potencial de nuevos brotes y pandemias en el futuro, por otra parte, parecen frenar o al menos reducir la velocidad de estos cambios de percepción. Mientras tanto, un animal tan vital para muchos ecosistemas como el murciélago sufre las consecuencias de nuestra ignorancia, y ese es un tipo de oscuridad a la que, lamentablemente, este pequeño amigo no está adaptado.

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