**El PN Yendegaia se encuentra en proceso de generación de un plan de manejo, por lo tanto no está habilitada aún su visita sin previa coordinación con Conaf, quienes son los responsables administrativos del parque.  

En octubre de 2016, Guy Wenborne llamó a Rimaya para invitarnos a una de sus expediciones fotográficas que tenía planeadas para 2017 y ayudarlo en la logística y coordinación para el cruce a pie del Parque Nacional Yendegaia, que va desde el lago Fagnano hasta Bahía Yendegaia. 

Hace ya un tiempo que Guy ha estado trabajando en un libro que registre los 37 parques nacionales de Chile con fotografías desde el aire y desde tierra, y este era uno de los parques más complejos de visitar por tierra, por la logística requerida para hacer este cruce. No existen rutas ni senderos marcados, hay cruces de ríos muy acaudalados, además de los trámites que hay que hacer con el CMT (cuerpo militar del trabajo) y el MOP, que llevan varios años trabajando en un camino que unirá ambas puntas del camino y logrará conectar Tierra del Fuego con Puerto Williams con una barcaza de 4 horas, versus las 36 horas que demora actualmente desde Punta Arenas.

Antes de partir ©Andrés Claro
Antes de partir ©Andrés Claro

Fueron varios meses de planificación y mucho Google Earth para ver cuál era la supuesta ruta más lógica, y de tratar de encontrar gente que haya logrado hacer el cruce. Si bien por Google Earth se ve una ruta lógica, hay varios bosques muy tupidos, campos pantanosos y cruces de río que dejan muchas cosas inciertas.

El equipo se armó con: Guy Wenborne (fotógrafo), Tomás Wenborne (hijo de Guy), Manuel Mingo (Rimaya), Cristobal Bizarri (Rimaya), Felipe Martino (fundador de Bosque Hundido), y Andrés Claro (Rimaya). Tuvimos la idea de presentarles el proyecto a alguna marca de ropa especializada que nos ayudara con equipamiento para esta travesía, ya que sabíamos que eran territorios de difícil tránsito y poco sendero, por lo que probablemente el equipo sufriría con el paso de los días. Así es como los amigos de Mammut nos ayudaron y nos vistieron completamente. Esto fue un acierto, ya que de verdad el terreno mantuvo el equipamiento siempre exigido, no solo por las lluvias, sino por el roce con ramas, espinas, barro, etc.

El equipo completo ©Guy Wenborne
El equipo completo ©Guy Wenborne

Originalmente, planificamos la ruta en 6 días de caminata con dos días extra de margen en caso de mal clima. Sí o sí teníamos que llegar a Bahía Yendegaía al 8vo día o perdíamos el regreso a Santiago.

Nuestro primero problema lo tuvimos 3 días antes de partir, cuando llamamos al CMT para reconfirmar nuestro acceso al parque el día 3 de febrero. Pero nos llevamos la ingrata sorpresa de que se nos denegó el acceso (siendo que 2 meses antes nos habían dicho que no había problema para ingresar, que solo teníamos que llamar un par de días antes para coordinar con las tronaduras y no tener problemas). Pésima noticia, ya que estábamos con todo listo: pasajes, equipamiento, traslados, comida, etc. Creemos que solo buscaban ahorrarse un posible problema y habían optado por no dar acceso a tener posibles problemas con turistas. Pero, no nos íbamos a quedar abajo y optamos por partir igual.

Asado de cordero con Germán Genkowski ©Andrés Claro
Asado de cordero con Germán Genkowski ©Andrés Claro

El primer día, luego de muchas horas de viaje (avión a Punta Arenas, transbordador a Porvernir y transporte terrestre hasta lago Fagnano), nos recibió German Genkowski, colonizador de la zona que llegó hace más de 60 años. Era impresionante la cantidad de historias que tenía. Nos hizo un cordero al palo y conversamos largas horas. Varios días se demoraba en llegar a caballo antiguamente para llegar a su estancia. Hoy lo hace en solo un par de horas gracias al camino que está construyendo el CMT.

https://vimeo.com/212256484

Día 1: Lago Fagnano – Paso de Las Lagunas

Al interior del bosque ©Guy Wenborne
Al interior del bosque ©Guy Wenborne

Al día siguiente, decidimos partir a las 5 am, para poder ingresar a nuestro trekking antes de que los militares se pusieran a trabajar. Son aproximadamente 15 km que llevan construidos desde el lago Fagnano. Por suerte, no tuvimos ningún problema y efectivamente logramos adentrarnos al parque y a nuestro primer día de trekking.

Evidencia del paso de los castores ©Andrés Claro
Evidencia del paso de los castores ©Andrés Claro

Este primer día es el día más exigente de todos físicamente, porque hay que adentrarse por el valle Betbedere y caminar a orillas del río Toledo para cruzar la cordillera de Darwin. Son casi 500 metros de desnivel hasta el punto más alto, pasando por bosques tupidos, castoreras que inundan valles completos (más adelante me detendré a hablar sobre los castores) y turba pesada que hace difícil el caminar.

Campamento en Paso Las Lagunas ©Andrés Claro
Campamento en Paso Las Lagunas ©Andrés Claro

Eso sí, probablemente es uno de los días más increíbles en cuanto al paisaje y las vistas que ofrece. Se llega hasta un punto llamado Paso de las Lagunas, a los pies del cordón montañoso Cordón Central y del cerro y glaciar Svea de 1.372 msnm, donde destacaba la laguna glacial de color esmeralda, laguna Encantada. Este es un lugar sacado de otro planeta, con decenas de lagunas transparentes. Además, el clima nos acompañó y nos regaló dos días absolutamente despejados.

Guy fotografiando el Paso Las Lagunas ©Andrés Claro
Guy fotografiando el Paso Las Lagunas ©Andrés Claro

Día 2: Paso de Las Lagunas – Valle Lapataia

Bajando por el Paso Las Lagunas ©Andrés Claro
Bajando por el Paso Las Lagunas ©Andrés Claro

Este segundo día, teníamos planificado bajar desde el Paso de las Lagunas rumbo sur-oeste conectando con el paso Baquiano Catalan por el valle Cañadon del Horno que sigue el curso del río del Medio, hasta la orilla de un bosque que hay antes de llegar al valle del río Lapataia. El día partió totalmente despejado y lentamente empezó a nublarse. Si bien, casi todo el camino era en bajada, la mayoría del tramo era por pastizales con turba, lo cual hacía parecer que estuviéramos caminando sobre esponjas mojadas todo el camino. Había que tener mucho cuidado con los tobillos, ya que el camino estaba lleno de hoyos, haciendo peligroso un posible esguince de tobillo. Por suerte, contábamos todos con unos bototos que nos salvaron de varias doblada de tobillo y aguantaron increíblemente los cruces de agua que tuvimos.

Guy cruzando uno de los muchos cuerpos de agua que nos encontramos en el camino ©Andrés Claro
Guy cruzando uno de los muchos cuerpos de agua que nos encontramos en el camino ©Andrés Claro

Pero no paramos donde pretendíamos acampar. Íbamos bien en tiempo y ánimo, así que nos adentramos en el bosque. Abriendo sendero por laderas llenas de árboles caídos, pantanos con pendientes empinadas, a rato nos hacía preguntarnos si íbamos por el camino correcto.

Guy fotografiando el parque ©Andrés Claro
Guy fotografiando el parque ©Andrés Claro

Por suerte, llevábamos muy bien estudiada la ruta, y además de GPS en los teléfonos, íbamos con el mapa que imprimimos del IGM y nunca nos perdimos. Pero fue eterno y agotador, con casi 17 kms avanzados (en vez de los 11kms planificados), en donde los últimos 5 fueron muy cansadores. Hubo momentos que pensábamos que no llegaríamos a destino. Por suerte llegamos. Tarde, pero alcanzamos a armar campamento antes que empezara la lluvia.


Día 3: Valle Lapataia – Casa de Lata

Valle Lapataia ©Andrés Claro
Valle Lapataia ©Andrés Claro

El tercer día, se nos venía encima. Estábamos en el valle del río Lapataia que es parte del valle del Paso de la Muerte, que tiene orientación oeste-este, conectando Bahía Blanca en el famoso Fiordo Parry con el lago Roca, paso que utilizaban los baquianos para ir desde Punta Arenas a Ushuaia por vía terrestre. Este tercer día, era el día en el que más incertidumbre teníamos. Habíamos hablado con un grupo de italianos que habían intentado el cruce hace 2 semanas, y no habían podido cruzar el río Lapataia. Según ellos, era imposible cruzarlo. Muy peligroso. También logramos hablar con una persona que había hecho el cruce muchas veces, y nos recomendaba subir más de 6km por el lado norte, hasta llegar muy arriba a un cruce más posible donde el río se abre en varios brazos.

Casa de Lata y valle Lapataia ©Guy Wenborne
Casa de Lata y valle Lapataia ©Guy Wenborne

Ese día amaneció con lluvia, y tuvimos que empacar todo húmedo o mojado. Empezamos a caminar y decidimos acercarnos a la orilla del río hasta encontrar un posible cruce. Íbamos preparados con cuerdas y poleas, para hacer un cruce seguro. Al acercarnos al río, nos tocó un campo pantanoso muy grande. A veces nos enterrábamos hasta la cintura en un barro muy mojado. Pero íbamos determinados, teníamos que cruzar. Como fuera.

La Casa de Lata desde arriba ©Andrés Claro
La Casa de Lata desde arriba ©Andrés Claro

Luego de un poco más de un kilómetro, divisamos la “Casa de Lata”, el único punto de referencia que existe en la ruta donde hay una construcción. Antigua casa de un arriero local llamado Juan Machuca y que sirve como lugar de campamento. Decidimos cruzar en ese punto. Se veía posible. Manuel fue quien se atrevió a cruzar primero. En calzoncillos y polera, se amarró la cuerda y partió rumbo al otro lado. Para sorpresa de todos, no le costó nada cruzar (fuera del frío que había y el frío del río). Amarró la cuerda en un árbol al otro lado y cruzamos uno a uno, con cuidado, pero sin problema alguno.

Río Lapataia ©Andrés Claro
Río Lapataia ©Andrés Claro

Llegamos a la Casa de Lata, armamos un fuego y nos pusimos a secar todo. Carpas, sacos, ropa, mochilas. Todo estaba mojado.


Día 4: Casa de Lata – Río Yendegaia

En la Casa de Lata ©Andrés Claro
En la Casa de Lata ©Andrés Claro

El cuarto día amaneció despejado y nos regaló un día increíble. A mitad de camino, el equipo se separó. Manuel, Felipe y Cristóbal se quedaron pescando y el resto seguimos adelante para buscar un lugar de campamento. Por suerte íbamos equipados con radios, por lo que fue fácil encontrarnos en la tarde.

Guy pescando ©Andrés Claro
Guy pescando ©Andrés Claro

Cruzamos el valle Vega Larga, que une el valle del río Lapataia y el valle del río Yendegaia. Este fue nuestro primer día en contacto con los famosos Baguales o caballos salvajes. ¡IMPRESIONANTE! Manadas gigantes de estos caballos, galopando y con un gran sentido de organización entre ellos. De verdad se notaba el que era el macho alpha. Además, pudimos apreciar muchos cóndores volando en la zona.

Nuestro primer encuentro con baguales ©Andrés Claro
Nuestro primer encuentro con baguales ©Andrés Claro

Y por último al llegar al río Yendegaia, se podía apreciar de fondo increíbles montañas en la cordillera de Darwin, muchas de ellas sin ascensión aún.

Valle Yendegaia ©Guy Wenborne
Valle Yendegaia ©Guy Wenborne

Día 5: Río Yendegaia

Castorera ©Andrés Claro
Castorera ©Andrés Claro

El quinto día fue un día más relajado, o eso pensábamos. Dejamos el campamento armado y caminamos río arriba. La idea era llegar al glaciar Stoppani, pero la sorpresa fue grande. Terrenos muy difíciles de transitar, principalmente por la “cagada” que tienen los castores. Y aquí me detengo un poco. Los castores tienen la cagada. Literal. Cientos de hectáreas completamente inundadas; campos de barro y fango, cortando todo a su andar. Tienen verdaderos aserraderos y el impacto es gigante. Nada los detiene. Todos los días nos encontrábamos con grandes castoreras que rompen todo a su alrededor. No sabemos cuál es la solución para la erradicación, pero no es algo fácil. Sabemos que hay algunos programas de caza, pero claramente no es la solución.

Castor ©Andrés Claro
Castor ©Andrés Claro

Este día pensábamos que en un par de horas íbamos a llegar al glaciar, y en más de 5 horas, aún no llegábamos a la mitad del camino. Así que decidimos volver. Eso sí, fue un día increíble con vistas alucinantes. Nos logramos acercar a la cordillera y divisamos increíbles montañas que nos dieron ganas de volver a escalar algún día.

Descansando en el valle Yendegaia ©Andrés Claro
Descansando en el valle Yendegaia ©Andrés Claro

Día 6: Rio Yendegaia – Bahía Yendegaia

Llegando a Yendegaia ©Andrés Claro
Llegando a Yendegaia ©Andrés Claro

Este fue un día tranquilo. Pensamos que ya habíamos dejado atrás las castoreras porque era un terreno plano y muy amplio, pero nos sorprendimos al encontrar nuevas castoreras de muchas hectáreas. Luego de un par de horas, ya íbamos llegando al lugar en el que pretendíamos acampar para que al día siguiente nos fueran a buscar en una lancha privada. Tuvimos la suerte de encontrarnos con un par de personas trabajando para el CMT quienes nos invitaron a ir hasta caleta 2 de Mayo, lugar donde está acampando el CMT y haciendo base para la construcción del camino. Nos fuimos en la barcaza Yalac y alojamos en las instalaciones del CMT, quienes fueron muy amables y nos recibieron de muy buena forma.

Barcaza Yalac ©Andrés Claro
Barcaza Yalac ©Andrés Claro

En resumen, tuvimos mucha suerte con el clima, creemos que con mal clima esta travesía se torna mucho más difícil y hostil. Más del 80% de la ruta no tiene sendero ni huella de animales. Hay que abrir camino por donde uno cree que va la ruta. Así que es importantísimo ir muy preparado con GPS, mapas (saber usarlos), baterías para cargar los gps, etc. Es una travesía muy recomendada para quienes quieran conocerla antes de que se termine el camino, ya que es de los lugares más vírgenes en los cual hemos estado y que son relativamente accesibles aún. En 5 días, solo vimos 2 personas más.

El equipo con el CMT ©Andrés Claro
El equipo con el CMT ©Andrés Claro
Bahía Yendegaia ©Guy Wenborne
Bahía Yendegaia ©Guy Wenborne

Mira aquí la entrevista que hicimos al equipo a principios de año, justo antes de partir esta travesía: «Guy Wenborne liderará una aventura abriéndose paso hasta el canal Beagle«.

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