La riqueza natural de Paposo y la discusión por la Central de Bombeo de Colbún
Paposo, localidad ubicada al suroeste de la Provincia de Antofagasta, es un refugio para la biodiversidad chilena, siendo el hogar de diversas especies de flora y fauna, muchas de ellas endémicas. Esto gracias a la camanchaca, la que les proporciona la humedad que necesitan para sobrevivir en medio de aquel árido desierto. Sin embargo, este ecosistema único enfrenta en la actualidad graves amenazas, principalmente asociadas a la actividad humana, siendo el polémico Proyecto Central de Bombeo Paposo un ejemplo. En este artículo te contamos todos los detalles.
Paposo es un encantador lugar costero ubicado en la Región de Antofagasta, 56 kilómetros al norte del puerto de Taltal. Este enclave, también conocido como “lugar de las aguas cristalinas” (si se traduce su nombre del kunza), se destaca por su biodiversidad excepcional y su singular geografía, donde la neblina costera, conocida como camanchaca, es la encargada de nutrir este ecosistema en medio del desierto.
«Se encuentran algunas especies únicas de la flora de Chile y de la costa de Antofagasta. Hay especies emblemáticas de orquídeas y de un grupo de plantas que son las Euphorbiaceaes. Son varias las especies que son únicas de esta zona y se concentran en la parte alta del acantilado, que es la parte que se conoce como oasis de neblina, donde llega la camanchaca y genera condiciones especiales de humedad», explica Andrés Moreira Muñoz, doctor en Ciencias Naturales de la Universidad de Erlangen-Nürnberg de Alemania, geógrafo, y profesor titular del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
«Esta zona se encuentra entre 600 y 1000 metros sobre el nivel del mar. Estamos hablando de un ambiente desértico, sin embargo, es en la franja fértil donde se da una vegetación bastante abundante y diversa, producto de la influencia de la neblina. Esta zona también se ve afectada por el fenómeno El Niño y, por tanto, su vegetación es más abundante en los años cuando hay algo de precipitación», agrega.
Respecto a lo anterior, desde el siglo XIX, naturalistas como Rodulfo Philippi e Ivan Murray Johnston han documentado las cualidades únicas de sus aguas, descritas como de excelente calidad, lo que subraya la importancia de este recurso en un entorno tan seco. Existen diversas vertientes, las que permiten la proliferación de una flora variada, adaptada a condiciones extremas. De hecho, se han identificado más de 500 especies de plantas, de las cuales alrededor del 50% son endémicas de Chile, incluyendo especies amenazadas como el michay de Paposo (Berberis litoralis) y la dicliptera (Dicliptera paposana). Este impresionante nivel de endemismo resalta la fragilidad y el valor ecológico de la región.
El ecosistema de Paposo no solo es diverso en términos de flora, sino que también de fauna. En la zona habitan guanacos, zorros chilla y una gran variedad de artrópodos, especies que convierten el área en un auténtico refugio de biodiversidad. En este sentido, recientes expediciones científicas han catalogado nuevas especies y enfatizado la importancia de Paposo como un “hotspot” de biodiversidad, lo que ha llevado a diversas organizaciones a impulsar proyectos de conservación.
«Esta zona es conocida ampliamente por su riqueza de especies y su alto nivel de endemismo, que llega casi al 50%. Ha sido declarada formalmente como Monumento Natural, la parte norte, y como sitio prioritario toda la franja sur hasta Taltal. Una franja también en el norte ha sido declarada como prioridad de conservación. Eso también se refleja en la riqueza de artrópodos, que presenta en varios grupos, como en los escorpiones, escarabajos y saltamontes, especies únicas de esta costa», señala Moreira.
Sin embargo, a pesar de su riqueza natural, Paposo enfrenta serias amenazas. La actividad humana, como el pastoreo indiscriminado y la recolección no autorizada de flora, está poniendo en riesgo su delicado equilibrio ecológico. En respuesta a estas preocupaciones, el Gobierno y diversas entidades han comenzado a implementar iniciativas para proteger este valioso ecosistema. Un ejemplo de aquello es El Monumento Natural Paposo Norte, creado en 2013, que se extiende por 7.532,56 hectáreas y busca resguardar una serie de hábitats únicos que albergan un alto porcentaje de especies endémicas.
Flora de Paposo
La zona de Paposo, ubicada entre la quebrada La Negra y Pan de Azúcar, se destaca no solo por su geografía singular, sino que también por la riqueza de su biodiversidad. En este entorno árido, la combinación de neblina costera y las aguadas que emergen de las quebradas crea un hábitat propicio para una variedad asombrosa de especies vegetales y animales. Es más, hasta el día de hoy se siguen descubriendo nuevas especies, como es el caso de Diplostephium paposanum.
«En Paposo, después de estudios recientes, se han encontrado un peak de especies, incluso nuevas. De hecho, Nicolás García, un colega, describió un género completamente nuevo de plantas, que es el Paposoa», afirma Cristian Atala, doctor en Ciencias Biológicas, área Botánica, profesor del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
«Se encuentran presentes todas estas plantas que cuentan con adaptaciones para zonas secas, como es el caso de todas las que tienen bulbo o que rebrotan después de la lluvia o con semillas. Todas las que en el fondo son capaces de aguantar en los periodos secos. También hay una diversidad importante de cactus. Entonces, es un ecosistema dominado por zonas costeras con algunos aportes de humedad, lo que permite que haya un desarrollo muy importante de diversidad, por ejemplo, de líquenes, de plantas, y obviamente de animales asociados a esta vegetación», agrega.
De esta forma, la vegetación de Paposo está dominada por formaciones preandinas de cactáceas columnares, así como por suculentas y otras especies de flora xerofítica, sobre todo en las quebradas del Despoblado y de los Yales. Por lo mismo, según un estudio realizado en 1998, en el desierto costero de Taltal existen presentes unas 523 especies de plantas vasculares, de las que 62% son endémicas de Chile, y un 20%, endémicas a nivel regional.
«Una condición interesante de la flora de Paposo es que presenta interesantes disyunciones, que es la distribución fragmentada de un área de distribución más amplia. Entonces, han quedado restringidas, por motivos climáticos y geológicos, a la costa del sur de Antofagasta, por lo que sus parientes más cercanos están muy lejos, ya sea en los Andes como mucho más allá del desierto», menciona Moreira.
En este sentido, entre las plantas más representativas se encuentran la Euphorbia lactiflua, Schizanthus laetus, Alstroemeria violacea, Chaetanthera glabrata, Proustia cuneifolia, Ephedra, y Solanum chilense, las que se desarrollan con éxito en las áreas de mayor humedad, a una elevación aproximada de 400-700 metros. Desde esa altura hacia arriba, que coincide con el límite inferior de la neblina, se destacan los cactus del género Copiapoa, junto con Loasa fruticosa, Chuquiraga ulicina, Dinemagonum gayanum, y Cruckshanksia pumila, entre otras más.
«Hay algunas especies de cactus que son relevantes, las del género Copiapoa, por ejemplo. Además, hay varias especies que están asociadas con la zona seca de Paposo. Algunos otros cactus columnares también. Muchos de estos cactus están considerados en categorías de peligro», comenta Atala.
«Igualmente, se presentan especies del género Zephyranthes, añañucas, y muchas más. De hecho, esta que es del género Paposoa es como de ese estilo de planta, es una amaryllidaceae, que tiene estas flores como las añañucas. Cerca de Paposo también puedes encontrar garra de león, que es de la familia de las alstroemeria. Entonces, esa vegetación es bien particular, y especialmente porque muchas de estas especies son endémicas y con distribuciones acotadas», agrega.
De la misma forma, es notable la presencia de Berberis litoralis, especie conocida localmente como michay de Paposo, la que está catalogada como En Peligro de Extinción por el Reglamento de Clasificación de Especies (RCE), ya que ocupa una superficie muy reducida en la región. Otras especies amenazadas son la Dicliptera paposana, que destaca por su belleza y singularidad, así como el cachiyuyo (Atriplex taltalensis), la dalea (Dalea azurea), y la Griselinia de Paposo (Griselinia carlomunozi).
Debido a esta enorme abundancia de flora, cuanto las condiciones lo permiten, durante septiembre esta zona se transforma en un espectáculo de colores gracias al fenómeno del “desierto florido”, donde aparecen ejemplares como la Alstroemeria violacea, que inundan el paisaje con su vibrante tonalidad.
Fauna de Paposo
Por otro lado, la fauna de Paposo es igualmente fascinante. Entre los habitantes más emblemáticos, que son cerca de 82, se encuentra el guanaco (Lama guanicoe), que marca el límite septentrional de su distribución en Chile. Este majestuoso mamífero comparte su hábitat con el zorro chilla (Lycalopex griseus) y el culpeo (Lycalopex culpaeus), depredadores que son claves en el mantenimiento del equilibrio ecológico del área.
Además, el sapo atacameño (Rhinella atacamensis) es un representante de la fauna local que ilustra las adaptaciones que han realizado los animales para sobrevivir en condiciones tan desafiantes como las que allí se presentan, así como el ratón orejudo (Phyllotis darwini) y el marsupial yaca (Thylamys elegans). Lamentablemente, todos estos animales se enfrentan a amenazas como la desertificación, fragmentación y contaminación de su hábitat, las que en su mayoría son producto de actividades humanas no compatibles con el ecosistema del lugar.
«En Paposo se puede observar una elevada riqueza de especies. Si se consideran tanto las residentes como aquellas que usan la zona costera para alimentarse, esta gran diversidad puede llegar a incluir reptiles, aves y pequeños mamíferos. Entre las especies más notables están el lagarto de Paposo (Liolaemus stolzmanni), una especie endémica, y el pericote de Paposo (Phyllotis xanthopygus). También se encuentran aves como el picaflor de Arica (Eulidia yarrellii), una especie en peligro de extinción y altamente dependiente de este ecosistema», indica Diego Peñaloza Madrid, médico veterinario experto en fauna silvestre, vicepresidente del Colegio Médico Veterinario de Chile (Colmevet), y presidente de Fundación Safari Conservation.
«En la zona de Paposo, se ha identificado que 9 especies de fauna están clasificadas bajo algún grado de amenaza. Entre ellas se destacan el halcón peregrino (Falco peregrinus), sapo de Atacama (Rhinella atacamensis) y el pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti) en categoría vulnerable (VU). Mientras que especies como el yunco (Pelecanoides garnotii) han sido clasificadas como En Peligro (EN)», agrega.
El ecosistema de Paposo no solo está compuesto de grandes mamíferos, sino que también alberga una rica diversidad de artrópodos. Del mismo modo, es el hogar de otros seres que pueden pasar desapercibidos en primera instancia, como es el caso del caracol de Paposo (Chilina angusta). En este sentido, un estudio realizado en 2021 logró identificar 173 especies de artrópodos, agrupadas en 118 géneros y 57 familias, catalogando la zona como un “hotspot” de biodiversidad.
«Los órdenes más abundantes fueron Hymenoptera, Coleoptera y Collembola, que representaron el 90,0% del total capturado. Las familias más abundantes fueron Melyridae (Coleoptera), Poduridae (Collembola), Tenebrionidae (Coleoptera) y una familia indeterminada de Psocoptera. Entre los coleópteros destacables, pudimos registrar Ectinogonia barrigai (Buprestidae) y Luispenaia paposo (Scarabaeidae). Del mismo modo, documentamos la presencia del tenebriónido Gyriosomus angustus y varias especies de los géneros Nycterinus (Paranycterinus ) y Scotobius. También pudimos encontrar las cuatro especies de escorpiones que han sido descritas para el área de Paposo recientemente, y una especie no descrita», se lee en la investigación.
De acuerdo con los expertos, esta interrelación entre flora y fauna es esencial para el funcionamiento del ecosistema, ya que las plantas no solo proporcionan alimento y refugio a los animales, sino que también desempeñan un papel crucial en la conservación del agua, un recurso vital en este desierto. Sin embargo, toda está riqueza se encuentra amenazada en la actualidad, principalmente por la actividad humana, como es el caso del pastoreo y la recolección indiscriminada y no autorizada, lo que pone en serio peligro el equilibro ecológico que allí se encuentra.
«En la zona de Paposo, en general, todas las especies que tienen distribuciones chicas, como estas plantas geófitas, como las del género Paposoa, están amenazadas, porque en el fondo no están en ninguna otra parte. Son endémicas de una zona muy chiquitita. Lo mismo con algunas especies de cactus, que también sufren al ser robadas por coleccionistas y por el tráfico ilegal de cactus», señala Atala.
Proyecto Central de Bombeo Paposo
El ejemplo más actual de lo anterior es el Proyecto Central de Bombeo Paposo, iniciativa que busca instalarse en la zona con la finalidad de almacenar y generar energía eléctrica mediante un circuito cerrado de recirculación de agua desalinizada. Se planea que la estructura cuente con una potencia estimada de hasta 800 megavatios (MW), gracias a la inversión de cerca de 1.400 millones de dólares.
«Todos los proyectos de desarrollo tienen un impacto que es inevitable. El problema es que las especies que viven en lugares extremos, como por ejemplo la alta montaña, la Antártica o el desierto, es como si estuvieran en un balancín, haciendo equilibrio en una puntita. Están en lo que se llama el margen de la vida, en el límite de la vida. Entonces, esos sistemas son especialmente sensibles a las perturbaciones, y en general todos estos proyectos, como de mitigación o compensación, que se tratan del movimiento de individuos a otro lado, tienen poco éxito. Para cumplir la ley basta con que tengan este tipo de proyectos contemplados, pero no se mide ni se exige una evaluación de éxito, el que es bien bajo», opina Atala.
Desde su ingreso al trámite ambiental en junio, el proyecto enfrentó obstáculos. En agosto, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la Región de Antofagasta determinó que la iniciativa carecía de información esencial para evaluar sus posibles efectos sobre el medio ambiente, especialmente en relación con la fauna silvestre de la región. La autoridad destacó la falta de monitoreos para identificar la presencia de especies y las dinámicas de los grupos humanos que habitan la zona, lo que llevó a la conclusión de que no se podían identificar ni calificar adecuadamente los impactos potenciales del proyecto.
Colbún intentó apelar esta decisión mediante un recurso de reposición, pero el SEA rechazó esta solicitud en septiembre, manteniendo su postura. La empresa lamentó profundamente esta decisión, argumentando que su Estudio de Impacto Ambiental contenía la información necesaria para una evaluación adecuada y que las brechas señaladas podrían haberse subsanado durante el proceso de evaluación.
Desde la dirección del SEA se aclaró que el término anticipado no implica un rechazo definitivo al proyecto, sino que es una oportunidad para mejorar la información presentada. Este enfoque busca garantizar que los proyectos se evalúen de manera rigurosa y completa, promoviendo así la transparencia y la certeza jurídica para futuras iniciativas.
«El proyecto no se suspendió, lo que pasó es que se agotó la causa legal en torno a la evaluación de impacto ambiental. Eso genera muchas fricciones, porque en Chile todavía hay muchas empresas grandes que no están acostumbradas a que les digan que tienen que hacer mejores estudios de impacto ambiental. En términos ambientales, tiene que instalarse la idea de que los estudios de impacto ambiental deben ser excelentes. Aquí el SEA no le está diciendo a la empresa que no puede hacer el proyecto. Lo que está pasando es que le están diciendo que debe llevar a cabo un buen estudio de impacto ambiental, uno de calidad, donde se muestre lo que hay, que tenga una buena línea de base y se aplique una buena metodología para el cálculo de impacto y para las compensaciones», explica María Fernanda Rojas Marchini, doctora en Geografía, profesora asociada de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, y coautora del Reporte IPBES sobre Cambio Transformativo.
«Es un proyecto que está citando el decreto del 2012, pero dejando fuera la nueva definición, saltándose la definición del 2014, donde entra la equivalencia ecológica y la jerarquía de mitigación. Que además se está saltando lo que dicen las nuevas metodologías del SEA (2023) y lo que define la ley del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) sobre compensaciones. Como evaluador o evaluadora del SEA debe ser frustrante ver proyectos que todavía están tan atrás en ese sentido», agrega.
Sin embargo, pese a lo anterior, también existen algunas personas del sector de las energías renovables que se mostraron a favor del proyecto.
«Proyecto de Colbún en Paposo podría aprovechar energía solar para almacenar energía en embalse de agua de mar, permitiendo generar 800MW de energía. Similar al proyecto Espejo de Tarapacá, que no tuvo impedimento alguno en su trámite ambiental. Esto es una muy buena noticia, pues podría generar energía solar 24/7 a menos de 60 USD/MWh, es decir menos a gas natural, carbón, y diesel», señaló en sus redes el exministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena-Carrasco.
«Uno no debería alegrarse de que un proyecto de inversión se caiga (…). A lo que debería conducir nuestro sistema de evaluación de impacto ambiental de permisos sectoriales, es que las inversiones se realicen cumpliendo con los estándares ambientales», afirmó por su parte el actual ministro de Hacienda, Mario Marcel.
Planes de conservación y estudios
Por todo lo anterior, el área de Paposo es objeto de varios planes de conservación que buscan proteger su rica biodiversidad, incluyendo la reintroducción de especies como Senna brongniartii, Dicliptera paposana y Dalea azurea. Investigaciones recientes han identificado 28 nuevas especies de insectos y arácnidos, entre ellas, especies endémicas como la araña Aysenia paposo y el escorpión Brachistosternus Paposo.
«Hace poco se inauguró este Parque Nacional Desierto Florido asociado con el sector, y está también por ahí el Parque Nacional Llanos de Challe y Pan de Azúcar. Sin embargo, el problema fundamental de la conservación, y de estos parques nacionales, es que generalmente se da un decreto que confirme su existencia, pero no hay financiamiento para personal, caminos, mantener, cuidar, y fiscalizar. Entonces, es como un poco de aire», explica Atala.
«También hay varias iniciativas privadas, de gente que está tomando más conciencia y que está tratando de que lugares, que no son tan urbanos, como parcelas o lugares así, de mantener la vegetación original, en vez de poner cosas ornamentales», agrega.
En este sentido, desde 2020, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha estado trabajando en la conservación de siete especies de plantas amenazadas del desierto costero, buscando propagarlas y reintroducirlas en su hábitat natural. Este esfuerzo se complementa con estudios en curso que identifican amenazas como el pastoreo indiscriminado y la recolección no autorizada de flora nativa.
Los investigadores de la Universidad de La Serena (Jaime Pizarro y colaboradores) y otras instituciones también están realizando expediciones para documentar la diversidad taxonómica de artrópodos en el Monumento Natural Paposo Norte y el Sitio Prioritario Paposo. Su trabajo se enfoca en la conservación de especies en peligro y en la evaluación de las condiciones del hábitat.
«Lo ideal sería aumentar la extensión de las áreas protegidas, porque hay especies que son únicas, que tienen potencial ornamental, que tienen potencial quizás fitoquímico. Entonces, de todas maneras creo que vale la pena conservar ese territorio, porque es bastante único. Este fenómeno del desierto florido y toda esta vegetación costera, de una zona hiperárida, pero que tiene este aporte de humedad, es sumamente especial», afirma Atala.