Islandia en invierno: una ruta para maravillarse con sus paisajes
Nuestra colaboradora invitada de la semana es Victoria Guzman, que viene llegando de Islandia. Aquí nos comparte más detalles de su viaje de 8 días recorriendo desde Snaefellsnes, al Oeste, hasta Hofn, al Este, donde pudo conocer algunos de los lugares más icónicos del país. ¡No te pierdas su relato e increíbles fotos!
Sin embargo, decidimos hacer una primera visita en invierno, con la idea de ver la aurora boreal, y hacer un tour a las cuevas de hielo, que solo se realiza entre noviembre y marzo. Aunque los días son bastante cortos, en términos de fotografía hay una luz muy especial ya que el sol nunca llega al cenit, regalando amaneceres y atardeceres larguísimos.
Por otro lado, ir en noviembre implicaba una preparación distinta: llevar buenas primeras capas y parka de pluma, además de algo para proteger la cabeza del viento. Si se arrienda auto para tener mayor libertad de movimiento, éste tiene que ser 4×4, y recomiendo mucho revisar todos los días antes de partir, el tiempo y el estado de las carreteras en las páginas del gobierno (éstas están en línea, con colores según si están en buen estado, con hielo, resbalosas, o cerradas). Si el objetivo es sacar fotos, es clave llevar baterías extra ya que el frío hace que duren menos, un lente gran angular para captar los paisajes, y lo más importante, un trípode estable y firme que resista los fuertes vientos de Islandia.
Nuestro viaje incluyó desde la Península de Snaefellsnes al oeste, hasta Höfn, un pueblo de pescadores al Este, pasando por todo el sur del país.
La primera parte del recorrido fue la Península de Snaefellsnes. Aquí se pueden encontrar algunas de las imágenes más lindas de Islandia, como los campos de lava de Grundarfjorour, la maravillosa Kirkjufell enmarcada por cascadas, las playas negras de Dritvik y Djúpalonssandur y el cráter de Saxholl, donde se divisa el cráter y glaciar de Snaefell, lugar que Julio Verne usó de inspiración para su libro “Viaje al Centro de la Tierra”.
El segundo día nos dirigimos al “Círculo Dorado”, llamado así por ser la ubicación de algunas de las atracciones más populares –y turísticas– del país. En primer lugar, visitamos el Parque Nacional Thingvellir, lugar donde se encuentran las placas tectónicas de América del Norte y Eurasia, las cuales se separan entre 1 y 2 centímetros cada año, creando un paisaje de grietas y fisuras.
Luego visitamos el Geysir, un géiser activo por 800 años y que ha dado su nombre a todos los demás.
Por último, pudimos conocer una de las cascadas más famosas, la inmensa Gulfoss, una caída de agua doble y de 32 metros de altura. Aconsejo llevar algo para protegerse del agua al visitarla, por los muros de espuma que bañan el mirador.
Los siguientes días seguimos avanzando hacia el Este, pasando por las ciudades de Vik y Höfn. Son paradas obligatorias las cascadas de Seljalandsfoss, Skógafoss y Svartifoss.
Asimismo, Vik es conocida por sus playas de arena negra y extrañas formaciones de roca. Y la más visitada es Reynisfjara, por sus fotogénicas columnas de basalto hexagonales. Hay que tener mucho cuidado con el mar en esta zona, ya que tiene muchas fuerza y es tristemente famoso por la cantidad de turistas que mueren ahogados cada año.
Al avanzar hacia el Este empieza a asomarse entre las montañas, casi como si se rebalsara, el campo de hielo Vatnajökull. Conocimos algunos de sus brazos, como el glaciar Sólheimajökull entre Skógar y Vik, y Breiðamerkurjökull.
Este último es famoso por la laguna Jökulsárlón, donde flotan gigantescos icebergs de un azul profundo, los cuales viajan unos cientos de metros al mar. La playa también es surrealista, con icebergs azotados por olas, y luminosos trozos de glaciar esparcidos por la arena negra. Es en esta zona también donde se realizan tours a las cuevas de hielo, y caminatas por los distintos glaciares del área.
La aurora boreal es un fenómeno que solo se puede apreciar en invierno, sin embargo para verla, además se necesita una noche sin nubes en la que haya actividad. Hay una serie de páginas dedicadas a monitorear la actividad solar que crea este fenómeno, y recomiendo ir revisándola unos días antes del viaje. Con una actividad de 3 en adelante, ya se tienen buenas posibilidades de verla. Lo más importante es poder moverse lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, y estar con los ojos bien abiertos y la cámara y trípode listos.