Calluqueo: un glaciar de fácil acceso en Cochrane
Nuestro colaborador Vicente Weippert nos invita a maravillarnos con el imponente pero desconocido glaciar Calluqueo en la región de Aysén, y nos entrega todos los datos para tener la mejor vista de este espectáculo de la naturaleza.
Los Campos de Hielo Norte y Sur, acaparan la gran mayoría de las masas de hielo ubicadas en el territorio austral de nuestro país. No por nada son una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. Pero aun cuando los glaciares más conocidos, más grandes y más visitados se concentran allí, existen otras masas de hielo, de menor tamaño, menos conocidas, pero de igual belleza. El glaciar Calluqueo es una de ellas.
Ubicado al sureste de Cochrane, en la región de Aysén, esta impresionante lengua de hielo se descuelga por la vertiente oeste del siempre imponente monte San Lorenzo, desembocando en una laguna glaciar de color turbio y rodeada de paredes cortadas a pique que denotan la fuerza y el efecto que los hielos milenarios han ejercido en la geografía del lugar.
Quizás una de las cosas más interesantes del glaciar Calluqueo, es lo fácil que es acceder a él y lo poco visitado que aún se mantiene. Saliendo de Cochrane en dirección sur por la carretera austral, se debe avanzar unos pocos kilómetros y tomar un desvío en dirección este, empalmando con la ruta X-901 la que, en general, se encuentra en buen estado. Desde este punto al glaciar son aproximadamente 45 km.
Una vez allí, desde el mismo camino de autos que sube una pequeña cuesta al llegar, el escenario es impresionante: sorprende una vista panorámica del monte, el glaciar, la laguna, los cerros y las escarpadas paredes que lo rodean.
En caso que mirarlo desde el auto no fuese suficiente, existe un sendero marcado que baja desde la ruta hasta la orilla de la laguna, con el fin de estar lo más cerca posible. Eso sí, en este punto, aún existe un pequeño montículo que dificulta obtener la mejor vista de la laguna.
Para llegar realmente a la orilla, se hace necesario cruzar un pequeño curso de agua, que si bien no reviste mayor dificultad, sí conviene tomar las precauciones pertinentes, debido a que su caudal tampoco es despreciable y en época de deshielos tiende a aumentar por las tardes.
Quien haya estado frente a un glaciar, sabe que se trata de un momento especial. Espectáculo aparte son las nubes que rodean al monte San Lorenzo, las que avanzan, cambian de forma, dirección y color de manera impredecible y dinámica.
©Vicente Weippert
A quien vaya de visita al Calluqueo, le recomiendo: siéntese a contemplar, párese, camine, observe, mójese los pies en la laguna, saque fotos, pero sobre todo, disfrute el espectáculo que la naturaleza ha decidido mostrar. Un viaje a la carretera austral no es algo de todos los días, y con el ritmo acelerado de hoy en día y los constantes cambios a gran escala que sufre el medio ambiente en estos tiempos, nunca tenemos certeza si podremos volver a visitar un mismo lugar y encontrarlo como la última vez.
Estar a orillas de la laguna observando cómo el hielo se descuelga desde una de las montañas más altas de la Patagonia, rodeada de nubes que rara vez la descubren, hace que uno pierda las referencias ante la magnitud de lo que se tiene frente a los ojos, infundiendo una sensación de pequeñez ante la naturaleza más brava; esa naturaleza que se forma a lo largo de los siglos y milenios, con las lluvias, los terremotos, los glaciares y deshielos, y que se rige por una escala de tiempo tan distinta a la nuestra, que a veces nos cuesta entenderla.
©Vicente Weippert