Era primavera en la región del Piemonte, bajo Los Alpes, y se sentía el zumbar de las abejas en el aire. Mientras Darío, el presidente de la cooperativa Il Fruto Permesso, nos explicaba con pasión su proyecto comenzamos a introducirnos entre un centenar de perales en flor ordenados en filas perfectas. Avanzábamos entre los surcos y los árboles se perdían en el horizonte.

Absolutamente todo lo que producimos es orgánico y dentro de nuestra extensa producción agrícola, nos hemos encargado de rescatar antiguas variedades de peras y manzanas de la región. Las semillas estaban prácticamente extintas debido a la introducción masiva de nuevas especies modificadas resistentes a plagas”, nos contaba Darío, mientras observaba con ojos de amor las flores blancas.

©Il Fruto Permesso
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Esta cooperativa agrícola comenzó como un pequeño sueño en los años 80, cuando recién se comenzaba a hablar de agricultura orgánica en Europa. Hoy, luego de 30 años de arduo trabajo, reúnen 15 fincas e incluso han llegado a exportar su producción al resto de la Comunidad Europea.

©Il Fruto Permesso
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El funcionar bajo la figura de cooperativa involucra diferentes aspectos. Principalmente significa que todos los recursos productivos, como la tierra y las maquinarias, se disponen al uso común y los miembros labran conjuntamente, repartiendo las ganancias según participación.

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“Hace 30 años los cultivos biológicos eran una abstracción, nos tildaban de locos. Nosotros siempre quisimos acercar nuestros productos a la comunidad y venderlos sin intermediarios, reduciendo el precio”, nos explica Darío. En la granja instalaron una tienda que es visitada a diario por cientos de personas en la que venden toda su producción. También suministran a grupos de compra solidaria y de compra colectiva, tipologías de consumo responsable cada vez más comunes en Italia.

©Javiera Ide
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Iniciativas como estas nos hablan de una nueva relación urbano-rural. En Italia, hoy gran parte de los productores y consumidores se orientan a la sustentabilidad, creándose paradigmas alternativos a la globalización económica; nuevas prácticas que apoyan las economías locales, reduciendo las distancias geográficas y dándole mayor protagonismo a los consumidores y productores que pueden crear relaciones cercanas y de confianza. Actualmente en Chile podemos ver ejemplos similares con huertos virtuales, mercados locales y almacenes cooperativos, como Juntos Compremos.

©Il Fruto Permesso
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En Il Fruto Permesso (el Fruto Permitido en español), los animales crecen lento, sin apuros. Son alimentados con heno, granos y harinas de maíz y cebada orgánicas, al igual que los chanchos, que pastan libremente por las praderas. Ingresamos al establo y nos encontramos con una especie ovina autóctona, el buey piamontés, considerado una de las mejores razas de carne del mundo. Pude comprobarlo en primera persona con el vitello tonnato, el más típico de los antipasto de la región, un plato frío a base de finas rebanadas de carne asada condimentado con una salsa de mayonesa y atún y que es posible probar en el restaurante de la cooperativa.

©Il Fruto Permesso
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Al salir del establo, risas y cantos de niños nos llamaron la atención. Avanzamos y un grupo de niños alimentaba a los caballos. Parte del trabajo de la cooperativa, es la inclusión social. Dentro de su normativa está el contratar a inmigrantes y también ofrecer educación alternativa a través de un colegio en el que reciben a niños de diferentes nacionalidades. El foco es el juego y aprender de las actividades del campo desde pequeños. En la mañana ordeñan las vacas, cuidan a los animales y durante la tarde, se dedican a los huertos.

Diversificando el rubro

©Javiera Ide
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La ruralidad ha ido cambiando, y actualmente no está ligada exclusivamente al trabajo agrícola. En muchos lugares del mundo, el turismo es una actividad que ha ido incorporándose a estos entornos debido al interés de los viajeros que valoran la calidad de vida que otorga el campo. En definitiva, las experiencias sanadoras y gratificantes que ofrece el contacto con la tierra.

La gracia del turismo rural es que es capaz de vincular todos los recursos locales, basándose en el capital territorial, lo que incluye el paisaje, el componente humano, el saber hacer y aspectos culturales. El gobierno italiano, con el fin de diversificar la saturada oferta turística, creó una Ley de Agroturismo en la que se incentiva esta nomenclatura, brindando beneficios fiscales a todos los agricultores que se abran a la actividad. Al mismo tiempo la normativa es estricta, ya que uno de los requisitos es que en el predio tiene que existir al menos un agricultor, y la actividad agrícola debe ser prevalente (más horas de trabajo destinadas a la agricultura que al turismo).

©Il Fruto Permesso
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Il Fruto Permesso es un lugar abierto a todo aquel que quiera vivir y sentir los ritmos de la naturaleza y la agricultura. Ofrecen alojamiento, posibilidad de participar de los múltiples trabajos de la cooperativa, y también un exquisito restaurante en el que se pueden probar los platos típicos de esta hermosa región del norte de Italia. Una forma diferente de acercarnos a este valioso oficio.

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