El tráfico de fauna es un tema poco hablado, pero es una realidad mundial que en Chile va desde Arica a Punta Arenas. Sin ir más lejos, según datos de la Policía de Investigaciones (PDI), al país han entrado desde tortugas marinas hasta caimanes, y de forma ilegal se comercializan distintas especies endémicas y nativas.

Según datos de la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medio Ambiente de PDI (Bidema), entre los años 2012 y 2013 esta situación aumentó en un 61% y durante 2016 se registraron 2.759 casos de tráfico. Cifra desalentadora sobre todo, porque desde 1975 el país está suscrito a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Silvestres Amenazadas (CITES) y allí se comprometió a regular y controlar el tráfico de animales silvestres.

En Chile, especies nativas y endémicas como las vicuñas, los loros choroy, las arañas pollito y los quirquinchos, entre otros, continúan siendo cazadas y capturadas para su venta dentro y fuera del país. Muchas veces el motor que mueve este delito es el dinero que genera la utilización de sus pieles en el mundo de la moda, el uso de sus carnes para la alimentación y su venta para ser mantenidas como mascotas.

Quirquincho de la Puna ©Codeff
Quirquincho de la Puna ©Codeff

 

Por ejemplo, tiempo atrás, el quirquincho de la puna era comúnmente utilizado en rituales religiosos de pueblos originarios y su caparazón era parte de la confección de charangos (instrumento musical). Estas situaciones provocaron una gran disminución de la especie y quienes se han encargado de visibilizar el problema son organizaciones como Armadillos de Chile, quienes se han preocupado de estudiar al animal para educar a la gente y generar conciencia sobre su cuidado.

Así como ese, hay muchos otros casos en el país. Hace 50 años las vicuñas eran cazadas indiscriminadamente gracias a lo llamativo de su piel y su carne. Esta situación llevó a la disminución de sus poblaciones y generó un trabajo colaborativo entre Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile para frenar su inminente extinción. Gracias eso en 1979 se firmó el Convenio de la Vicuña, que ayudó a disminuir la matanza de los animales en los países miembros hasta hace aproximadamente 10 años, cuando nuevamente empezaron a registrarse casos de caza furtiva y comercialización.

Vicuña ©Alexandre Buisse
Vicuña ©Alexandre Buisse

 

Por otro lado también está el ingreso de especies exóticas al país. Las aves del amazonas, las tortugas de orejas rojas y reptiles medianos y pequeños, son ingresados de forma ilegal y consigo traen muchas consecuencias, ya que no se regulan los parásitos, enfermedades virales ni nuevas pestes que pueden portar.

Esto sin considerar que durante todo el proceso del tráfico, muchos animales son sedados y maltratados para ser transportados por pasos fronterizos ilegales o privados. Situación que tiene sin cuidado a quienes cometen estos ilícitos, ya que para ellos este negocio sigue siendo rentable, por lo que no les importa ni les afecta que más la mitad de los ejemplares que llevan, mueran en el camino.

Según un estudio realizado el año 2016 por el Comité Pro Defensa de la Flora y la Fauna (CODEFF) de cada diez animales traficados, solo uno llega vivo a su destino y los que sobreviven muchas veces quedan en mal estado de salud, debido al hacinamiento, malnutrición y el estrés que viven al ser extraídos de su hábitat.

En el país, las principales entidades en limitar y detener esta problemática son el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y PDI, sin embargo estos organismos se han visto sobrepasadas por el explosivo aumento que ha tenido el tráfico de animales en Chile. Situación que no se encuentra tan alejada de la realidad global, ya que desde la Segunda Guerra Mundial este tema ha tomado mayor relevancia al ser una de las principales causas del aumento del número de especies que se encuentran en peligro de extinción.

Incluso, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) consideran que a nivel mundial, este delito moviliza aproximadamente unos 10 mil millones de dólares al año y se ha transformado en en el tercer comercio ilegal más lucrativo, después de las drogas y las armas.

En el mundo, actualmente Tailandia es uno de los países donde más se trafican animales y entre las especies mayormente vulneradas se encuentran los elefantes debido al marfil presente en sus colmillos. Esta crítica situación ha hecho que distintas organizaciones internacionales como el Jane Goodall Institute, WWF, IFAW, entre muchas otras, tomen parte activa en la movilización en contra de estas prácticas.

Charla sobre el tráfico de especies

Este miércoles 11 de abril a las 18:00 horas en el Café Literario del Parque Balmaceda (Metro Salvador), el Instituto Jane Goodall Chile ha organizado el conversatorio “Tráfico de especies: reparando el daño y deteniendo el delito”, actividad gratuita que contará con la participación de 4 exponentes nacionales abordando la problemática desde la fiscalización del delito, la rehabilitación de la fauna rescatada, el trabajo con las comunidades y la visibilización del problema en los medios.

 

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