Glaciar Benito: expedición a un gigante desconocido del Campo de Hielo Norte
Nuestro colaborador invitado del mes es Marcos Gomez Cole, geógrafo y guía de caminatas sobre glaciares, quien nos cuenta sobre una expedición que realizó junto a un grupo de científicos y montañistas liderado por Martin Sessions, quien hace 44 años visitó este glaciar por primera vez para realizar mediciones y ahora tuvo la oportunidad de ver los drásticos cambios que han ocurrido en él.
En abril de 2017, un grupo de científicos y montañistas compuesto por Martin Sessions (AU), Mark Sessions (AU), Johnny Ryan (GB), Olaf Wündrich (GER) y yo, Marcos Cole (CL), realizamos una serie de mediciones sobre el glaciar Benito ubicado en el margen occidental del Campo de Hielo Norte. Durante 6 días, recorrimos los paisajes por los que Martin, el gestor de la expedición, estuvo en el marco de una expedición británica realizada entre los años 1972/73.
El objetivo de esta nueva visita consistió en repetir las mediciones realizadas en el pasado con el fin de analizar las variaciones experimentadas por esta parte del frío cuerpo de hielo. Los resultados fueron increíbles. Mediante la comparación de datos de GPS y fotográficos, los cambios en el glaciar Benito se hacían muy evidentes.
Antecedentes
El glaciar Benito se encuentra ubicado en el margen occidental del Campo de Hielo Norte, al sur del Glaciar San Quintín (47°S-74°W). La expedición de 2017 al glaciar Benito tiene sus bases en la expedición de 1972/73 de la British Joint Services liderada entonces por Crispin Agnew, y en la que Martin Sessions participó como encargado de los estudios climáticos y glaciológicos.
Posterior a la expedición de 1972/73, Martin organizó nuevas visitas al glaciar Benito en busca de evidencias sobre los cambios climáticos que afectan a la región. En el año 2007 y luego en el 2011, Martin junto a otros expedicionarios, entre ellos Olaf, se aproximaron por vía terrestre y acuática al glaciar Benito, pero no lograron llegar a uno de los puntos más importantes para comparar las mediciones realizadas en los años 70’.
La impresionante perseverancia de Martin, le llevó concentrar sus esfuerzos en una nueva expedición.
Glaciar Benito 2017, la revancha
Muy probablemente, Martin sea la persona que más conoce del glaciar Benito, lo ha estudiado durante años y ha persistido en estar cerca de él. En abril de 2017, una nueva expedición se apuntaba en su agenda. Esta vez contaría con moderna tecnología y el apoyo de un helicóptero que vendría a solucionar el problema del desplazamiento dentro del glaciar.
En la fase de preparación de la expedición, se fueron sumando personas e instituciones que de alguna manera acercaron el éxito a nosotros. Esta nueva expedición contempló entre otras cosas el uso de drones para captar información, modernos aparatos de GPS, y una serie de artículos relativamente nuevos en el montañismo.
El pronóstico meteorológico era increíblemente excepcional. Habría al menos una semana completa con días despejados en medio del Campo de Hielo Norte, algo altamente improbable en este lugar del mundo.
Olaf y Johnny se fueron con parte del equipamiento en un barco hacia un primer centro de acopio ubicado en las cercanías del glaciar San Rafael. En este punto nos reunimos finalmente todos los miembros de la expedición, y desde aquí comenzamos el traslado en helicóptero hacia nuestro campamento base en el glaciar Benito. Fueron dos viajes los que nos dejaron a los pies del “Finger”, un cerro con una increíble vista a los hielos del Benito.
Montamos nuestras carpas sobre la roca pulida por el paso del hielo. Nuestros primeros minutos ahí fueron en silencio, abrumados por un paisaje de belleza indescriptible. Comenzaba el atardecer y junto a una taza de té nos dispusimos a planificar nuestros movimientos en el glaciar para el día siguiente.
Ciencia, deporte y contemplación
Con el fin de optimizar nuestro tiempo en este remoto lugar, trabajamos alternadamente en 2 grupos, uno liderado por Olaf y otro por mí. El primer grupo comenzó con la medición mediante GPS de puntos en el hielo. Por otra parte, en el segundo grupo realizamos el ascenso al cerro Finger en busca de algunos hitos dejados por la expedición de 1972/73, los que serían utilizados como puntos de control para el resto de las mediciones.
Durante los días venideros se fueron cumpliendo cada uno de los objetivos científicos propuestos para esta expedición. Sin embargo, hubo problemas con uno de los drones que debía sobrevolar el glaciar, hecho que no opacó nuestro ánimo.
Las condiciones meteorológicas eran únicas, un regalo de la atmósfera para cumplir nuestra misión. El equipo trabajó largas jornadas cada día, aprovechando cada uno de los limitados segundos que viviríamos en ese lugar. Mientras uno de los grupos realizaba mediciones con GPS o el trabajo con los drones, el otro grupo exploraba alguna otra parte del glaciar en similar misión.
En el tercer día de expedición, Olaf, Mark y Johnny realizaron intentos por hacer volar unos de los drones, mientras Martin y yo fuimos en busca de uno de los puntos de control ubicado al otro lado de uno de los helados brazos del glaciar Benito, en las laderas del cerro Caldenius. Martin era el mayor de los expedicionarios (69 años), y su estado físico le permitió ascender sin problemas por las laderas del cerro donde finalmente encontramos los vestigios de la antigua expedición.
Luego de guardar los puntos en el GPS y tomar las respectivas fotografías, regresamos a la zona de campamento.
Caminar entre grietas se hacía cada vez más normal, aunque abusar de la confianza sobre un glaciar puede ser un costoso error. Cada día sobre el glaciar nos fue entregando la sensación de satisfacción, tanto por el cumplimiento de las metas como por las características del escenario.
No tuvimos mayores inconvenientes ni accidentes que reportar, otro de los grandes logros de esta expedición. Nuestras últimas horas en el glaciar Benito fueron nuevamente silenciosas, cada uno de nosotros admirando la increíble naturaleza de nuestro alrededor. Aunque también recordando lo que habíamos encontrado: Desde las mediciones realizadas en 1973 al 2017 se han perdido alrededor de 140 metros de espesor de hielo, en los sectores en los que se realizaron las mediciones.
Este equipo de expertos científicos y montañistas fue testigo de cómo «en 44 años el glaciar ha retrocedido considerablemente y continúa disminuyendo cada año, y tal como lo demuestran diversos estudios publicados, este adelgazamiento de la capa de hielo se debe a cambios significantes en el clima incluyendo un promedio anual más alto de temperaturas y alteraciones en las precipitaciones que sostienen a los glaciares que fluyen hacia el oeste. Martin se dio cuenta de lo afortunado que fue de observar el glaciar en 1972/73 y de haberlo fotografiado en todo su esplendor, ya que así hoy tiene la oportunidad de mostrar a otros los efectos del cambio climático», al menos así lo relatan en la bitácora de la expedición de 2017 sus participantes.