El ajolote de arroyo de montaña: la otra especie de ajolote que habita en la Ciudad de México y los retos para su conservación
Si bien los ajolotes son los anfibios más populares de México, la gran mayoría de información, así como los esfuerzos de conservación e investigación, se han enfocado en el ajolote de Xochimilco (Ambystoma mexicanum), una de las 18 especies de ajolotes de México. Hoy el ajolote de arroyo de montaña (Ambystoma altamirani) se encuentra en peligro de extinción debido a la pérdida de hábitat y su reducida área de distribución. En los últimos 10 años se han realizado esfuerzos para conocer mejor a la especie y su situación de conservación. Conoce más sobre el ajolote de arroyo de montaña y las medidas que se están tomando para mejorar su estado de conservación, en este artículo realizado por Rafael Alejandro Calzada-Arciniega, José Juan Torres-Anguiano y José Antonio Ocampo Cervantes.
México presenta una sobresaliente diversidad de anfibios que ubican al país entre los primeros cinco lugares, sin embargo, dentro de esta gran diversidad de ranas, sapos, cecilias y salamandras, ninguna otra especie es más conocida que el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum). Este ajolote es popular como mascota, un modelo de estudio ampliamente utilizado en todo el mundo e ilustra los billetes de 50 pesos mexicanos, llegando así a la vista de millones de personas. Sin embargo, existen otras especies de ajolotes en México que históricamente han recibido menos atención y que tienen serios problemas de conservación, tal es el caso del ajolote de arroyo de montaña (Ambystoma altamirani), una especie habitante de la Ciudad de México que, al encontrarse en zonas de gran elevación en las altas montañas, ha sobrevivido al crecimiento urbano de la Ciudad de México.
Entre el ajolote mexicano y el ajolote de arroyo de montaña existen diferencias que vale la pena mencionar: mientras el ajolote mexicano habita principalmente en lagos y humedales de Xochimilco y Tláhuac, el ajolote de arroyo de montaña utiliza pequeños arroyos, ríos y lagunas ubicadas entre altas montañas, también, a diferencia del ajolote mexicano, conocido por su condición de eterna juventud (neotenia o paedomorfosis), el ajolote de arroyo de montaña sí completa su metamorfosis, transformándose en una salamandra terrestre que desarrolla pulmones y puede abandonar los cuerpos de agua para buscar refugio en los bosques cercanos.
Los bosques templados de la Sierra de las Cruces son el hábitat del Ambystoma altamirani. Esta Sierra de aproximadamente 98 km de longitud corre de norte a sur y delimita a los estados de Morelos, Estado de México y la Ciudad de México. Estas entidades, con altas densidades poblacionales, forman parte junto con otras de lo que se conoce como la megalópolis de México por lo que no resulta extraño imaginar que las poblaciones de ajolote de arroyo de montaña (así como gran parte de la biodiversidad de la zona) se encuentran sometidas a grandes presiones de origen antropogénico. A pesar de que este ajolote se distribuye cerca de grandes ciudades, donde se genera información científica en universidades, institutos y centros de investigación, la especie no se estudió durante décadas, desde su descripción en 1895 por el naturalista Alfredo Dugès. Fue hasta finales del siglo pasado que, gracias a las herramientas moleculares empleadas, fue posible conocer de mejor forma sus relaciones evolutivas e identidad taxonómica y, a su vez, otros aspectos importantes como su distribución y ciclo de vida.
En los últimos 10 años, y gracias en parte al revuelo generado por el ajolote mexicano, gobiernos, academia y ONGs se han preocupado por conocer más sobre el ajolote de arroyo, identificando que, debido a su reducida área de distribución y a las alteraciones de su hábitat, la especie se encuentra amenazada, por lo que fue incluida como especie en Peligro de Extinción en la Lista Roja de las Especies de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) entre otra información generada como aspectos clave sobre su biología e historia natural. Otros hechos como la realización del 1er Simposio sobre investigación y conservación de los ajolotes y achoques de México, desarrollado en 2011, además de una serie de mesas de trabajo llevadas a cabo entre el 2017 y el 2018 sobre la conservación regional de los Ambystoma y el primer Taller de conservación, manejo y aprovechamiento sustentable del género Ambystoma en México, desarrollado en el 2019 han contribuido a generar un panorama amplio de la situación del ajolote de arroyo, así como del resto de las especies de ajolotes de México. Por último, en 2021 se crea la Estrategia para la Conservación del ajolote de arroyo de montaña desde la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México. Considerando estos esfuerzos y evaluando los resultados obtenidos, la Sedema en conjunto con el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC) de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco (UAM-X) desarrollan un ambicioso proyecto de conservación, el cual actualmente se financia gracias al apoyo de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI).
El proyecto busca orientar la investigación científica para atender los problemas de conservación que presentan las poblaciones silvestres del ajolote de arroyo y su hábitat, los cuales proveen diversos servicios ecosistémicos, lo anterior, considerando al ajolote como una especie sombrilla. Pero ¿Cuáles son las principales problemáticas que enfrenta la especie para su conservación?
Como se mencionó, la cercanía a ciudades genera condiciones particulares que afectan a las poblaciones del ajolote de arroyo. El crecimiento de la mancha urbana ha transformado totalmente algunas de las áreas donde la especie se distribuía anteriormente, aunado a esto, desde hace décadas, los arroyos donde habita la especie proveen agua para la Ciudad de México, por lo que es captada parcial o totalmente en ríos y arroyos. Asociado a esto, en sitios donde el agua no es captada en su totalidad, diversas estructuras limitan el desplazamiento de los ajolotes dentro y fuera de los cuerpos de agua. Por otro lado, la quitridiomicosis, enfermedad emergente que afecta a los anfibios a nivel mundial se ha registrado en ejemplares silvestres de la especie en distintas poblaciones. Particularmente, las montañas donde persisten las poblaciones de ajolote de arroyo ofrecen las condiciones requeridas para la producción de la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), considerada una especie exótica e invasora en la región. Sin embargo, las malas prácticas en su producción han permitido que las truchas escapen de los arroyos que alimentan las granjas con agua fría y rica en oxígeno, generando así competencia con los ajolotes de arroyo.
Además de atender los factores que ejercen presión a las poblaciones de ajolotes, el proyecto se desarrolla integralmente para preservar zonas clave para la provisión de servicios ecosistémicos en la Ciudad de México. Se contemplan cuatro ejes de acción principales. En el primero, se desarrollan monitoreos de las poblaciones de ajolote de arroyo, en los cuales se evalúan los requerimientos ecológicos de la especie y se identifican las tendencias poblaciones en Áreas Naturales Protegidas de la Ciudad, además se obtiene información sobre otra fauna acuática y terrestre (desde vertebrados hasta invertebrados) y la flora asociada, generando una idea clara del estado de los arroyos y así poder identificar tendencias. En el segundo, se trabaja en la identificación y atención a factores de presión que amenazan a la especie. En el tercero, se difunde la situación del ajolote de arroyo de montaña a una mayor audiencia contemplando desde la gente que vive en las cercanías de las poblaciones de ajolotes, hasta la gente que habita en un contexto urbano y que pudiera estar menos relacionada con la problemática a la cual se enfrenta la especie y el contexto socioambiental de los arroyos y ríos de la ciudad. Por último, se busca el mantenimiento de la especie en condiciones bajo cuidado humano profesional (ex situ) mediante la implementación de una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA).
Hasta ahora, se han monitoreado dos poblaciones en Áreas Naturales Protegidas de la Ciudad de México, por un lado, el Parque Nacional Desierto de los Leones (PNDL) y por otro, la Reserva Ecológica Comunitaria San Nicolás Totolapan (RECSNT). El monitoreo contempla dos metodologías distintas, las cuales están orientadas a entender diferentes aspectos como son el número de individuos y la cantidad de sitios y sus características que utilizan los ajolotes en los arroyos. Mientras que en la RECSNT se han registrado una gran cantidad de ajolotes en hasta 2.7 km, en el PNDL el número de individuos registrados es muy reducido, además se han registrado únicamente en 500 metros lineales del río, lo que pone a la población en un estado crítico. Como parte del estudio de la fauna y flora asociada al hábitat de la especie, se han registrado hasta ahora 55 especies de vertebrados, dentro de las que se incluyen el Chipe Arroyero (Parkesia motacilla) y la Rana de Árbol Plegada (Dryophytes plicatus) entre otras especies, así como muchas otras correspondientes a insectos, moluscos y otros invertebrados. Adicionalmente, se han obtenido muestras (hisopados) para la detección de quitridiomicosis, así como muestras de piel para estudiar la genética de sus poblaciones. Actualmente, se trabaja en laboratorio analizando estas muestras y se espera que los datos obtenidos sean valiosos indicadores de la salud de las poblaciones silvestres de ajolote de arroyo en la Ciudad de México.
Por otro lado, durante el trabajo de campo, en las Áreas Naturales Protegidas se han documentado distintos factores de presión que ponen en riesgo a las poblaciones de ajolotes, tal es el caso de la presencia de la trucha arcoíris en el PNDL y la introducción de ganado vacuno dentro y en las orillas del río de la RECSNT. Por un lado, la trucha compite por alimento con los ajolotes y puede incluso depredarlos siendo esta considerablemente más grande. Mientras que la presencia de ganado modifica significativamente el hábitat de la especie, eliminando vegetación y compactando el suelo. Otro factor de presión es la presencia de infraestructura asociada a la captación de agua que restringe el movimiento de los ajolotes a través del río, o bien, lleva a los ajolotes a sitios de donde al no poder salir por sus medios estos quedan atrapados.
Como todo proyecto de conservación, no se busca únicamente la identificación de factores como los antes mencionados, sino que una vez identificados, estos son evaluados por los biólogos que trabajan en el proyecto, académicos, personal de las ANPs y la Coordinación de Estrategias para la Biodiversidad de la Secretaría del Medio Ambiente. Una vez evaluados, se han diseñado y desarrollado talleres y mesas de trabajo con distintos actores para buscar soluciones, como es el caso del personal del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX; encargado de la infraestructura de captación de agua) y gobiernos locales, como la Alcaldía Cuajimalpa, la cual participa en la producción y manejo de la trucha arcoíris en el PNDL.
Adicionalmente, buscando mirar hacia otros horizontes y conocer otras perspectivas, como parte del proyecto se realizó un foro virtual en el que se presentó el trabajo de 20 expertos, desde genetistas, ecólogos, técnicos especialistas en el manejo en cautiverio de anfibios, etc., todos ellos con años de experiencia trabajando con ajolotes y otras especies similares. Respecto al componente de divulgación, se han diseñado distintos materiales (folletos, infografías y polípticos) sobre distintos temas, tales como los ajolotes de la Ciudad de México, los anfibios y reptiles y otra fauna representativa de las Áreas Naturales Protegidas de la Ciudad de México, entre otros. Los más pequeños entre la audiencia objetivo, los niños que viven cerca de poblaciones de ajolotes no han quedado excluidos y se han considerado materiales de divulgación especialmente diseñados para ellos, llevando un mensaje de conservación de la mano del “Capitán Altamirano”, un Ambystoma altamirani que junto con sus “Supercuates” les cuenta sobre las problemáticas que encuentra la fauna silvestre en las Áreas Naturales Protegidas.
Finalmente, una de las acciones más importantes ha sido la implementación del primer sitio activo que mantiene ejemplares de ajolote de arroyo bajo cuidado humano. Esto se desarrolló mediante la instalación de la UMA que lleva por nombre “El Pantano”, utilizando infraestructura rehabilitada en el PNDL. Posteriormente al estudio de las poblaciones de ajolotes, fue posible identificar el número de ejemplares que podrían ser incorporados como pie de cría. Hoy en día, la UMA “El Pantano” que cuenta con dos módulos de manejo, uno interno y otro externo y alberga ejemplares que son conocidos por los visitantes quienes reciben de manos de los biólogos y veterinarios encargados, la información pertinente, especialmente, en el contexto de su ubicación, el Parque Nacional Desierto de los Leones. A mediano y largo plazo, se espera desarrollar otras actividades como investigación científica sobre algunos aspectos clave y acciones de repoblación.
Muchas son las metas respecto a la conservación de esta especie en la Ciudad de México, sin embargo, gracias a este proyecto y con la participación de mucha gente, hoy es posible identificar con claridad cada una de las acciones que podrán, en conjunto, brindar un futuro más favorable para la especie, asegurando también la conservación de su hábitat y asegurando los servicios ecosistémicos que reciben los pobladores de la Ciudad de México.