Educación al aire libre: los beneficios de salir de la sala de clases que promueven distintas iniciativas en Chile
La educación al aire libre tiene diversos beneficios. Entre ellos, que los niños se puedan conocer a ellos mismos, el autocontrol, el desarrollo de la curiosidad, de actividad física y la conexión con lo natural. En Chile, el interés por esta educación ha ido aumentando, de la mano de diferentes iniciativas que promueven llevar las salas de clases cerradas a espacios abiertos desde edades tempranas, acercando la naturaleza a espacios urbanos. Así, la experiencia del juego libre conlleva un aprendizaje que también se hace cada vez más necesario, sobre todo en un contexto en que se levanten las restricciones sanitarias de la pandemia. Aquí te contamos más detalles.
Salir al aire libre, fuera de las cuatro paredes de una sala de clases. Sentir los estímulos de la naturaleza: tocar los árboles, pisar la tierra, que llegue un rayo del sol a la cara y que se sienta el viento al respirar. Eso, acompañado de los compañeros, compartiendo a través del juego libre y afrontándose a diferentes desafíos. Una mezcla de distintos factores que se traducen en diferentes beneficios a corto y largo plazo. Eso es lo que se logra a través de la educación al aire libre.
Actualmente en Chile existen diferentes iniciativas que van en aumento con el interés por la enseñanza al aire libre, el que ha crecido de la mano del encierro que nos trajo la pandemia. Abarcando desde la etapa preescolar, escolar y adolescente, estas buscan acercar la naturaleza a espacios urbanos y que los niños conecten con ella. Hablamos de talleres inmersos en espacios naturales, patios adaptados para el juego libre o acercamientos de la educación al aire libre en jardines infantiles, entre muchas opciones que están cada vez más cercanas a los niños.
Niños más felices a través de la naturaleza
Un niño llega al Bosque de Santiago del Parque Metropolitano (Parquemet). Se cae seguido al estar en contacto directo con la tierra; no está acostumbrado a algo que no sea cemento. Otro, ve un pájaro en el árbol junto a él y pregunta por qué no se escapa. Él está acostumbrado a ver a las aves encerradas. Ambos son pequeños que tienen menos contacto en la naturaleza. Cuando visitan áreas naturales, muchas cosas les sorprenden.
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Eso es ha visto muchas veces Sonia Quevedo, encargada de la sección de Educación Ambiental e Investigación del Parquemet, un lugar que recibe grupos de estudiantes de jardines infantiles o colegios para enseñarles al aire libre a través de diferentes talleres, enfocados en conciencia ambiental, aves nativas o lombricultura. Es que, dice, los beneficios de aprender en el exterior para los niños son variados: “con la experiencia nos hemos ido dando cuenta de que el acercamiento a la naturaleza en un contexto educativo permite que el niño capte y reciba más, que tenga mayor disposición y que esté más concentrado, en el sentido de que es algo que le interesa. El aprendizaje es mucho mayor”.
En este sentido, Daniela Ivars, directora y líder pedagógica de Children’s International Foundation for Research, Education and Peace (Fundación Cifrep) en Chile, que creó una “escuela bosque” en el Parque Mahuida, de la mano del proyecto Aprender en la Naturaleza, menciona que, a corto y largo plazo, la educación al aire libre ayuda a trabajar el autocontrol, el conocerse a sí mismos y el respeto hacia los otros: “El educador está pendiente de qué es lo que vamos a descubrir tanto desde la mirada de los niños, como desde la naturaleza. También los niños saltan, escalan, tallan, pueden golpear piedras. Son capaces de dominar su cuerpo, son curiosos y, lo más importante, tienen respeto con la naturaleza”.
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De esta forma el juego libre es algo clave en la educación al aire libre, así como el poder acercar a los niños en la naturaleza en espacios urbanos como las ciudades, de forma de ir potenciando mejores ciudadanos, lo que incluso fomentaría sociedades más democráticas. Sobre esto, Ángela Ibañez, directora ejecutiva de la Fundación Patio Vivo, que transforma patios escolares y trabaja con la comunidad escolar de colegios vulnerables promoviendo la educación al aire libre, dice que los principales beneficios de la transformación de los patios, se relaciona con “tener mayores espacios en la naturaleza para el juego libre, que los niños creen su propio juego y vean como resolver sus propios desafíos. La naturaleza hace el espacio más acogedor, promueve la sociabilización entre los estudiantes y que desarrollen actividades físicas. Eso va vinculado del desarrollo cognitivo lo que en edades jóvenes es clave. Y más en lo filosófico, jugando en la naturaleza los niños se reconocen a ellos mismos y conocen su lugar en el mundo”.
Lo que nos mostró la pandemia
“Cuando estaba en cuarentena echaba de menos la naturaleza porque podía jugar y divertirme”; “Yo echaba de menos a mis amigas”; “Me sentía mal y estresada porque no entendía muy bien y mandaban muchos trabajos en general”. Esos son los testimonios de tres alumnas, para Patio Vivo, que con la cuarentena tuvieron que aprender desde sus casas por modalidad online. Así, se dejó por unos meses de lado la oportunidad de aprender al aire libre con un grupo de alumnos. Sin embargo, esto trajo de la mano un aumento de las ganas por salir a la naturaleza.
En Europa, un grupo de miembros de la Revista de Educación Ambiental y al Aire Libre se planteó la pregunta sobre qué futuro hay para esta educación en un mundo que ha competido contra el Covid-19. Entre las muchas reflexiones presentes en ese artículo, Pete Higgins, académico de la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido, puntualizó, entre otras cosas, que la necesidad de muchas personas por “salir” a los espacios naturales puede ser un factor para estimular el interés en el papel del aprendizaje al aire libre y que este juegue un rol importante en la recuperación escolar una vez que las medidas sanitarias se vayan aflojando.
Pete Higgins: “las personas aprenden mejor cuando están en la naturaleza, los estimula”
De hecho, esto es algo aplicable también en Chile. Quevedo, del Bosque de Santiago, explica que, el que un fin de semana, durante la franja deportiva, más de mil personas hayan subido el Cerro el Carbón demuestra la necesidad de volver a los espacios abiertos. Si bien el Bosque de Santiago se adaptó a la virtualidad con talleres especiales, la demanda no bajó y se espera volver pronto a las actividades educativas presenciales. “Los seres humanos necesitamos naturaleza y esto es un impacto positivo de la pandemia porque nos dimos cuenta de esa necesidad y quizás nos preocupemos más de eso”.
Volviendo a fase 2 de Transición, en Cifrep volvieron a abrir las puertas de la escuela bosque, respetando los aforos. Ivars comenta que ha sido positivo, pero que “fue duro encontrarse, muchos niños volvieron más violentos, individualistas, costaba que hablaran entre ellos. Había mucha demanda de los padres por volver”. En este sentido, agrega que también hay que tener una perspectiva del cómo volver a clases: “post pandemia los niños lo necesitan mucho. Los primeros meses fueron de juego, acompañamiento emocional y creo que eso es lo esencial de la vuelta a clases. El escuchar, que saquen todo, jueguen y después el aprendizaje vienen poco a poco. Pero hay que crear ese vínculo”. A esto suma que “con la pandemia ha cambiado la perspectiva y algunas familias se han dado cuenta de la importancia de moverse y jugar. Aun así, cuesta cambiar el paradigma”.
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En relación a esto, Ibáñez, de la Fundación Patio Vivo, menciona que la pandemia da la oportunidad de repensar la educación. Durante la pandemia, ellos crearon la alternativa online de Recreo en Casa, para revivir de forma entretenida los perdidos espacios de convivencia escolar en los tiempos libres. Todo eso bajo el concepto de que somos naturaleza. Con esto como aprendizaje, comenta que ahora la oportunidad está en mover “un eje totalmente académico a una educación más integral, que promueva el bienestar físico, socioemocional y cognitivo de los estudiantes. La pandemia tiene esa puerta para que la naturaleza entrara en la vida diaria y cotidiana de las personas”.
El interés que va aumentando en Chile
Para las tres profesionales consultadas en esta nota, el interés por la educación al aire libre en Chile ha ido en aumento. Para hacer una comparación, Quevedo comenta que, en un principio -hace poco menos de 10 años- los profesores estaban temerosos de hacer actividades al aire libre, sobre todo en lugares donde aparentemente no se veían muchas barreras. “Las educadoras de párvulos al principio prácticamente no iban, era imposible un grupo de prebásica en el Bosque Santiago. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo los profesores se van dando cuenta de que tienen mejores resultados con sus alumnos al hacer actividades al aire libre. Así aumenta la recepción de los padres y apoderados, aumentando exponencialmente el número de visitas”, dice Quevedo. Teniendo una referencia, hasta antes de la pandemia, se recibían cera de 15 y 16 mil niños solo desde establecimientos educacionales.
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Por su lado, Cifrep empezó en 2019 con puertas abiertas para informar sobre pedagogía y han ido avanzando de a poco. Hacen acompañamientos, enfocándose en jardines infantiles, a establecimientos educacionales. También han realizado conferencias para la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) a pedido de algunas educadoras de párvulos. “A nuestro jardín infantil llegan estudiantes universitarios de diferentes áreas a aprender y también por eso surge el proyecto, para que no sea necesario ir al extranjero para conocerlo, sino más bien cambiar los jardines infantiles públicos y que los niños puedan beneficiarse de eso”, dice Ivars.
Bajo ese enfoque han surgido diferentes iniciativas, a las que se suman las antes mencionadas. Cifrep, por ejemplo, es parte de la recientemente creada Asociación Chilena de Educación en la Naturaleza (Achiena), conformada por el Kawansh Bosque Escuela, Fundación de Educación Holística en la Naturaleza, el Jardín de la Naturaleza Waiwen Matanzas y el Bosque Laguna Verde. Así también, existen otras iniciativas como el Centro de Educación Ambiental en el Parque Cantalao en el que trabajó la Fundación Cosmos; el programa Naturalizar de la Fundación Ilumina para acercar la naturaleza a los jardines infantiles; o el destacado programa de Educación al Aire Libre en un colegio en Cochrane. Lo cierto es que la lista suma y sigue.
“Cuando empezamos hace siete años, no teníamos compañeros con los que conversar sobre este tema (…) Ahora colaboramos con otras organizaciones que transforman espacios para promover la educación con la naturaleza, mejoran parques o hacen educación en los bosques. Son iniciativas de los más jóvenes y me da esperanza. Creo que de acá a 10 años vamos a ser muchos en esto”, finaliza Ángela.