Buscan proteger a las épicas viajeras: se pone en marcha plan nacional para la conservación de aves playeras
Se ha desencadenado un alarmante declive de las aves playeras a nivel mundial. Chile no es la excepción, pues factores como la degradación de su hábitat por la expansión inmobiliaria, la tenencia irresponsable de perros, el tránsito de vehículos en la costa y la crisis climática han diezmado sus poblaciones. En enero se pone en marcha la construcción del plan nacional para la conservación de estos animales, con el fin de definir estrategias y aunar esfuerzos entre diversos actores. De esa manera, se busca resguardar sitios críticos a lo largo del país, y recuperar a especies como el playero ártico, la becacina pintada y el chorlo de Magallanes.
Chorlos, becacinas, playeritos, pitotoyes, pilpilenes, perdicitas, pollitos de mar y zarapitos. Sus nombres son tan curiosos como fascinantes son sus ciclos de vida. Las proezas de las aves playeras deslumbran hasta al más indiferente, como las espectaculares migraciones que emprenden entre los hemisferios sur y norte del planeta, batiendo récords en el mundo animal que ningún humano podría igualar. Los habitantes insignes de playas, desembocaduras de ríos y humedales han surcado los cielos y picoteado las aguas desde tiempos remotos, adaptándose a los vaivenes de la naturaleza. Sin embargo, en los últimos años se ha desencadenado un alarmante declive de sus poblaciones a nivel mundial.
Chile no está ajeno a esta preocupante realidad, pues aquí el cóctel de amenazas ha afectado a estos animales de diversas maneras, presentando algunas especies severos problemas de conservación, como el playero ártico (Calidris canutus rufa), la becacina pintada (Nycticryphes semicollaris) y el chorlo de Magallanes (Puvianellus socialis).
Por este motivo nació el Plan de Acción para la Conservación de Aves Playeras, luego de que estos animales fueran definidos como “objetos de conservación” en la Estrategia Nacional de Conservación de Aves 2020-2030.
“Planificar la conservación de las aves playeras a escala nacional, posibilita guiar los esfuerzos de diversos actores y sectores; sean públicos, privados, academia y sociedad civil, con el fin de aumentar y fortalecer la capacidad de acción en conservación. Las aves playeras están mostrando severas declinaciones, por lo cual necesitamos respuestas urgentes», asegura Diego Luna Quevedo, especialista en Conservación de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP).
Para tener una idea, se calcula que existen cerca de 217 especies de aves playeras en el mundo. En Chile se registran de manera regular a 49 especies, de las cuales 25 nidifican en el país, 23 son migratorias neárticas y una se reproduce en territorio antártico. Además, 13 especies son errantes en estas tierras, mientras que el zarapito boreal (Numenius borealis) se considera extinto, al no ser reportado en el país en los últimos 50 años.
El jefe de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio Medio Ambiente, Juan José Donoso, detalla que “el Plan de Acción de Aves Playeras se encuentra en etapa I (Evaluación del estado de conservación) de la metodología de los estándares abiertos. Este método tiene 5 etapas distintas, las dos primeras son las de elaboración. Se ha realizado un completo mapeo de personas y entidades vinculadas a las aves playeras en el país. Dentro de éstas, se ha conformado un grupo de trabajo que involucra tanto a servicios públicos, como Organizaciones No Gubernamentales (ONG), academia y ciudadanía”.
En ese sentido, “el trabajo de este grupo se va a complementar con talleres en 5 macrozonas del país que han sido definidas para la Estrategia Nacional de Conservación de Aves, para tener aportes más enfocados en algunos territorios desde la experiencia de ONG, municipalidades, entre otros actores, varios de los cuales tienen un trabajo bien rico en la protección de aves playeras”, agrega Ivo Tejeda, director ejecutivo de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).
Por lo pronto, Luna puntualiza que «durante la primera quincena de enero se inicia el proceso participativo de planificación. Se avanzará en una primera etapa en la construcción colectiva de una visión compartida para el Plan de Acción Nacional, estipular su alcance y definir los objetos de conservación. Los procesos de planificación a escala nacional permiten identificar sitios prioritarios, construir de manera colectiva y multisectorial líneas de acción, estrategias y programa de gestión para enfrentar amenazas sobre a la conservación de sitios prioritarios”.
A través de su franja costera de más de 4.000 km, Chile forma parte de la Ruta Migratoria del Pacífico Americano, la cual está conformada por una extensa red de sitios costeros que cruza 14 países a lo largo del océano Pacífico, siendo utilizada por millones de aves playeras para reproducirse y descansar durante sus extensas migraciones.
Además, también convergen aquí rutas migratorias del Atlántico por el lado de la Región de Magallanes, así como la ruta Central a través de lagunas y bofedales altiplánicos. Aún así, también hay especies residentes, como el pilpilén y chorlo nevado.
Al respecto, la Ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, añade que “las aves playeras en Chile y el mundo están bajo importantes amenazas, no sólo por ocupar un hábitat que es también altamente demandado por actividades humanas, como son playas y dunas, sino también por sus rasgos de historia de vida. Muchas de ellas son migratorias, y requieren de una importante red de sitios específicos, a lo largo de sus rutas de vuelo, que les permita alimentarse, descansar y finalmente reproducirse. Esto supone un esfuerzo no sólo nacional, sino también internacional en donde se identifiquen aquellos sitios y se realicen esfuerzos conjuntos para que podamos seguir cohabitando con estas especies”.
En efecto, estas aves han sido descritas en algunos lugares como el segundo grupo con mayor disminución poblacional, promediando en Estados Unidos, por ejemplo, un declive de más de un 30% entre 1970 y 2019. Al ser animales sin fronteras, todos los involucrados coinciden en la relevancia del trabajo mancomunado a nivel internacional, por lo que en el Plan de Acción contará con la colaboración de instituciones como Manomet y la National Audubon Society.
En cuanto a la conservación de estas criaturas en Chile, de las casi 50 especies de aves playeras que habitan de forma temporal o permanente, 10 han sido clasificadas a través del Reglamento de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente, a las que se sumarán otras 6 que se encuentran actualmente en proceso.
Tal como lo adelantamos en un inicio, la becacina pintada, el chorlo de Magallanes y el playero ártico se encuentran en peligro de extinción, mientras que el chorlo nevado está catalogado como vulnerable.
“De las especies clasificadas, necesitamos redoblar los esfuerzos para recuperar las poblaciones de playero ártico actualmente ‘En Peligro’ en Chile y en países que forman parte de su ruta migratoria como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y Uruguay. La subespecie ‘rufa’ ha sido incluida en el Apéndice I de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS), de la cual Chile es parte contratante. Se trata de una de las especies que desarrollan las mayores migraciones del reino animal«, señala el especialista en Conservación de la RHRAP.
“Otra especie urgente de atender es el chorlo de Magallanes, también en peligro. Su población en Chile se estima en apenas unos 1.000 individuos«, destaca.
Por ello, una de las tareas del Plan de Acción de Aves Playeras contempla la identificación de sitios claves para estas especies, distribuidas de norte a sur. Por su parte, Donoso puntualiza que “algunas de las acciones que ya se han realizado para el resguardo del playero ártico y otras aves playeras corresponden a la declaración de Bahía Lomas como Sitio Ramsar en el año 2004, y la posterior del declaración como Santuario de la Naturaleza en el año 2019”.
A esto se sumarían las declaraciones – efectuadas o en proceso – de otros Santuarios de la Naturaleza, en el marco del Plan Nacional de Protección de Humedales.
Haciendo frente a las amenazas
Pese a su denominación de “playeras”, estos seres no se limitan a esos lugares. Algunas especies frecuentan playas arenosas, dunas, costas rocosas, marismas intermareales, así como humedales costeros, interiores y altoandinos, vegas, salares, pastizales, campos arados y tierras agrícolas inundadas. Y aunque su vida esté estrechamente asociada al agua, no suelen nadar.
Es en su hábitat y a lo largo de sus rutas migratorias donde estos animales enfrentan numerosas presiones y amenazas, tanto en sus sitios de reproducción, descanso y alimentación. En algunos casos, son tantos los factores que se ciernen sobre ellas que no les damos tregua.
Donoso explica que “las aves playeras, a diferencia de otras aves, como por ejemplo las aves de bosque, matorral y praderas, tienen un fuerte vínculo y relación con sitios espacialmente muy determinados. El playero ártico, por ejemplo, es una de las principales especies que llegan año a año al humedal Bahía Lomas en el noreste de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Este humedal es el área de invernada más importante en América del Sur para la especie. Además, este humedal recibe más de 50.000 aves cada año, concentrando una enorme proporción de sus poblaciones. De esta manera, un sitio específico tiene una influencia espacialmente desproporcional sobre estas aves, si consideramos que, por ejemplo, Bahía Lomas es una pequeña sección de Tierra del Fuego”.
Por lejos, dentro de las amenazas más importantes a nivel nacional está la pérdida y fragmentación de sus hábitats, el relleno o drenaje de humedales, y el cambio de uso de suelo en general, fomentado en gran medida por el desarrollo residencial y comercial. Así ha ocurrido, por ejemplo, en la Región Metropolitana, donde la amenazada becacina pintada se ha quedado prácticamente sin hábitat por la expansión inmobiliaria y loteos irregulares en las áreas donde nidifican, junto a otros factores.
Ha sido frecuente también en el centro sur, en las regiones de O’Higgins, Ñuble, Maule y Biobío, “donde la urbanización y el relleno de humedales ha generado la desaparición de hábitats importantes”, asegura Tejeda, quien añade que en la zona austral hay sitios de estepa patagónica donde la agricultura y ganadería estarían ejerciendo presión sobre estas aves.
En cuanto a otras actividades, si miramos a las zonas altoandinas y cordilleranas, algunas especies como el chorlito cordillerano y el chorlito de la puna se ven afectados por la minería. El director ejecutivo de la ROC ejemplifica: “En la macrozona norte, entre las regiones de Arica y Parinacota y Atacama, encontramos un conjunto de aves playeras del altiplano que habitan en salares y bofedales, como el chorlo de la puna. Allí la actividad minera es una amenaza importante. En el norte hay muchas aves que son de farellones o acantilados, pero no por eso son menores las perturbaciones que enfrentan”.
Similar ocurre con las plataformas de petróleo en la Región de Magallanes. Otra amenaza más “novedosa” involucra a los proyectos eólicos, cuyos (potenciales) impactos necesitan ser investigados en mayor profundidad. Tejeda sostiene que “hay que poner bastante atención, porque el desarrollo de la energía eólica se viene super fuerte en varios sitios donde hay concentraciones importantes de aves playeras y rutas de migración”.
Como es de esperarse, las actividades recreativas, turísticas y deportivas realizadas en su hábitat, así como el tránsito de vehículos, también diezman sus poblaciones al culminar con huevos y polluelos aplastados, o con otro tipo de alteraciones.
“En la macrozona centro, entre las regiones de Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana, tenemos muchas playas y desembocaduras de ríos con fuertes perturbaciones por el turismo. Ahí efectivamente hay un conjunto de aves como el pilpilén, chorlo nevado o playero blanco con sitios bien importantes, donde se ve esta amenaza del turismo no regulado y las actividades recreativas”, complementa Tejeda.
Por si fuera poco, la presencia de perros o gatos en áreas naturales, producto del abandono y tenencia irresponsable, genera otro cúmulo de alteraciones directas, como la depredación de polluelos y huevos, y otros efectos indirectos.
La contaminación por los residuos domiciliarios e industriales (como se ha constatado con la acuicultura en la zona sur del país) también genera problemas.
Y por último, pero no por ello menos importante, el cambio climático implicará la desecación de humedales, el aumento de la frecuencia de eventos extremos como marejadas, entre otros coletazos que impactarán – sin duda – a las poblaciones silvestres.
La ruta para migrar a las soluciones
Si bien esta iniciativa recién despega, hay muchas esperanzas depositadas en sus futuros resultados. Aunque todavía no podemos anticiparlos, la idea es que el plan genere una mejor coordinación y colaboración entre los distintos sectores e involucrados.
En esa línea, desde la cartera de Medio Ambiente explican que, al igual que la Estrategia Nacional de Conservación de Aves, el Plan de Acción de Aves Playeras busca potenciar y articular entidades para el cumplimiento de normativas existentes, como también para fomentar nuevas iniciativas tendientes a cohabitar de manera respetuosa estos espacios.
“Por ejemplo, acaba de concluir una capacitación a DIRECTEMAR en la importancia de estas aves, sus amenazas y cómo podemos realizar fiscalizaciones más efectivas respecto al ingreso de vehículos motorizados al borde costero. De esta manera fortalecer la aplicación de la Orden Ministerial N°2 que actualmente prohíbe el ingreso de vehículos motorizados al borde costero. De esta manera, el Plan buscará relevar la importancia de estas aves y sus hábitats, junto con reducir sus amenazas, con el fin de que nuestras acciones en la naturaleza sean sustentables y respetuosas con estas y otras especies que ahí habitan”, indica el jefe de División Recursos Naturales y Biodiversidad del ministerio.
Para Luna, toda acción debe impulsarse «considerando los ciclos de vida y grandes migraciones que emprenden estas aves. Su recuperación y conservación requiere de articular la acción local, la nacional y la cooperación internacional. Es posible entonces distinguir tres escalas de gestión; la escala de ruta migratoria (flyway), los países y los sitios críticos. El Plan de Acción Nacional permitirá ‘aterrizar’ en Chile las acciones definidas en la Estrategia de Conservación de las Aves Playeras de la Ruta del Pacífico de las Américas».
Además de la esperada acción del Estado y de otros involucrados, el vocero de la ROC subraya el desafío de que la ciudadanía conozca y valore a estos animales, los cuales no suelen estar en el foco de la opinión pública, ni menos reciben la consideración de algunos cuando frecuentan sus hábitats, como los humedales y la zona costera.
“A medida que esos actores locales estén organizados, conozcan a las especies y sus amenazas, tendrán el impulso de protegerlas. Están las instancias para participar, ciertos recursos de aprendizaje, metodologías de monitoreo, etc. Cuando se forman grupos locales que están empoderados y con ganas de proteger a estas especies, se puede avanzar mucho”, concluye.